Desde hace algunas semanas, los televidentes chilenos han podido saber algo más de Lesotho. Con motivo del Mundial de Fútbol en Sudáfrica, Coca Cola está emitiendo comerciales en nuestro país donde aparecen habitantes de ese pequeño país africano, de 2,1 millones de personas, alentando a la selección chilena. El mismo aviso publicitario aparece en Argentina, Paraguay y Uruguay con los habitantes de Lesotho apoyando a los equipos de esos países.

Pero la imagen de algarabía con que aparecen los lesothenses en esas imágenes, contrasta con la realidad de uno de los países más pobres del mundo. Enclavado dentro de Sudáfrica, Lesotho se encuentra diezmado por el sida. Al punto que mientras en 1991 la esperanza de vida era de 59 años para los hombres y 62 para las mujeres, hoy es sólo de 41 años para los hombres y 39,3 para las mujeres. El 23% de la población está contagiada con el VIH y ya existen 400 mil niños huérfanos, producto de la pandemia.

La industria textil del país colapsó, los salarios se han reducido y el país debe importar la mayoría de la comida, cuando en los 80 producía el 80% de los cereales que consumía.

A tal punto ha llegado la mala situación de Lesotho, que muchos de sus habitantes han optado por iniciar una campaña para que el país sea anexado por Sudáfrica. "El sida nos ha matado. Lesotho está luchando por su sobrevivencia. Estamos desesperados", señaló al periódico inglés The Observer, Ntate Manyanye, director de asuntos sociales de ese país. La diferencia es notoria: mientras en Lesotho el ingreso per cápita alcanza los US$ 1.500 anuales, esa cifra llega a US$ 10.100 en Sudáfrica.

Según dijo a ese mismo periódico Vuyani Tyhali, dirigente del comercio y uno de los promotores de la iniciativa para que Lesotho sea parte de Sudáfrica, ya se han reunido 30 mil firmas para apoyar esa moción. "Fuimos una reserva de trabajo en la Sudáfrica del apartheid. Ahora ya no hay razón para que existamos como nación con nuestra propia moneda y nuestro ejército", señala Tyhali.

Aunque no todos están de acuerdo con Tyhali. "Si tú los miras (a los sudafricanos), ellos han perdido sus tradiciones y sus raíces. Nosotros estamos muy atados a nuestra identidad", dice Seisso Letsie, un desempleado de 26 años.