Atrás quedarán las construcciones de estilo gótico victoriano como el Big Ben o el Puente de la Torre: The Shard (el casco) quiere transformarse en el nuevo ícono de Londres. Doce años después de lanzarse el proyecto, esta torre de vidrio pasó a convertirse ayer en el rascacielos más alto de Europa, con sus 310 metros de altura, superando al Capital City Moscow Tower, que tiene 302 metros.

Para el presidente de la empresa promotora Sellar Property, Irvine Sellar, el edificio de 95 pisos, que ofrece al público una vista panorámica de 360°, se convertirá en una atracción turística de Londres, "como el Empire State" en Nueva York. Fue diseñado por el afamado arquitecto italiano Renzo Piano y representa un iceberg que emerge desde el Támesis. Tuvo un costo aproximado de US$ 700 millones y en su interior alberga un hotel cinco estrellas, tres pisos de restaurantes, oficinas y departamentos de lujo. Para su construcción se ocuparon estándares de seguridad posteriores a los atentados de las Torres Gemelas y tecnología amigable con el medio ambiente.

No obstante, y pese a su majestuosidad, el edificio no ha estado exento de controversia. La asociación English Heritage lo criticó porque "menoscaba la vista sobre la catedral de San Pablo, que las disposiciones vigentes obligan a proteger". La Unesco también estimó que el nuevo edificio perturba "la integridad visual" de la Torre de Londres, la cual está inscrita en la lista del patrimonio mundial de esta organización de la ONU.

La inauguración de The Shard ocurre a tres semanas de que comiencen los Juegos Olímpicos y para los cuales se ha preparado un gran despliegue de seguridad. Así, el gobierno anunció ayer que se instalarán plataformas de misiles tierra-aire en seis puntos, colocados en el este de la capital, y que incluso el portahelicóptero HMS Ocean se ubicará en el río Támesis.

Más de 40.000 personas -entre militares y civiles- estarán movilizadas, con el respaldo de un dispositivo de inteligencia, para velar por las instalaciones olímpicas, los atletas y los dos millones de visitantes que se esperan. Este dispositivo, que tendrá un costo de US$ 870 millones, busca hacer frente a todo tipo de amenazas, desde un "lobo solitario" hasta un ciberataque, pasando por disturbios, una avería en la red de transportes e, incluso, condiciones climáticas extremas.