El día después de la victoria. Angelo Henríquez acaba de terminar los ejercicios de elongación ordenados por el cuerpo técnico para todos los jugadores que participaron como titulares en el partido que la "U" ganó, cuatro a cero, a Huachipato, por el campeonato de apertura del fútbol chileno. Como si se tratara de un acto preestablecido, Angelo Henríquez fue, nuevamente, la figura rutilante de la cancha tras marcar dos de aquellos goles.
Mediodía del lunes 21 de mayo. El muchacho que pretende el mismísimo Manchester United inglés -el club de fútbol más rico del mundo, según Forbes-, se sube a su Volkswagen Golf blanco, nuevo, y abandona lentamente el Centro Deportivo Azul, imponente complejo ubicado en La Cisterna y construido por la sociedad anónima que regenta el club, para lograr campeonatos y jugadores exportables y así recuperar la inversión y generar ganancias. Angelo, de hecho y de momento, es la joya de ese proceso y se valoriza con cada partido en donde convierte goles.
"Cuando chico jugaba a la pelota y típico que me imaginaba siendo campeón del mundo", dice. "También pensaba que debutaba por la 'U', y ya es un sueño cumplido. Pero cuando llegué a este club, a los 12 años, les decía a mis compañeros de serie que me encantaría jugar en el Manchester, en el estadio de Old Trafford, el teatro de los sueños, al lado de Ruud Van Nistelrooy o de Wayne Rooney".
Hace algo más de tres meses, sin embargo, Angelo Henríquez pensaba que su futuro era muy incierto y complicado. No viendo opciones de jugar en la "U", él, su padre y los dirigentes del club pensaron que la mejor opción era que fuese cedido a préstamo a un equipo de Brasil o a un cuadro pequeño en Europa. Estuvo a punto de partir. Pero entonces, la suerte y el destino le permitieron debutar en el primer equipo. Hasta ese punto, su historia no difiere mucho de las expectativas cifradas en él.
Lo realmente asombroso fue que a su edad -en ese momento 17 años- se convirtió en un jugador que explotó, y al que no se le subieron los humos a la cabeza. Ingresó e hizo un gol en su debut internacional, siguió haciendo goles en el campeonato nacional y le entregó la clasificación a su equipo en la Copa Libertadores jugando en Argentina, con un gol solitario.
Así y más: hizo un gol histórico a Colo Colo, en una goleada histórica; se convirtió en el centrodelantero titular, por sobre otros jugadores mayores y con más pergaminos. Se hizo célebre: el valor de su pase se ha empinado, dicen, hasta los 8 millones de euros. Si es vendido, se cree que Universidad de Chile podría tener el dinero suficiente para construir su anhelado estadio. Todo en poco más de tres meses. Por eso es que, desde hace 104 días, Angelo Henríquez se convirtió en un jugador imprescindible para la "U".
Al abrirse el portón, un grupo de hinchas se abalanza al auto y saluda al joven que hace un mes cumplió los 18. Henríquez baja la ventanilla. Un hombre viejo, bajo y desaseado se le acerca y le da la mano,
-¿Cuántos goles va a hacer en la Copa Libertadores, fenómeno?
Angelo mira al viejo.
-Ojalá sean muchos -responde-. Esa siempre ha sido la idea.
Alfredo Henríquez, el padre de Angelo, también fue futbolista. Jugó en la "U" a finales de los 70 y terminó su carrera en Trasandino de Los Andes: en ese club dejaron de pagarle su sueldo, por lo que decidió retirarse joven de la actividad. Le ofrecieron un puesto de administrativo en un banco y se convirtió en número puesto en la liga bancaria de fútbol. Llegó a ser seleccionado chileno y viajó al exterior representando a los bancos de Chile. Su situación mejoró. Y gracias a ese cambio laboral, sus cuatro hijos han podido vivir cómodamente.
-En el condominio hay un pedazo de pasto -dice Alfredo-. Este pendejo jugaba allí todos los días, sin parar.
Angelo es el menor de los hermanos. Acompañaba a su padre a algunos partidos de fútbol, pero principalmente iba a verlo jugar tenis. De hecho, ingresó muy pequeño a la escuela del Club de Tenis de La Reina. Le hizo clases Armando Aguilar, el mismo entrenador que descubrió a Fernando González y quien vaticinó que sería un tenista de nivel mundial.
"Angelo llegó muy chiquito. De seis años", recuerda. "Y apenas lo vi me di cuenta de que tenía a un segundo Fernando González frente a mí. El chico sentía la raqueta de manera natural, se movía bien, golpeaba fuerte. Predije que llegaría a los 10 mejores del mundo. Creo que sólo me equivoqué de deporte".
Henríquez siguió jugando tenis, participó en campeonatos, aunque el fútbol rondaba en su mente. Había una razón: su hermano César, 12 años mayor, jugaba en la "U" y se convirtió en profesional. Cuando Angelo tenía 13, habló con sus padres y se decidió por el fútbol.
"Me gustaba el tenis, pero era muy individual", dice Angelo. "Siempre jugaba al fútbol y desde niño quise ser futbolista. Tenía que decidir y como mi hermano ya jugaba, pensé que yo también podría hacerlo".
