La estadística dice que Chile es el tercer exportador mundial de manzanas detrás de la Unión Europea y China y que de cada 10 toneladas que se embarcan en algún puerto del planeta, dos tienen como origen algún huerto o campo de nuestro país. El dato menos conocido es quiénes están detrás de esta industria que, después de la uva de mesa, es por lejos la estrella de la fruticultura local. Los Reginato, socios de la exportadora Frusan, con una facturación en torno a los US$ 150 millones anuales, son parte de este fenómeno. La familia ya lleva cinco generaciones en Chile y se ubica, con holgura, entre los 10 mayores productores chilenos de esta fruta milenaria, que sólo en el año 2008 significó a la industria retornos cercanos a los US$ 600 millones.
En uno de sus campos en Rengo, ni Sergio ni Dino Reginato -cabezas del grupo familiar- hablan de cifras. Aceptan, sí, que a pesar de la coyuntura económica están en pleno crecimiento. "La crisis ha sido difícil para todos. Pero nosotros la estamos viviendo de una ma-nera muy light, por decirlo de alguna forma. Por el peso de las deudas que se requieren para estar en este negocio, hay que ser muy ordenado. Nosotros lo somos. Y, además, tenemos un buen equipo de administración", explica Sergio Reginato, quien ha estado al mando del clan por décadas.
En esta etapa de expansión, cuenta, están plantando 130 hectáreas adicionales de fruta en un proyecto en Freire y Traiguén. Ahí son dueños de 230 hectáreas cultivables, que se suman a las más de 400 que manejan en la VI Región. Si todo marcha como lo han previsto, en el corto plazo podrán decir que aumentaron en 40% su producción total de manzanas (el 70% de su oferta), peras, cerezas y kiwis, desde el nivel actual de 600 mil cajas cada año. Lo que venga después es una incógnita. "Nosotros nunca nos hemos puesto una meta a la cual llegar", agrega.
Otras actividades
No es la única actividad empresarial en la que participan. A través de la exportadora Frusan, que su padre Sergio Reginato fundó en los 70 junto a sus socios Guillermo Junemann, Roberto Tamm y Bruno Margozzini, han incursionado en negocios muy distintos de los agrícolas. Uno de ellos, el salmonero, una industria a la que ingresaron hace poco más de 10 años y de la que salieron hace apenas tres, cuando traspasaron el control de Salmones Chiloé a Aqua Chile, la mayor productora local, de las familias Puchi y Fischer. Vendieron antes de la crisis del temido virus Isa y, por lo tanto, a precios que difícilmente se podrían alcanzar en la actualidad, reconocen ambos hermanos.
Hoy, a través de la misma exportadora, tienen puestas sus fichas en el mercado peruano, en el área de producción de espárragos en las zonas de Pisco y Trujillo. "No nos podemos quejar. Perú, país desde el que exportamos 600 mil cajas, está creciendo muy fuerte y el potencial de su agroindustria es tremendo", explica Sergio Reginato.
El sector inmobiliario, con la construcción de algunos proyectos de edificios de departamentos en la Región Metropolitana, completa la agenda de los socios. Por cuenta propia, en tanto, la familia ha tenido otros emprendimientos, como las cerca de 20 hectáreas que dedicaron a la producción de vinos hace unos cuatro años, pero que dejaron hace un tiempo, porque no les gustó tener que depender de terceros para vender sus uvas, confiesan.
Pioneros
La especialización de los Reginato en las manzanas se explica por el carácter emprendedor de su padre, uno de los primeros en introducir la variedad Grand Smith al mercado chileno y en entrar al negocio de la exportación cuando las barreras comerciales de Chile recién comenzaban a abrirse. "El fue bien visionario, le dio un giro al fundo familiar y fue uno de los que introdujeron la parte agrícola a la cooperativa Copeval, que en sus orígenes era sólo lechera. Luego formó Frusan", recuerda su hijo Sergio, quien está convencido que la manzana pasará a ser el primer producto exportable a corto plazo, en reemplazo de las uvas.