A mediados de los 40, Juan Emar le dio la espalda al mundo y se fue a la estancia de Quintrilpe, en la Novena Región. Hasta su muerte, en 1964, prácticamente no salió de ahí. Se consagró a la escritura de Umbral, una novela desmesurada que quedó incompleta en las cinco mil páginas. También solía dar paseos por el campo. No era raro verlo en mitad de la caminata atrapado en un pensamiento, absolutamente quieto. "Como un dinosaurio", recuerda Juan Pablo Yáñez, su nieto.
Figura central (y algo secreta) de la literatura de vanguardia chilena del siglo XX, Emar (nacido Alvaro Yáñez) fue reeditado y redescubierto en los 90. De hecho, fue en 1996 cuando la Biblioteca Nacional publicó por primera vez Umbral y reveló la hondura del proyecto del autor. Su nieto Juan Pablo vivió con él en Quintrilpe y presenció el desarrollo de ese trabajo: "Escribía, escribía y escribía, y yo veía cómo iba creciendo esta montaña de papeles", cuenta.
En los 60, tras la muerte de su abuelo, Yáñez se encargó de ordenar todos los cuadernos de Emar. Y ahí estaban, en medio de los originales de Umbral, las viñetas sobre un personaje llamado Don Urbano: 15 dibujos a lápices de colores sobre su vida cotidiana y fantástica.
Desconocidos e inéditos a la fecha, Juan Pablo Yáñez los reunió en el libro Don Urbano. Publicado bajo la editorial Dedal de Oro, el volumen reproduce facsimilarmente las páginas de los diarios de Emar: por un lado se ve su letra manuscrita y por el otro a Don Urbano, por ejemplo, con una espada ante un enorme monstruo. "Don Urbano se defiende", anotó en esa lámina el autor.
Infantiles, humorísticos y enigmáticos, los dibujos reflejan varios momentos de Don Urbano: desde una visita al zoológico, hasta una indigestión en que lo persigue una jaiba gigante. Seres enormes lo acechan: al declararse, al tocar piano, al acudir a sus negocios y al tomarse un trago, a Don Urbano lo rodea un ser desconocido enorme, no siempre amigable. Además, el libro incluye un dibujo del diputado Ricardo Cortés Mandiola, personaje de Umbral.
El libro muestra algo más de la muy poco conocida faceta plástica de Emar. En 2006 se mostraron 150 dibujos en una exposición, los que fueron parcialmente recogidos en el libro Armonía: Eso es todo, publicado por la Biblioteca Nacional. Sus pinturas están más escondidas: en los 50, Emar se las envió a su ex pareja francesa, Alice la Martiniere, en París. Nunca volvieron a las manos de la familia.