A menor pobreza, mayor desigualdad de los ingresos. Se trata de una de las conclusiones de un informe elaborado por Libertad y Desarrollo (LyD), que midió la distribución del ingreso en las 32 comunas que conforman la provincia de Santiago, en la Región Metropolitana (RM).
En base a los datos de ingresos monetarios (que incluyen subsidios y transferencias fiscales) de la encuesta Casen 2009, el estudio calculó el coeficiente de Gini, que va de 0 a 1 -donde 0 equivale a completa igualdad de ingresos y 1 a perfecta desigualdad-, para cada una de estas comunas, revelando que Lo Barnechea, Santiago y La Reina, con índices de 0,67, 0,54 y 0,52, tienen la peor distribución del ingreso (ver infografía).
Al mismo tiempo, estas zonas registran los menores niveles de pobreza -promedian 4,4%, frente a la media provincial de 11% y nacional de 15,1%- y se ubican entre las comunas de mayores recursos. En el caso de Lo Barnechea, el ingreso promedio asciende a $ 801 mil mensuales, mientras que la media provincial alcanza los $ 310 mil. En cuarto lugar se ubica Las Condes, con un índice Gini de 0,51, comuna que registra los ingresos promedio más elevados de la medición($ 1.063.369).
En el extremo opuesto, las zonas más igualitarias son Cerro Navia (0,37), El Bosque y Recoleta (ambas con un 0,39). En estas comunas, el promedio de ingresos alcanza los $ 152.963 y sus tasas de pobreza se ubican en torno a la media nacional. En el caso de Cerro Navia, la pobreza supera el 18% de la población.
A nivel país, el índice Gini pasó de 0,58 a 0,53 entre 2000 y 2009. El promedio para los países de la Ocde es de 0,31. En la provincia de Santiago, el indicador alcanza una media de 0,45.
"Como era de esperar, hay una fuerte correlación negativa entre niveles de ingreso y de pobreza. Sin embargo, en el caso de la desigualdad, las cifras muestran que no sólo no hay una correlación positiva entre desigualdad y pobreza, sino que, por el contrario, existe una correlación levemente negativa entre estas variables. Es decir, las comunas más desiguales tenderían a tener también menos pobres", sostiene Rodrigo Troncoso, investigador del LyD.
Agrega que esto "enfatiza la importancia que tiene el crecimiento económico y el papel menos fundamental de la desigualdad. Comunas como Las Condes y Lo Barnechea, a pesar de tener una elevada desigualdad, registran niveles muy bajos de pobreza y poseen una mejor calidad de vida, en contraste con lo que sucede en las comunas más igualitarias, donde la pobreza es bastante más alta".
Si bien coincide en que el crecimiento es la variable más relevante para la reducción de la pobreza, el economista del CEP Harald Beyer enfatiza que de ello "no se desprende que una menor desigualdad no sea también conveniente. Si en 1990 nosotros hubiésemos tenido una menor desigualdad, el mismo crecimiento posterior nos habría reducido aún más la pobreza de lo que se produjo efectivamente. Más bien, lo que estas cifras nos sugieren es que es muy costoso socialmente combatir la desigualdad por la vía de reducir el crecimiento", dice.
Por su parte, el economista del Centro de Microdatos de la U. de Chile Jaime Ruiz-Tagle, si bien aclara que, a su juicio, los datos comunales de la Casen no son lo suficientemente representativos, opina de todas formas que la variable clave para la desigualdad radica en la concentración del ingreso en pequeños porcentajes de la población.
"La gran desigualdad está dada por el 3% más rico de la población, equivalente a unas 450 mil familias, ubicadas en las comunas de mayores ingresos de Santiago, que concentran un 26% de los ingresos totales del país. Obviamente, la desigualdad va a ser más alta donde vivan esas familias", afirma. Así, sostiene que "los indicadores muestran que ésta es tanto o más grande en los grupos más aventajados de la población. Si calculas el Gini de aquellas personas que reciben educación terciaria, ves que está en torno a 0,55".
Para Troncoso, los resultados comunales de Santiago sugieren que el foco de la preocupación de las políticas públicas contra la pobreza debe apuntar hacia la igualdad de oportunidades.
"Desde el punto de vista de la pobreza, las cifras muestran que la desigualdad de ingresos no es un problema tan relevante como sí lo es la desigualdad de oportunidades. Lo más importante es avanzar en estímulos al desarrollo del capital humano, para que las personas mejoren su calidad de vida a través de un aumento en sus niveles de ingreso".