Error N°1

El 95% de los padres tiene como principal tema de conversación con sus hijos las notas del colegio.

Pamela es del tipo de madre que se toma en serio el colegio: está encima de las tareas de Rafael (9), contrató a una profesora particular sin que la libreta de notas hiciera un llamado de alerta y con las otras apoderadas se junta a hablar de los profesores y del colegio. A Carlos no le convence ese sistema y prefiere ubicarse en la vereda del frente: le ofreció dos mil pesos al Rafa para que suba su nota en lectura. "No sé si es la mejor manera de animarlo, pero al menos, no le pongo presión", dice. A él no le acomoda el sistema de Pamela, pero asume que es una pelea perdida. Por eso, busca otros puntos de encuentro con su hijo. Como la música. Carlos está lejos de ser un experto, pero se esmera. "El otro día vio el video de Thriller y me preguntó cómo hizo Michael Jackson para tener la cara tan blanca. Tuve que buscar en internet para explicarle bien", cuenta.

Reducir el espacio de interacción con el hijo a un tema relacionado con la obligación, con el deber, puede terminar condicionando el afecto en la relación, cayendo en cosas como "te quiero si me traes un 7" o "no me hables, hoy te sacaste un rojo", explica Raúl Carvajal, sicólogo de la Clínica Santa María. "Esto inevitablemente termina distanciando a los padres de los hijos, pues estas lógicas generan un alto resentimiento en éstos", explica Carvajal.

Error N°2

El 34% de los padres se queda hasta tarde ayudando a su hijo en un trabajo escolar, y el 43% les soluciona un problema con el profesor.

"¿Domi, viste cómo nos quedó la rosa"?, le preguntó Nayyán (36) a su hija. A Dominga (6) le gustó el resultado de la tarea y se fue feliz al colegio. Sin embargo, no fue ella quien la hizo. "Cuando las cosas no le resultan, se pone medio odiosa, así que la acuesto y yo se la termino", cuenta Nayyán. Y eso fue lo que hizo el pasado martes, cuando recortó y pegó una rosa al lado de la frase "cuántas rosas tiene tu rosal", de la lección de lectura, prioridad en esta etapa en que está empezando a leer. "Las otras mamás también ayudan", se excusa. "¿Si la Domi abusa? A veces me pide que le haga las cosas, porque me quedan mejor, pero trato de ayudarla, más que hacérselas".

La nota de esta tarea será para Dominga, pero es de Nayyán. Y esto provoca una situación confusa, un conflicto permanente con la responsabilidad, porque los papás tienden a creer que ayudar es asistir y el mensaje que entregan con este tipo de actitud es "no seas responsable porque te vamos a resolver el conflicto", sin dejar que el hijo asuma las consecuencias de sus actos. "Nos apropiamos de sus conflictos, pero también de sus logros, porque la buena nota o la resolución de la situación ya no tienen que ver con él", explica Carvajal. Esto debilita el espíritu de los hijos, pues el aprendizaje está en las consecuencias de las cosas que hacen.

Error N°3

El 62% (siempre o a veces) ayuda a su hijo a ordenar su pieza, para evitar peleas o negativas, y el 36% cede cuando su hijo argumenta que su hermano "no hace tal cosa".

Cuando Andrés (36) y el Mau (7) encienden la consola, sólo la evidente diferencia de porte permite saber quién es el papá y cuál el hijo. A Andrés le gusta tener un punto de encuentro con el Mau: "Uno toma el rol de amigo de los hijos porque, desde chico, vienes con el trauma de que tu papá no te dejaba conversar en la mesa o que lo que decía era ley. Ahora, en cambio, uno quiere un hijo más participativo y lo incluye en todo. Como si fuera tu partner". Pero el problema con este cambio de roles es insoslayable: "Si están jugando y es hora de comer o acostarse, el Mau no me hace caso porque se siente validado por su papá", cuenta Bárbara (35). Así, los cinco minutos que pide para seguir jugando se convierten en media hora.

El sicólogo Raúl Carvajal explica que la falta de autoridad es hoy uno de los mayores problemas a nivel de crianza. ¿Por qué? Por el deseo de evitar el modelo autoritario que marcó la crianza hace un par de generaciones, o bien, surge como una especie de compensación por el poco tiempo que tengo para los hijos o por el miedo a generar algún tipo de trauma. "La falta de autoridad lleva a límites ambiguos, poco claros e inconsistentes, y esto es uno de los motivos por los que tanto niños como adolescentes sufren de ansiedad", dice.

Error N°4

Al 83% le da miedo que su hijo pueda ser influenciado por amigos o compañeros que no le agradan.

Karina (36) tiene un dilema constante: sabe que tiene que confiar de a poco en su hija. De hecho, el Colegio Suizo, donde está la Bea (6), refuerza mucho la autonomía. "Nos entregan pautas de cómo lo tenemos que hacer", cuenta Karina. Pero a ella y a Cristián les cuesta un mundo, por muy conscientes que estén de cómo deben actuar. "Cuesta desprenderse de ese rol y darle la posibilidad de que se equivoquen", explica. Por eso, el camino corto es dejarla sin poder de decisión: elegirle la ropa y decirle que es mejor que juegue con esta amiga que con esta otra. "Yo trato de que no sea así. Pero pucha, si ella se equivoca es una la que se siente culpable". Karina y Cristián lo han conversado y han ido de a poco.

El sicólogo Raúl Carvajal traduce esta falta de confianza en el hijo como una falta de confianza en lo que se ha hecho como padre, pues los hijos enfrentarán el mundo con las herramientas que los papás les han entregado. En esos términos, recomienda reconocer los propios miedos para hablarlos con los hijos y luego, acompañarlos hasta donde ellos permitan. "De ahí en adelante tienen que ser ellos los que asuman las consecuencias de sus decisiones. Esa es la manera de crecer".