Angelo era hincha de la "U". Iba a ver los partidos cuando su hermano jugaba, pero fue a probarse a la UC. A pesar de las comodidades del club cruzado, el experimento no fructificó. Su hermano habló con él.
-No huevees y ándate a la "U" -le dijo.
Cuando llegó a Universidad de Chile, el club estaba quebrado, pero a Angelo no le importó. Le hicieron una prueba física y fue el mejor, lo hicieron jugar y se dieron cuenta de que tenían a un prospecto potencialmente exitoso.
"Lo vimos y nos pareció que podría llegar lejos", cuenta el ex jugador Cristián Mora, que fue su técnico por tres años. "Hacía 40 goles por año. Siempre quería ganar. En las reuniones lo hablábamos, sabíamos que teníamos a una figura que, de no haber problemas, podría ser un gran futbolista".
Cuando Azul Azul tomó la concesión del club, las cosas cambiaron. Aparte de construir el portentoso complejo de La Cisterna, los nuevos dueños invirtieron en la formación de jugadores. Establecieron un libro de principios para su desarrollo, tras un estudio acucioso de varios modelos de formación de jugadores. Sabían que estaban años atrasados respecto de Colo Colo y la UC, y decidieron poner dinero, tiempo y tecno- logía. Lo lograron y acortaron la brecha en tres años. La prueba de ello es Angelo, a quien han hecho mediciones físicas, sicológicas, sociales, educacionales y futbolísticas.
"A Angelo le hemos medido hasta las uñas", explica Hernán Saavedra, gerente de fútbol joven de la "U". "Tenemos toda su información y sabemos cuánto ha costado, peso a peso, su formación. Recuerde que somos una fábrica de jugadores. También hemos tratado de fijarnos en sus características, para que, si nos encontramos con un niño de esas características, no lo perdamos de vista".
En el negocio de la formación de futbolistas siempre se trabaja en condicional. Pero con Angelo Henríquez el factor de riesgo era menor. Jugando un campeonato juvenil por Universidad de Chile, uno de los clubes más importantes del mundo se dio cuenta del valor que podría tener en el futuro. Era 2009 y Angelo tenía 15 años.
"Lo vieron en una Copa Nike y de inmediato llamó la atención de un agente del Manchester United. Lo llevó a una prueba en Sao Paulo, a un equipo filial, y se encargó de convencerlos de inmediato. Lo hicieron jugar y él anotó un gol", recuerda Hernán Saavedra.
Su pase, en ese año, fue tasado en algo más de 4 millones de euros.
Cuando Bryan McClair, encargado de fútbol joven del Manchester United, vio al muchacho, se le acercó a Alfredo Henríquez y le dijo:
-Su hijo es muy tímido fuera de la cancha, pero es un verdadero león dentro de ella.
Angelo ha viajado varias veces a Brasil y en dos ocasiones, a Inglaterra. Estuvo en el Old Trafford, el mítico estadio del Manchester United, y compartió con algunas de sus figuras. Vio pasar a Wayne Rooney, el centrodelantero titular, en medio de un pasillo, pero no lo saludó.
-A lo mejor sabe que le puedo pelear el puesto -bromea.
Hoy, en la casa de sus padres, en La Reina, Angelo juega Playstation con el Manchester United. Hace un año decidió dejar el colegio de toda su vida, el British Royal, y hacerlo en uno especial, para deportistas. Sin embargo, siempre que puede va y se junta con sus ex compañeros. El British le ofreció graduarse con su curso a finales de año.
Ramiro Menares fue su profesor de fútbol en el colegio desde los ocho años. "Cada vez que lo veo hacer un gol me emociona y siento orgullo, pero es extraño porque se los vi hacer desde niño. Angelo, hoy, sólo está cumpliendo su destino", dice.
Angelo nunca quiso subir de categoría. Sus amigos de esa generación, en donde también destacan Igor Lichnosvky y Cristóbal Vergara -que ya alternan en el primer equipo de la "U"- siguen juntándose después de los entrenamientos.
"Después de las prácticas, cuando los profes nos hacen elongar, nos sentamos en el pasto y empezamos a recordar", dice Cristóbal Vergara, amigo y compañero en la "U" desde los 13 años. "Cada uno venía de mundos muy distintos, pero acá éramos iguales. Nos unían los sueños. El otro día miramos el pasto verde de la cancha de fútbol y nos acordamos de que al principio nos duchábamos con agua fría. De que queríamos jugar en el Barcelona o en el Manchester. Y cada uno lo ha ido cumpliendo".
Angelo Henríquez mira la pantalla. En el play hace que el defensa Ferdinand lance un pase largo al mediocampista Ryan Giggs, y éste al atacante Rooney. El remate sale ligeramente desviado.
"Mi futuro está acá. Soy feliz con mi vida aquí, en la "U". Mi sueño se ha cumplido en parte. ¿Y qué futbolista no quiere triunfar en el mejor fútbol del mundo, disputar la Champions, ser campeón del mundo? Eso he querido desde niño. Todos jugamos con ese sueño".