Mi verdadero nombre es Lilia. Me cambié de nombre a Lily hace 22 años, cuando fui candidata a alcaldesa por La Florida. Desde chica me dicen Lily. Entonces, cuando apareciera en el voto como Lilia, nadie iba a saber que era yo.

Cuando chica nunca me dejaban jugar pimpón en el Estadio Israelita. Era la única mujer. Al final, les gané a todos. Fui campeona de la Región Metropolitana de pimpón, gané varias medallas.

Toda la vida estudié en el Colegio Hebreo en Macul, era compañera de curso de Rodrigo Hinzpeter. Viví cerca de allí, en Los Limoneros, hasta los siete años, en una casaquinta hermosa. Después nos fuimos a Presidente Riesco con Vespucio. El Parque Vespucio fue como mi jardín toda la vida.

Ser judía en Chile no es tema. Yo soy chilena. Lo que sí es tema es ser judía en esta clase política. Más en el pasado, muchas veces me dijeron "es que no tenemos los mismos valores porque tú eres judía".

Soy una mamá hiper aprensiva, tengo mi lado de giddisha mama (mamá judía). No cocino eso sí. Me preocupo de todos los detalles en mi casa. Me esfuerzo harto. Vivo lo que han vivido muchas mujeres: me casé joven, fracasé en mi matrimonio, estuve sola con mis hijos, salí adelante, me enamoré de nuevo, me enfermé, lo pasé mal. Respeto mucho la historia de vida de la gente.

Los domingos me gusta estar todo el día con pijama, pantuflas, comprar comida y ponerme a ordenar. Soy obsesiva por el orden. En la tarde veo un montón de películas. Mis películas preferidas son El Concierto y El Inmortal.

Siento un nexo enorme con La Florida. Vuelvo cada vez que puedo. Es donde nací políticamente, tuve una elección épica en 1997, cuando le gané el doblaje a la Concertación, teniendo todo en contra.

Mi principal costo en política es a nivel de pareja. Cuando murió mi hermano y me enfermé, aprendí a priorizar los afectos, a escuchar sin el reloj marcando el paso. A ir y quedarme horas en una junta de vecinos.

Me enfermé hace un año. Tuve una neuralgia e inflamación al trigémino. Los doctores dicen que tengo el umbral del dolor muy alto, pero es un dolor tremendo que nunca se me va a olvidar, empecé arriba de un avión. Tuve harto miedo. Me quedó como secuela una cosa tirante debajo del ojo, tengo contracciones musculares en la cara. Pero ahora estoy contenta.

Me disloca jugar flipper. Me fascina. Cuando chica, todos los sábados y después del colegio, iba con mi hermano en bicicleta a jugar flipper al Delta de Apoquindo. Ahora, cuando estoy en mi región, siempre me escapo a jugar flipper, que hay hartos. Mis hijos son de Play Station, así que no me acompañan en esto.

Leo mucha literatura espiritual. Creo que es la espiritualidad lo que nos mantiene en pie en este mundo consumista, que nos tiene agobiados. El materialismo se refleja en el rating, las encuestas, la plata. Todos son cifras.

No podría decir que soy verde, me parece ostentoso. Pero soy consciente del planeta. Reciclo, si me doy un baño de tina guardo el agua para regar al día siguiente, desenchufo todo, vivo apagando luces.

Cuando tenía 33 años murió mi hermano Samuel en un accidente en avión. Desde entonces, todos los días recuerdo su voz, porque me da miedo olvidarla, ahí siento que lo voy a perder definitivamente.

Con la muerte de Samuel me puse obsesiva, le digo todos los días a la gente que quiero lo que siento, a cada rato. Me volví cuidadosa en los detalles. Llamo por teléfono para los cumpleaños, hago regalos. Ahora, creo, siento más amor de la gente.

Comparto con Borghi el terror a los aviones. En un avión murió mi hermano, en un avión se me inflamó el trigémino y me enfermé. Hay veces que tengo que viajar en avión y otras no puedo. Fui invitada a Santo Domingo a dar una conferencia a la ONU Mujer, iba Michelle Bachelet e Insulza, yo fui la única chilena invitada. Había aceptado, porque es un honor, pero se me hizo una cosa en la guata cuando supe que no había un vuelo directo, así que avisé que no iba a poder ir. Un vuelo con escala me atormenta.

Viajo en auto a todos lados. Cuando me piden que haga conferencias en lugares lejos, pido que sea primavera o verano. Por nada del mundo me subo a un avión en invierno. Le tomo las manos a quien tenga al lado.

Bailo cueca y salsa. Para la última campaña estuvimos con La Noche y Américo. En vacaciones siempre salgo a bailar y tironeo a mi marido en los matrimonios.

Tengo un montón de placeres, pero ninguno lo vivo con culpa. Ninguno. Por eso dicen que tengo la piel linda…

Me fascina la comida chilena. Mis picadas son "La ruca en San Felipe", donde como charqui con cebolla, el "Caballito de Palo", en Puchuncaví, y las empanadas de "Los Hornitos". En Santiago voy a "Doña Tina" y como pastel de choclo.

Una vez me ofrecieron tener un programa de televisión. Me habría gustado ser actriz de teatro. La última obra que vi fue "Lindo país esquina con vista al mar", del Ictus.

Yo fui mamá a los 22. No sabía mucho de qué se trataba, pero me sentí preparada para enfrentarlo. Me podía demorar una hora en bañar a mi hija. Dormí un año con ella en su pieza, desde ahí tengo el sueño súper liviano. Entiendo a todas las mamás que tiran licencias.

Voy a votar a favor de la ley que señala que cuando se resguarda la vida de la madre, no se puede hablar de aborto terapéutico. Hay que legislarlo. He visto mujeres detenidas por haberse hecho un aborto y la mayoría fue porque tuvo problemas de salud. S