De mano en mano, las cintas de video iban corriendo raudas de Arica a Punta Arenas. El fenómeno se había extendido más de lo esperado y la lista secreta de abonados al noticiario Teleanálisis crecía cada día. Había una paradoja: cuando se introducía la cinta en el video, un mensaje en fondo negro aparecía antes de cualquier nota periodística: "Prohibida su difusión pública en Chile". La leyenda servía de resquicio legal para que los realizadores de Teleanálisis, entre ellos, Fernando Paulsen, Dragomir Yankovic y Roberto Celedón, no tuvieran problemas con la justicia de la época. Durante el régimen militar y hasta 1989, los videos de Teleanálisis circularon como una mirada alternativa al periodismo oficial, hablando sobre persecuciones y muertes.

Fue uno de los tantos hitos culturales y sociales de la época que descansaron en la plástica forma de una cinta de VHS y que es recogido en el libro Apuntes para una historia del video en Chile, escrito por Germán Liñero.

El volumen recoge los inicios del video en los 70, la llegada del formato U-matic al país, el nacimiento del video arte de la mano del chileno Juan Downey en Nueva York, las primeras transmisiones de partidos de fútbol y el Festival de Viña en los canales de TV, hasta el registro de las performances del Cada y el debut de los videoclips de Los Prisioneros y Electrodomésticos.

"Lo más interesante en esta historia es que esta tecnología nace en el primer mundo, para que las familias graben sus vacaciones o los cumpleaños de sus hijos, pero termina siendo utilizada por otra gente para hacer resistencia cultural. En los 60 pasó en EEUU y Europa, con las grabaciones que se hacían de las marchas de los sindicatos o de las minorías indígenas, y pasó también en Chile con muchos grupos artísticos", dice Liñero.

Uno de los actores principales fue el grupo Ictus, con Nissim Sharim, Delfina Guzmán y Claudio Di Girólamo, que produjo cerca de 90 títulos en 15 años, a través del programa de humor y crítica social, La manivela. También destacaron los integrantes del Cada, sobre todo Lotty Rosenfeld, que sigue hasta hoy registrando performances en video. Lo hizo también Eugenio Dittborn, quien junto a Juan Downey y Carlos Flores, realizaron, en 1982, la serie Satelitenis, suerte de video-postales que se enviaban desde Santiago a Nueva York. También se mencionan las experiencias en video de Enrique Lihn, Tatiana Gaviola y la franja del No.

El video no ha muerto

Antes del auge del video portátil, sólo se podía grabar en 8 y 16 milímetros, lo que era bastante costoso. Hasta que apareció el U-matic, un cassette cerrado que se insertaba al magnetoscopio de manera más fácil, rápida y segura. En 2004, el mismo Liñero comenzó un catastro, con apoyo Fondart, de todas las cintas U-matic que había en Chile, reuniendo alrededor de 500. "La tesis era que la memoria visual chilena era subyacente al video y no al cine. El problema es que esa memoria no estaba siendo valorada, además de estar en un formato extinto y, por lo tanto, en peligro de desaparición. Teníamos que salvar ese patrimonio", dice el investigador. Así, se acercaron a los mismos realizadores, quienes tenían muchas veces las cintas sin conservar: a la intemperie o debajo de la cama, y también a productoras independientes que tenían un buen material sin clasificar. "En el mismo Museo de Bellas Artes había 80 cintas guardadas en cajas, sin que nadie supiese qué contenían. Resultó que eran los registros de todas las cintas exhibidas en los festivales franco-chilenos de video, uno de los encuentros más importantes de los 90", dice el audiovisualista.

La investigación, reunida en un sitio web, fue el punto de partida para el actual libro, que analiza también el éxito posterior del formato en VHS en los 90 y, luego, del video digital, destacando a Matías Bize, Jorge Olguín o los documentalistas Bettina Perut e Iván Osnovikoff. "En los últimos años han aparecido nuevas tecnologías que revolucionan la forma de hacer video. Hoy , todo se hace en video, incluso el cine. A los nostálgicos del celuloide hay que decirles que varios géneros nunca más se van a hacer en cine, y uno de esos es el documental. El video es el presente y el futuro", concluye Liñero.