Bajo el reactor N° 4 dos piscinas de seguridad estaban por rebasar. Sobre ellas, el reactor abierto, fundiéndose. La explosión en Chernobyl había tenido lugar horas antes y el fuego en la planta había sido controlado. Pero la presión en las piscinas aumentaba. Una segunda explosión expandiría aún más la radiación en el ambiente que ya superaba los niveles tolerables para la salud humana. Se decidió, entonces, abrir las exclusas para que cediera la presión. El sistema eléctrico de la planta había colapsado y la única forma de realizar la operación era con hombres. Dos ingenieros se ofrecieron como voluntarios para sumergirse en una piscina que ya lucía azul fosforescente.

Los buzos de Chernobyl, como los llama Grigori Medvedev, en su libro La verdad acerca de Chernobyl (un reporte de quien fue nominado por el gobierno soviético para investigar la tragedia de 1986), así como los bomberos, ingenieros, químicos y personal de la planta fueron los primeros liquidadores.

Likvidator es un término ruso que proviene del verbo "eliminar". Tras el mayor accidente registrado hasta ahora en una planta nuclear, a Chernobyl y los poblados ubicados 30 kilómetros a la redonda -zona de exclusión- llegaron aproximadamente 300.000 liquidadores entre 1986 y 1989.

Al igual que sucede hoy con los 180 hombres de Fukushima que permanecieron en la planta nuclear para intentar controlar la emergencia, los liquidadores de la fase inicial de Chernobyl fueron quienes estaban en la zona en el momento del accidente o arribaron el primer día. Por ejemplo, los pilotos de los helicópteros que lanzaron agua al reactor con la misión de bajar la temperatura del núcleo. En esas primeras horas, según la investigación de Medvedev, el director de la planta de Chernobyl se rehusó a admitir que el reactor había sido destruido, pese a que en los alrededores se hallaron trozos de granito que sólo podían explicarse porque el núcleo estaba expuesto. Los pilotos no lo sabían, por eso lanzaban agua y se expusieron a niveles de radiación que dañaron irreversiblemente su organismo.

Un segundo grupo de liquidadores fueron los que llegaron a partir del día dos, luego de la evacuación de Pripyat y su misión fue limpiar la zona. Estos se quedaron hasta la construcción del sarcófago, una estructura de cemento que cubrió el reactor y su material radiactivo. Esa labor terminó en noviembre de 1986. Entre este grupo están los cerca de 3.500 soldados y reservistas también conocidos como Bio-robots. Estos hombres entraron en acción luego de que los robots mecánicos no pudieron limpiar el techo del reactor 3, donde los restos de granito se habían acumulado tras la explosión. La radiactividad era tal, que los mecanismos electrónicos de esos dispositivos colapsaron. Los Bio-robots subían y limpiaban con palas y manos, cubiertos con cotonas de plomo de 35 kilos, en turnos de hasta 10 minutos.

Entre los dos primeros grupos hubo cerca de 138 mil hombres. Uno de ellos fue Sergii Mirnyi, un químico que había trabajado en un destacamento militar en protección de radiación. "Serví en la única compañía que sistemáticamente realizó reconocimiento radiactivo tanto en el corazón del radio de 30 kms. de Chernobyl como en el vasto territorio adyacente (de unos 100 kms)", recuerda hoy Mirnyi para La Tercera. "Al llegar, tuve el sentimiento de un adolescente: pese a haber sido entrenado profesionalmente, me encontré en un nuevo mundo. No me sentía seguro sobre cómo entender este mundo, cómo adaptarme", cuenta sobre su experiencia de dos meses y medio en el lugar.

De acuerdo con una investigación de las universidades de Salzburgo, de Londres y del Hospital Real de Londres, el 63% de los liquidadores tenía entre 30 y 39 años; y sólo un 1% eran mujeres. Según otro estudio, la dificultad para determinar el real daño a los organismos de estos hombres se debe a que menos de un 10% de quienes realizaron esas tareas tenían medidores de radiación. Por la tragedia global, la OMS estima que se producirán 4.000 muertes, además de otros 4.000 casos de cáncer.

Las labores de limpieza y detección de radiación en la zona mantuvo a los liquidadores hasta 1989, ingresando a los 30 km de la zona de exclusión. Con el paso de los años, Mirnyi se ha reconciliado con su paso por el lugar: además de publicar dos libros sobre el tema, fundó la firma Chernobyl-Tour por la que ha realizado visitas guiadas al lugar.

Salvo los militares, miles de ellos fueron voluntarios. Por eso en Rusia y en los países de la Unión Soviética la palabra liquidador es sinónimo de: sobreviviente, héroe y víctima.