Pocos días después de que su padre fuera incinerado, Leonard Cohen se metió en su closet y sacó una de sus corbatas. Tenía nueve años. Anotó un par de versos en una hoja de papel, que luego envolvió con la corbata. Después lo enterró todo en el jardín. Algunos creen que ese fue el comienzo. Partiendo por Cohen: "Fue la primera vez que establecí una relación entre la literatura y las cosas importantes de la vida", contó. El resto es historia: Cohen se transformó en cantautor fundamental de la música popular de los últimos 40 años.
Pero primero fue la escritura. Cuando lanzó su primer disco, Song of Leonard Cohen (1967), ya era un hombre de 32 años y había pasado la etapa de ser aspirante a escritor: había publicado cuatro libros de poemas y dos novelas. Hacia allá, pero también hacia su decisiva influencia musical, miró el jurado del Premio Príncipe de Asturias de las Letras que ayer le concedió el galardón.
Imponiéndose a escritores del peso de Ian McEwan y Alice Munro, Cohen es el primer músico en ganar el galardón literario. Dotado de 50 mil euros y una escultura creada por Joan Miró, el premio fue por crear "un imaginario sentimental" en que "la poesía y la música se funden en un valor inalterable".
Del pop al budismo
Miró por la ventana de su cocina y la luz de la mañana caía sobre su auto. Era sencillo. Entonces pasó: Cohen sintió que por fin desaparecía la depresión que lo había acorralado por casi 50 años. Sucedió a fines de los 90, cuando el autor de Hallelujah había hecho sus aportes al rock y la literatura. En parte, fueron la respuesta a ese malestar. También hubo mujeres, drogas, alcohol y una salida: el budismo.
Nacido en una familia acomodada en Quebec, Canadá, en 1934, Cohen heredó de su padre un patrimonio que le permitió explorar una ruta como poeta. Lector de Whitman y García Lorca, a los 22 años publicó Comparemos mitologías (1956), poemas donde anunciaba sus inquietudes religiosas. Luego le dio la espalda al mundo: se fue a vivir a Hidra, una isla griega, junto a su primera mujer.
En Grecia, Cohen produjo los poemas Flores para Hitler y las novelas El juego favorito (1963), un repaso a su juventud, y la experimental Beutiful losers (1966). Luego regresa a Norteamérica: Cohen pisó Nueva York en medio del reinado de Bob Dylan y se puso en contacto con la escena. Frecuentó La Factoría de Andy Warhol, se hizo amigo de Lou Reed y Allen Ginsberg y fijó residencia en el Hotel Chelsea.
De la mano de John Hammond, mánager de Billie Holiday y Dylan, Cohen lanzó su primer disco, Songs of Leonard Cohen: un puñado de canciones íntimas que pasaban del pop al folk y que, líricamente, anunciaban su obsesión por los grises de las relaciones de pareja. Vendría una decena de discos más: Death of a ladies' man (1977) y I'm Your Man (1988), entre otros.
Nunca dejó de lado la poesía. Tampoco a su maestro budista Old Roshi, quien en 1994 lo invitó a un monasterio en Mount Baldy, California. Su retiro duró cinco años: Cohen pasó a llamarse Jikan y se levantaba a las 2.30 de la madrugada para meditar. La experiencia fue registrada en El libro de los anhelos, volumen de poemas y dibujos donde Cohen plasma una mirada mística y sencilla del mundo. Fue su última producción, pero en 2010 hizo una larga gira musical y se espera que en 2011 lance un nuevo disco.