A veces, los potenciales clientes del detective privado Doc Sportello se quedan mirando la puerta de su oficina, específicamente al logo de LSD Investigaciones: un gigantesco ojo inyectado en sangre, pintado con los colores psicodélicos de moda en 1970, el verde y el magenta. Shasta ya sabe evitarlo. Después de un año prácticamente desaparecida, llega a ver a Sportello, un viejo amigo y algo más. Necesita ayuda: está a punto de meterse en un lío, que incluye un secuestro y mucho dinero sucio, con un poderoso amante. Esa misma noche el detective empieza a investigar. Y ya está, en la página 15 es evidente: Vicio propio es la novela más accesible del elusivo Tomas Pynchon.
Desde la próxima semana disponible en librerías chilenas, Vicio propio es un inesperado giro en la particular ruta literaria de Pynchon: después de 50 años forzando los límites de la novela, el autor de libros inclasificables, como El arco iris de la gravedad (1966) y Contraluz (2006), decidió ajustarse a las reglas del género policial. Nada de tramas paralelas, cabos sueltos o personajes que desaparecen, el célebre Pynchon, que juega a confundir, aquí está suspendido: aunque Sportello está casi siempre bajo los efectos de la marihuana, a la larga podrá resolver el caso. Y esta vez está asegurado que ningún lector dejará de entender.
Pero algo jamás cambia: Pynchon sigue en las sombras, su rostro aún es un enigma. El estadounidense, que en mayo cumplió 74 años y que jamás ha dado una entrevista, hizo una concesión esta vez y prestó su voz para un trailer visual de Vicio propio. Antes ya había hecho un gesto parecido: en 2004 tuvo una aparición en Los Simpsons, eso sí, con el rostro cubierto con una bolsa de papel. "Prefiero no ser fotografiado", le dijo a CNN en 1990, en una rara declaración.
Una mano pavorosa
Es 1970 en Vicio propio. Charles Manson es juzgado por el asesinato de Sharon Tate y Richard Nixon lleva poco tiempo en la Casa Blanca. En Gordita, una playa de surfistas en California, Sportello lleva su negocio (LSD: Localización, Seguimiento, Detección), convencido de que la marihuana lo conduce a mejores conclusiones. Antes que pueda ayudar a su amiga Shasta, ella y su poderoso amante desaparecen
Sportello sigue huellas laberínticas y llega hasta una oscura organización llamada Golden Fang, un raro hospital siquiátrico que bien podría servir para traficar heroína. Puede que sea algo más: un brazo ideológico del gobernador de California, Ronald Reagan.
Aunque con desvíos de la trama central y citas a la cultura pop norteamericana, Vicio propio no deja de ser un policial. Al modo de Pynchon, Sportello tiene una sospecha paranoica: la libertad de los 60 les será arrebatada. "Ahí estaba Doc, sobrio, dándole vueltas a cómo los Psicodélicos Sesenta, este breve paréntesis de luz, podían acabar finalmente y todo se perdería, volvería a la oscuridad. Cierta mano pavorosa saldría de la oscuridad y se reapropiaría del tiempo", anota Pynchon.