La autonomía es un tema para los papás: el 40% teme que su hijo le esté escondiendo con quién se junta y qué hace. El 24% ha revisado el diario de vida o el correo electrónico de su hijo.

Error N°5

Sólo el 17% de los padres le dijo a su hijo que se sentía orgulloso de él sin tener una razón específica (el 41% lo hizo por las notas y el 12% por un logro artístico o deportivo).

El martes, Catalina (5) se despertó de mal humor. Cuando Francisca (33) le insistió que se levantara para ir al colegio, recibió un "no te quiero" de retorno. Francisca no ahondó en el tema. Al llegar al colegio, la Cata le pidió que la llevara en brazos en un afán de regalonear y buscar cercanía. Y estando así, le pidió perdón a su madre. Por respuesta, Francisca le dijo que estaba orgullosa de que sola se diera cuenta del error. "Una está orgullosa de ellos, pero es difícil decirlo sin una conducta de por medio y una lo hace, en general, para refrendar ciertas actitudes. Pero no significa que no esté orgullosa siempre", dice Francisca.

La sensación de ser queridos por el simple hecho de existir es fundamental en el desarrollo de una autoestima sana, porque cuando se condiciona el afecto a lo que se hace, se privilegia el tener por sobre el ser, dice Carvajal. "La mayoría de las veces esta dificultad es heredada, se repite un patrón aprendido, no sabemos manifestar afecto, porque no nos enseñaron".

Error N°6

El 49% de los padres, cuando se enojan, le dice a su hijo "no te das cuenta de todo lo que hago por ti".

Vanesa Rivas (28) se llevó una sorpresa desagradable en la última reunión con la profesora de su hijo Benjamín (7): "¿Por qué tiene esas notas si es un niño inteligente?", le dijo la educadora en tono de reto. "Me molestó que me dijera eso y que me pidiera mayor dedicación para estudiar con él. Yo trabajo", se queja Vanesa. Cuando llegó a la casa, conversó con su hijo. "'Yo no me saco la cresta para que tengas esas notas', le dije. Siempre le he dejado claro que la única responsabilidad que tiene en su vida es estudiar. Para eso lo tengo en un buen colegio. Es bueno que ellos sepan desde chicos los esfuerzos que hace uno", dice.

Pero para el sicólogo Raúl Carvajal, esa no es la forma. Los padres hacen las cosas por sus hijos desde el amor, la responsabilidad o desde la entrega y sin esperar reconocimiento por hacerlo. "Si no tendríamos que asumir que estamos invirtiendo en ellos, dando algo porque espero una ganancia mayor. Y la crianza no es un negocio". Otro punto, agrega, es observar cómo apelamos a la culpa para lograr un cambio de conducta: "Ese mecanismo no sólo es poco estético, sino que además, puede llegar a enfermar emocionalmente a quien lo sufre permanentemente".

Error N°7

57% de los padres tiene conversaciones "sin filtro" delante de sus hijos, cuando éstos aún no saben hablar.

Cuando Raimundo y Mónica se separaron, Andrés tenía dos años. El quiebre fue tema de conversación en los masivos almuerzos familiares. "Yo trataba de no hablar mal de ella delante de mi hija grande. Pero con el más chico uno no tiene el mismo cuidado… no se da cuenta de que puede entender algo", relata. Incluso, más de alguna vez su hija Paz (10) apareció en escena en plena charla y escuchó frases o comentarios que no debería. "Ahora uno le toma el peso al asunto. Pero en ese momento tiene rabia y quiere dejar en claro su punto de vista ante su familia. No es algo de lo que ahora me sienta orgulloso". Raimundo nunca le ha preguntado a Paz qué escucho.

Para Raúl Carvajal, los papás subestiman la capacidad de comprensión de los hijos. "Hasta los ocho o nueve años, los niños son muy receptivos respecto de los comentarios o juicios que se realizan, quedando a veces establecidos como verdaderos mandatos, que podrían repercutir en su vida".

Error N°7

60% escoge las actividades extraprogramáticas que sus hijos deben realizar.

María Eugenia Guerra (29) dice que sentir culpa le jugó una mala pasada: "¿Por qué mi hijo se va a aburrir si puedo pagarle algo para que se entretenga?", se preguntó. Buscó la respuesta en su hijo Luciano (5) y la encontró más rápido de lo que creía. El niño quedó tan feliz con una película de artes marciales que lo inscribió en un taller de taekwondo. Duró dos clases. Algo calcado ocurrió con el fútbol: plata perdida. "Creo que es el mal de todos los papás: piensan que los niños de hoy siempre tienen que estar haciendo alguna actividad. Tal vez nos proyectamos en ellos y como corremos todo el día, creemos que si se aburren los estamos descuidando", explica. La tercera fue la vencida. Luciano le dijo que quería aprender a nadar. Ella, esta vez, se lo tomó con calma. Espero un tiempo prudente. Luciano lleva tres meses en natación.

El sicólogo explica la situación. "Vivimos en los tiempos de la hiperestimulación, donde parece que mientras más cosas hacen los niños serán 'mejores'. El problema es que cuando decimos 'mejores', pocas veces pensamos en nuestros hijos y sí en lo bien que suenan estas actividades cuando se lo contamos a amigos o familiares. Hay una competencia muy grande respecto a qué hijo es más talentoso, fuerte, rápido, etc.". Esta hiperestimulación va acompañada del gran temor a que los hijos sean unos "vagos", que se pasen el día sin hacer nada. Sin embargo, el aburrimiento no tiene nada de malo: es el paso anterior a la creatividad.