Andrés no se lo esperaba. No sólo porque estaba haciendo la maleta para emprender un nuevo viaje fuera del país al día siguiente, sino porque aprender a jugar golf siempre lo consideró un placer pendiente que, por ahora, no tenía cupo en su apretada agenda. Pero Bárbara, su mujer, se encargó de materializar su anhelo con una clase sólo para él. No fue difícil: acudió a Forfait, la primera empresa en Chile que se dedica a regalar momentos y experiencias únicas, esas que uno siempre quiso vivir, pero que, por alguna razón, dejó eternamente en la lista de pendientes.
La idea de Forfait -palabra francesa asociada a abono de eventos- es personalizar el regalo: darse el trabajo de buscar algo a la medida con el plus de la novedad y el factor sorpresa. "Tienes que conocer bien a la persona que le vas a regalar y saber de verdad qué la haría feliz. Esto exige dedicación", cuenta Ana Belén Fernández, socia y dueña de esta empresa, que abrió sus puertas esta semana. Se trata de una forma de regalar que pretende dejar de lado las giftcards -la excusa ideal para sacarse la mochila de elegir algo adecuado para cada persona- y salir de los típicos regalos que llenan los catálogos de las grandes tiendas.
Factor sorpresa
Esta tendencia existe hace un tiempo en varios países, con mayor presencia en España. Servicios por internet como La vida es bella, Emocionday o Más que un regalo ofrecen una infinidad de momentos inolvidables que, por la fastuosidad y precios, son verdaderos sueños: una carrera con un amigo en un modelo de fórmula uno (1.340 euros), un almuerzo en pareja en helicóptero (1.775 euros) o una simple cata de chocolate (45 euros). ¿El más impresionante? Por 210 mil euros (160 millones de pesos), Mydays ofrece "asegurar un asiento" para un vuelo espacial a partir de 2010. "Algún día esperamos llegar a este tipo de regalos", dice Ana Belén con un suspiro.
Por ahora, Forfait ofrece cosas bastante más sencillas. Entre sus 45 ofertas están un curso Scuba Diving en pareja en Zapallar, una clase de cata de vinos para cuatro personas o una clase de golf en la Hacienda Santa Martina, como la que Bárbara le regaló a Andrés. Pero también hay un componente adicional. "Además de ser original, hay gente que busca sorprender con el regalo", dice Ana Belén.
Andrés lo sabe bien. Apenas abrió la puerta de su casa se encontró con el voucher que describía el regalo y ponía al descubierto a Bárbara. El factor sorpresa aumentó la emoción del momento. Otra sorpresa se la llevó Bárbara: el metro noventa y tanto de Andrés lo tiene convertido en un asiduo practicante de básquetbol y voleibol, pero la motricidad fina no era lo suyo. Sin embargo, tras 50 minutos de clase, su swing dejó poco que desear y la pelota se perdía con el fondo de la cordillera. "El golf le va a ayudar mucho a controlar su exceso de velocidad. ¿Si tiene futuro? Sí", fue la sentencia del profesor Adan Brilz, golfista profesional. Al final de la sesión, Bárbara llegó para compartir el momento. "Me gustó. Fue novedoso, entretenido y al aire libre. Todo lo que pido para un regalo", sentenció Andrés.