Fue su primera patente. Su primera obra luego de dejar su trabajo como telegrafista. Y también, la primera vez que recibió un golpe duro. Directo al mentón. Todo eso se resume en el contador electrónico de votos que ofreció al Congreso en Washington una vez que vio que en cada votación, los congresistas se paraban uno a uno y decían a voz alzada su voto. A Edison le pareció un derroche de tiempo y energía.
El dispositivo tenía grabadora central que registraba las votaciones y calculaba la cuenta automáticamente. Edison pensaba que ese invento venía como anillo al dedo e, incluso, por ofrecerlo al Congreso le proporcionaría un salto a la riqueza. Pero la respuesta lo aterrizó de golpe: "Joven, si hay algún lugar en la Tierra donde su máquina no interesa en absoluto es aquí. La posibilidad de manipulación en las votaciones resulta imprescindible en esta institución".
Entonces, aprendió la lección: sus inventos, por encima de cualquier cosa, debían ser necesarios para los interesados.
Hace dos años, científicos del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, en California, dieron a conocer el sonido que salía de una muñeca creada hace más de un siglo. La muñeca cantaba Twinkle, Twinkle, Little Star…, la popular canción infantil, y la grabación había sido encontrada en el cajón del escritorio de una secretaria de Edison en 1967, pero sólo en 2011 se conoció su contenido.
Sí, Edison dijo antes que todos "mi muñeca me habló". Diseñó una versión más pequeña de su fonógrafo que reproducía canciones de cuna con la voz de una mujer y lo puso dentro de muñecas que importaba desde Alemania.
En marzo de 1890, Edison envió 2.500 muñecas para su comercialización... pero sólo se vendieron 500 y la mayoría fue devuelta. El público se quejó de que eran demasiado frágiles, que se rompían fácilmente, que había que dar demasiadas vueltas a la manivela para escuchar sólo unos segundos de la canción... y con una voz espantosa.
La expansión del ferrocarril y el florecimiento de compañías acrecentó la necesidad de herramientas que agilizaran la elaboración y copia de documentos. Edison leyó bien esa necesidad. O, al menos, eso creyó cuando en 1876 patentó la pluma eléctrica. Impulsada por baterías, este instrumento daba pequeños golpecitos a la hoja de papel creando agujeros y, de esa manera, haciendo plantillas que fracilitaban la tarea de copiar documentos.
Parecía coser y cantar... salvo porque la pluma eléctrica era demasiado ruidosa y harto más pesada que los implementos que se utilizaban hasta ese minuto. Y cuando Edison intentó dar solución a esos problemas, se sumaron complicaciones con las baterías. No perseveró en su intento porque se abocó a otros inventos. En todo caso, la pluma eléctrica no quedó en el olvido: es considerada como precursora del mimeógrafo e, incluso, de la aguja del tatuaje moderno.
Era una caja de casi un metro de alto. Tenía un agujero con un lente en la parte superior. Había que hacer girar una manilla para correr el rollo de película. Y permitía que una sola persona tuviera acceso a las imágenes. Así era el kinetoscopio creado por Edison, aunque esta vez comparte créditos con su ayudante, William Dickson. El visor se ponía en funcionamiento introduciendo una moneda que activaba el motor eléctrico y ofrecía una visualización de unos 20 segundos. ¿En que falló Edison? En su "visión": era un aparato para ver imágenes y no para proyectarlas pensando en los grandes auditorios. Otros se llevaron ese crédito.
Corría 1896 cuando Edison fundó la National Phonograph Company. Cuatro años más tarde, esa compañía lanzó al mercado una serie de fonógrafos de bajo costo para que la gente pudiera llevar el entretenimiento (la música, en este caso) hasta su propia casa. El novedoso servicio funcionó bien, especialmente con clientes de Nueva Jersey. Pero Edison no era amigo de la idea de prestar su servicio a celebridades para darse a conocer o de publicitarse. Sus competidores, como las compañías Victor y Columbia, lo hicieron mucho mejor en ese sentido. Y, además, establecieron el servicio casi a nivel nacional.
Otra del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley: el año pasado lograron revivir una antigua grabación realizada en una delgada película de papel de aluminio en 1878, el primer modelo de fonógrafo de Edison. Se trata de la primera grabación musical de la que se tiene registro.
Para realizarla, se debía mover una palanca a mano que hacía girar un cilindro bajo una aguja que se movía de arriba hacia abajo sobre la lámina, grabando las ondas de sonido. ¿El problema? La hoja de papel de aluminio era delicada y se dañaba fácilmente, por lo que sólo se podía utilizar una o dos veces y no se podía almacenar durante mucho tiempo. Y, como en otras ocasiones, aunque el invento causó expectación, faltó la estrategia de marketing para masificarlo.
Casi 10 años le tomaron a Edison llegar a la versión final del fonógrafo, patentado en 1888. El camino hasta la versión final le costató varios ensayos fallidos. Este es uno de ellos.
Cómo separar los minerales del material rocoso. Ese era el dilema de los depósitos que se ubicaban a lo largo de la costa este de EE.UU. Edison encontró una manera: una máquina de gran tamaño, en forma de pinzas que trituraba las rocas y, por medio de un electroimán, atraía las partículas de hierro y las separaba del resto. Incluso, Edison construyó su propia planta para esos efectos. Y soñaba en grande: extraer suficiente hierro como para abastecer a todo el mundo. El problema, otra vez, fue la competencia y la poca perseverancia para sacarse de encima los problemas que iban apareciendo.