Le gustan el otoño, el pan tostado -solo, sin margarina- y el jazz. El historietista transandino Ricardo Siri (38), más conocido como Liniers, es de placeres sencillos. Y como la traviesa Enriqueta, la niña que protagoniza junto al gato Fellini algunas de sus más famosas viñetas, siempre quiso dar la vuelta al mundo arriba de un columpio. "Nunca tuve el coraje de elevarme más allá de lo permitido, pero siempre me intrigó lo que había del otro lado", cuenta desde su casa, en Buenos Aires.

Sus dibujos sí han traspasado la barrera. Con relatos de pingüinos socialistas, robots que se emocionan con las puestas de sol, duendes con sombreros puntiagudos que abogan por el matrimonio homosexual y su alter ego: un conejo de anteojos que llora en el cine y transita por la ciudad en voz baja, Liniers se ha ganado un lugar en la historieta latinoamericana, pero también aplausos a nivel mundial, con publicaciones en países tan distantes como Checoslovaquia y admiradores como Matt Groening, el creador de Los Simpson, quien lo llamó "mi dibujante favorito en el mundo".

En junio Macanudo, la tira que publica en el diario La Nación de Argentina, cumple una década. Liniers lo celebrará con una novena compilación que lanzará su Editorial Común y que llegará a Chile este año. "Son 3.600 dibujos. Si me hubieran dicho desde el principio que tenía que crear tal cantidad de chistes en 10 años, seguro habría desistido", cuenta sobre la serie que lo hizo famoso y que, según dice, ha ido cambiando como él. "La tira se parece mucho a mí. Por suerte, los personajes no envejecen".

La vida en viñetas

Su colorido imaginario también llegó por primera vez al cine. En el documental Liniers, el trazo simple de las cosas, que el Festival de Cine de Mujeres preestrenó ayer y que la Galería Plop! planea volver a proyectar en agosto, con la presencia del argentino, la directora argentina Franca González, bosqueja el retrato de un artista que ocupa las acuarelas, los óleos y el lápiz para volcar emociones que le cuesta verbalizar. "Parece que porque me dibujo en una tira soy público, pero no me gusta nada aparecer", afirma Liniers en la cinta donde se le ve crear personajes a toda hora. Pero también imitando a Thelonious Monk al piano, riendo a carcajadas con las películas de Charles Chaplin, cantando en la ducha o bien dibujando en vivo junto a Kevin Johansen, cantante argentino con el que editó el libro Oops y con el que subió al escenario del Movistar Arena en 2011 para acompañar al grupo Calle 13. Este año saldrán nuevamente de gira. Perú, México, Ecuador y Venezuela son algunas de las paradas donde Liniers, además de dibujar durante el show, improvisa en guitarra la canción Knockin' on heaven's door.

"La melancolía y la nostalgia son registros emocionales que me interesan. Lo tiene Chaplin y también el cine de Wes Anderson", dice quien cree ser testigo de un boom latinoamericano de la historieta. "Hoy, el género no sólo es para aventuras y ciencia ficción. Hay una maduración que permite que autores como Alberto Montt, en Chile, cuenten historias profundas, como lo haría cualquier cineasta", acota.

Nacido en Buenos Aires en noviembre de 1973, alguna vez estudió Derecho, pero abandonó la carrera para crear personajes que viven sin reglas, que se emocionan viendo las hojas de los árboles moverse con el viento y que se sienten solos en medio de la gran ciudad. "De chico fui muy tímido. Pensé que no tenía voz, pero me la inventé. El dibujo es mi forma de hablarle al mundo, a esa ciudad que se mueve a la velocidad de la luz, pero en la que nos dejamos de ver a nosotros mismos", afirma.

Liniers tampoco se deja ver mucho. Cuando Franca González lo invitó a ser protagonista de su documental, tardó tres años en terminarlo. El artista, quien publica a menudo en su blog "Cosas que te pasan si estás vivo" y que ocupa el Twitter casi como respira, se resistía a la cámara, pero como no quería ser pesado, recurría a su conejo para excusarse. En un dibujo que aparece en el filme, el animal está sentado frente a una chica de pelo liso en un café de Buenos Aires. La nube de la viñeta dice: "¿Cómo le digo que no?".

"Le di mucho trabajo a la pobre Franca. No quería exponerme, luego le dije que sí, pero que no usara micrófono", cuenta. Hoy, le parece que la película guardó tres años lindos de su vida y hasta irá al Instituto Cervantes de Nueva York a presentarla el 26 de abril. Liniers sigue dando la vuelta al mundo.