Todo comenzó a finales de 2005, cuando la historia del trío amoroso compuesto por un vampiro, un licántropo y una frágil muchacha llamada Bella Swan, causaba furor entre los jóvenes lectores. La novela titulada Crepúsculo iniciaba así una franquicia literaria que millones de fanáticos devorarían compulsivamente. Y a la vez situaba a su autora, Stephenie Meyer, en el podio de los narradores más exitosos de la última década.

Tras la aparición de los cuatro tomos de la serie vampiresca y sus correspondientes adaptaciones al cine, la saga alcanzó la cima de su popularidad. Pero la escritora estadounidense no se detuvo. En paralelo tramaba el argumento de su nuevo libro, La huésped (The host), una historia de ciencia ficción que involucraba colonizaciones alienígenas y usurpaciones de cuerpos. Publicado el 2008, el libro se mantuvo 26 semanas consecutivas encabezando el ranking de más vendidos de The New York Times. Y por estos días sus ventas se multiplican, debido al debut de su adaptación a la pantalla grande.

Estrenada a fines de marzo en EE.UU. y programada para aterrizar en salas locales el 2 de mayo, la cinta se sitúa en un futuro en que los humanos están colonizados por una raza extraterrestre que ocupa sus cuerpos para habitar en la Tierra. Uno de estos organismos, denominados "almas", absorbe el cuerpo de la joven Melanie Stryder (Saoirse Ronan, Expiación). Pero algo sale mal, la muchacha se rebela y queda consciente tras la ocupación, desatando una lucha entre su conciencia y el ente invasor. "Filosóficamente, es una gran historia. Es algo más que el amor romántico, que es lo que Stephenie ha hecho antes. Se trata de un amor más grande. Se trata de si podemos convivir entre nosotros, e incluso con otra especie", dijo su guionista y director, Andrew Niccol, a The Hollywood Reporter en la premiere del filme.

Un terreno que el realizador neozelandés domina con precisión: tres de sus trabajos anteriores, los filmes Gattaca: Experimento genético, Simone y, El precio del mañana, se situaban en futuros distópicos, donde la implantación genética y la convivencia con la tecnología de avanzada eran temas recurrentes. "Me interesó la dicotomía de dos mujeres atrapadas en un cuerpo. Era ese tipo de personalidad a lo Jekyll y Hyde que estaba ansioso por explorar", explicó al sitio Indiewire.

La historia se repite

A medida que avanza el tiempo, Melanie aprende a convivir con el visitante. Sin embargo, Wanderer (como el organismo se autodenomina) debe cumplir con una misión encomendada por su superiora (Diane Kruger): rastrear en la memoria de su huésped la ubicación del resto de humanos rebeldes que lo acompañan. Una tarea que lo llevará a debatirse. Sobre todo porque conocerá de cerca cómo funcionan las relaciones humanas y aprenderá sobre los sentimientos que mueven a la especie invadida. Así, el afecto que Wanderer generará hacia dos de los insurrectos, Ian y Jamie (este último interpretado por Max Irons, hijo del actor Jeremy Irons), configurará un triángulo amoroso, de esos que la escritora conoce bien. "Me gustan las relaciones desordenadas, son divertidas para trabajarlas. Tenía la idea de dos personalidades, ambas enamoradas de la misma persona y el conflicto que esto traía. Wanderer se confunde tanto que se vuelve un alienígena en su propio planeta ", afirmó Meyer al sitio Coming Soon, sobre la cinta de la que también es productora.

Si bien los seguidores de la escritora aprobaron la adaptación, la crítica especializada no fue tan positiva. Entertainment Weekly, por ejemplo, la consideró un "bizarro sketch de Saturday Night Live sobre una chica con un malcriado alien en su interior" . A su vez, el crítico de Boston Globe, Ty Burr, puso ironía en su comentario: la película, dijo, "es un excelente sustituto del libro: tiene una mejor dirección de arte y utiliza una cuarta parte de los adjetivos".