La alarma se encendió en Twitter. El escritor de ciencia ficción Jorge Baradit, autor de Policía del karma y Lluscuma y papá de un niño de siete años, reclamó porque su hijo había tenido que leer en el colegio Tú eres muy especial de la psicóloga Neva Milicic, libro al que calificó como "autoayuda para niños". Así empezó un debate acerca del tipo de textos que les están dando a los más chicos en los colegio.
Varios tuiteros respondieron. Expertos en educación sorprendidos por las elecciones, mamás y papás que se sumaron al reclamo de Baradit, argumentando que sus propios hijos, casi todos en el primer ciclo de educación básica (o sea, entre 1° y 4° básico), leían dos o tres libros de ese tipo durante el año escolar, en vez de textos propiamente literarios.
Haciendo un barrido por las lecturas complementarias (que se llaman complementarias, pero en rigor son obligatorias) que los propios establecimientos publican en la web, aparecieron decenas de títulos como Martín manda su rabia, Nada me resulta, Uy, qué vergüenza, Por qué tengo que usar anteojos, Vamos más lento por favor -todos ellos de Neva Milicic-, Ay, cuánto me quiero, de Mauricio Paredes, y ¡Quiero un hermanito! de María Menéndez Ponte.
Todos, en los programas escolares. En varios casos ocupando entre un 30 y 40% del total de lecturas requeridas. Todos sujetos de evaluación. Todos enfocados a una edad fundamental para conseguir el anhelado y esquivo gusto por la lectura.
Y no se trata sólo de algunos tipos de colegio. Revisamos listas de establecimientos públicos, particulares subvencionados y privados de distintos estilos, religiosos, Montessori y bilingües, entre ellos La Maisonnette, el San Viator de Macul, Royal American School, Dunalastair y Epullay.
"Rafael es un niño aplicado, pero debido a su urgencia por hacer las cosas rápido, las hace mal o a medias". "Amelia está triste por tener que usar anteojos, pero su familia le ayuda a ver el lado positivo a su condición". "Matías está enfadado porque tiene peste de cristal y no podrá ir al cumpleaños de su mejor amiga". "A Cristóbal sus planes no le salen como quiere, por lo que la frustración y la rabia crecen en él".
La mayoría de estos libros funciona bajo la misma lógica. La historia de un niño que, a través de su relato, va tratando temas como la igualdad, el control de impulsos, el manejo de la ira, la resiliencia y la tolerancia a la frustración. Todos conceptos más cercanos a la sicología que a la literatura.
Aunque es un caso distinto porque está dirigido a los niños de prebásica, el libro Nicolás tiene dos papás, no escapa del todo a esa lógica. Aunque se habla de un cuento, su autora Leslie Nicholls explicó al diario La Segunda que "la propuesta que hice fue desde la base de la experiencia de clínica infanto-juvenil. No creo que haya un manual que explique cómo escribir un texto para niños. Más que técnica literaria, fue técnica clínica".
La primera reacción es pensar que las lecturas complementarias son impuestas por el Ministerio de Educación, pero no es así. "Nuestros programas entregan sugerencias de lectura. Se incluyen mayoritariamente autores infantiles, en un número importante chilenos, y que tienen una vasta producción literaria, y algunos más jóvenes que se están dando a conocer. Pero cada escuela genera los espacios para revisar las sugerencias", aclara Adriana Arratia, coordinadora nacional de la Unidad de Currículum y Evaluación.
Al revisar las listas de lecturas sugeridas que elabora el Mineduc, aparecieron dos cosas: la primera, que muchos colegios no se ciñen a estas sugerencias. Y la otra es que los libros de perfil sicológico no son, ni por lejos, mayoritarios. En el listado "oficial" predomina los autores clásicos e internacionales (Esopo, los hermanos Grimm, Charles Perrault), locales (Gabriela Mistral, Pablo Neruda) y textos anónimos propios de la tradición oral (La tortilla corredora, Juanito y las semillas mágicas, Aladino y la lámpara maravillosa). Entre las decenas de títulos sugeridos, sólo aparecen Uy, qué miedo y Gustavo y los miedos, ambos de Ricardo Alcántara. Ninguno de Neva Milicic, quien es por lejos la más requerida en los listados escolares.
"El gran fracaso de la educación chilena no es la matemática, como muchos podrían creer. Es el lenguaje", explica Carlos Ruz, matemático, experto en educación y director de la Fundación Maule Scholar, quien además fue parte de la discusión en las redes sociales acerca del tema. La lectura es una de las principales formas de resolver ese problema, y ahí todavía queda mucho por hacer: Según un estudio del Mineduc por ejemplo, de cada 10 alumnos de 8° básico dos dicen que leen diariamente y tres nunca.
La pregunta que se hacen padres como Baradit, es si los libros están en el listado de lenguaje para ayudar a fomentar el interés por la lectura de los más chicos, a una edad clave para que esta se desarrolle, o cumplen otros fines.
