CUANDO se abrió, Av. Santa María era una calle angosta. Ni siquiera hecha de adoquines, sino de piedras. Lisas y redondas, pero piedras cruzadas por las líneas del tranvía.
El Club Internacional de Santiago -más conocido como International Sporting Club- vio cómo la calle fue ganando terreno y, sin moverse de la esquina de Loreto con Bellavista, fue testigo de otros tantos cambios más. Entre otros, la transición del traje blanco -de los pantalones largos con la polera de piqué de rigor- a las avanzadas tecnologías dry fit de ahora.
El paisaje mutó, pero el club es la memoria viva de la historia del tenis en la capital. Emplazado en una casona de madera, se inauguró en 1911, 38 años después de que las reglas de esta disciplina fueran inventadas en Inglaterra por Walter Clopton Wingfield. En esa época, incluso, el deporte se llamaba "lawn tennis", por jugarse mayoritariamente sobre césped.
Acá, las primeras canchas surgieron en Valparaíso, en 1880, y sólo con el cambio de siglo aparecieron los primeros clubes en Santiago. El deporte era una novedad, pero los diplomáticos y familias aristocráticas de esos años ya necesitaban recintos donde practicarlo. De ahí que la arquitectura de esta casona de la ribera del Mapocho imitara los clásicos clubes de tenis ingleses.
A través de 100 años, el lugar prácticamente no ha cambiado y sólo fue restaurado en 2002. Hoy, en los 7.000 m2 que ocupa, tiene seis canchas, comedores, camarines, graderías móviles, jardines y estacionamientos. "Las familias de ascendencia árabe, profesionales y empresarios que vivían en el sector de Av. Perú y Loreto necesitaban un espacio donde practicar tenis. Ese es el origen de este centenario lugar", señala Jorge Rojas, presidente del club. "Todos los socios celebraremos con una cena y un partido de exhibición entre dos figuras señeras: Jaime Fillol y Sergio Cortés", agrega.
En el archivo de la institución hay trofeos, fotografías y anécdotas. Los hermanos Esteban, Alvaro y Jaime Fillol dieron sus primeros raquetazos en este lugar. Jaime Fillol Basabe, el padre, era socio del club y un día llevó a su hijo Jaime para que conociera el deporte. Como le gustó, se sumó el resto de hermanos. Incluso, ahí se inició la dupla de Fillol y Patricio Cornejo, quienes jugaron por primera vez un doble aquí. Años después, en 1972, la pareja llegaría a la final de Roland Garros.
Además de ellos, otros grandes pasaron por esta cancha de arcilla: Salvador y Elías Deik, Andrés Hammersley, Luis y Domingo Torralva, Alfredo Trullenque, Renato Achondo y Luis Ayala, quien en 1958 y 1960 llegó a la final del torneo francés Roland Garrós y obtuvo cuartos de final en el US Open.
Hoy, uno de los socios más antiguos es Miguel Zerené, quien con 82 años aún practica en el club cercano al Parque Forestal. Con seis décadas como miembro del "International", se define como un "sobreviviente". La familia de su padre llegó a Chile a principios de siglo desde Beityala, Palestina. Primero vivió en Villa Alegre, en la Séptima Región, donde sólo practicó fútbol, pero cuando llegó a Santiago junto con sus cinco hermanos, se sintió atraído por el tenis. Su casa estaba en la calle Loreto y el club sólo le quedaba a unos pasos. Fue ahí donde jugó por primera vez.
Ahora juega con sus amigos los fines de semana. "Hasta he ganado campeonatos de la tercera edad. Yo pretendía que mis 10 nietos siguieran jugando, pero no les gusta esto. Ninguno quiso seguir la tradición del tata. Al menos me di el gusto de jugar un campeonato con mi hijo Miguel Angel", señala Miguel Zerené.
Las mujeres no han estado ajenas al club. "Después de que la chilena Anita Lizana compitió en Europa y fue considerada entre las cinco mejores tenistas del mundo, otras deportistas se lucieron en la canchas del International. Leyla Musalem, por ejemplo, jugó profesionalmente y también era una de las miembros del club", recuerda Zerené.
El terreno pertenece al Ministerio de Bienes Nacionales, que lo entregó en concesión al club cuando aún se llamaba Ministerio de Tierras y Colonización. En los años 80 hubo intentos para que el sitio se ocupara para fines no deportivos, pero el apoyo de personalidades de la época no permitió el ocaso de la institución.
"El periodista deportivo Julio Martínez nos ayudó a defender la continuidad de esta tradición", dice Jorge Rojas.
Las épocas de auge del club coinciden también con la aparición de las grandes estrellas criollas, como Hans Gildemeister, Jaime Fillol, Nicolás Massú, Fernando González o Marcelo Ríos.
El máximo de socios que alcanzó a tener el "International" fue 200. Hoy tiene 100 y el promedio de edad ronda los 60 años. Sin embargo, los nuevos habitantes del sector -entre ellos, jóvenes extranjeros de los altos edificios de Bellavista- se han ido sumando.