"Los niños deberían leer cuentos, poesía y rimas, libros ilustrados o álbumes, libros informativos sobre el espacio, los planetas, los dinosaurios, la naturaleza. Cualquier material que amplíe sus referentes estéticos, su conocimiento, su respeto por los otros; un material que sirva para introducirlos en su propio mundo, en el mundo que los rodea y en el mundo de la ficción. No un material que les diga cómo comportarse", explica Carolina Ojeda, magíster en literatura infantil y directora del Centro de Estudios Troquel de la Fundación La Fuente. Sin embargo, según ella, hoy está lleno de títulos "que se disfrazan de literatura infantil, buscando a través de este formato entregar modelos de conducta y orden. El mercado ofrece un listado de libros que les permite a los padres y a los educadores obviar conversaciones y resolver de forma facilista la enseñanza de sus hijos o alumnos".
Rebeca Domínguez es directora de la Fundación Había una Vez, que lleva varios años trabajando el fomento lector entre los niños. Ella sostiene que la buena literatura lleva de un modo espontáneo hacia una reflexión sicológica: "Nosotros preferimos que este tipo de temas estén presentes de un modo natural, que no sea ni tan obvio ni tan forzado", explica.
Mientras tanto, el académico de la Facultad de Literatura de la Universidad de Chile, Ignacio Álvarez apela a que no se confundan los objetivos de los ramos: "No podemos convertir la clase decastellano en una de psicología. Pero eso también pasas por un error que se comete constantemente en los colegios que buscan educar a través de los libros; y la literatura no es eso", explica.
"No son libros de autoayuda", dice de entrada Neva Milicic, una de las autoras más leídas por los niños y, sin duda, la más mencionada por los críticos. A su juicio, el concepto clave para entender el tipo de relatos que ella realiza es de la "alfabetización emocional". "El lenguaje los conecta con las emociones y de ahí con los otros. Y eso se hace a través de una narrativa, que permite romper el egocentrismo de los niños", dice.
¿Por qué inculcarles conceptos sicológicos a niños tan pequeños? ¿Por qué habría que romper su egocentrismo o disminuir su espontaneidad? Según la terapeuta, los menores necesitan ciertas directrices y los libros pueden tener un alto valor terapéutico. "Es importante que los niños sean capaces de conectarse con las emociones del otro, poder modular su expresión emocional", asegura y agrega que no se trata de autoayuda. "Aquí no hay tips -que a mí personalmente me cargan- sino que historias que dan cuenta de ciertas situaciones. Lo que pasa es que los niños tienen poca conciencia de la causalidad emocional, las emociones se mantienen aparte del desarrollo escolar y si no hay empatía aparecen temas como el bullying. Y uno no se puede quedar sin hacer nada frente a eso", aclara.
Francisca Valdivieso, encargada de la elaboración de las listas de lectura complementaria en el colegio La Maisonnette, dice que estos textos son bien recibidos por las propias alumnas: "Hay una enseñanza, además de empatía e identificación con los temas", dice, y explica que el colegio funciona con un sistema de elección, en que cada mes las alumnas pueden optar entre tres libros sugeridos, lo que amplía sus posibilidades
El colegio Epullay Montessori también incorpora varios libros de este tipo para trabajar determinados valores y la aceptación entre los niños. "En nuestro colegio los alumnos conviven con otros niños que sí tienen ciertas dificultades y por eso nos parece importante que sepan relacionarse y conocer las razones de su comportamiento", explica Paola Bianchi, directora del primer ciclo básico de este establecimiento.
Para Claudio Aravena, gerente de desarrollo de Fundación La Fuente, también hay otro factor que interviene en que estos libros se hayan popularizado en los colegios: "Hay un mercado educativo y editorial que funciona para promover este tipo de libros: niños sobrediagnosticados, familias indiferentes o culposas, colegios sin interés en el fomento lector. Una maquinaria que se mueve para crear necesidades educativas y productos editoriales que van de la mano".
A eso se suma la propia promoción que hacen las editoriales. Estas empresas utilizan estrategias de marketing, tienen equipos de venta e intentan colocar sus productos en la mayor cantidad de bibliotecas posible. Por lo mismo, en esta época del año los escritorios de los encargados están repletos de catálogos, visitas e invitaciones a actividades de promoción.
Para Rebeca Domínguez, estas empresas funcionan igual que las farmacéuticas: "Los que tienen más y mejores vendedores, los que realizan más visitas y tienen mejores incentivos, son los que poseen más títulos en estos listados". Paola Bianchi, del Epullay, entrega otro dato interesante: "Las editoriales logran que uno se encante con sus libros, pero a los dos años los retiran del mercado e incorporan títulos nuevos, para que estemos obligados a hacer listados distintos. Por lo mismo, nosotros estamos tratando de instituir junto con los padres mejores sistemas de recambio, hacemos ferias del libro usado, de forma de lograr que los títulos permanezcan más tiempo".
Para Baradit, el problema es que haya una lista obligatoria de libros. Él cree que se debiera hacer un trabajo niño a niño, aunque suene impracticable. "Cada niño tiene una personalidad diferente, cada uno debería tener su biblioteca personal. El primer trabajo debería ser dilucidar esa biblioteca, que diferirá de la del niño del asiento de al lado, sin duda".