GENERALMENTE quienes van al Cajón del Maipo no recorren más allá de lo que ven alrededor del camino, pero aquí hay mucha historia que contar", dice el arquitecto Humberto Espinosa, quien junto al arqueólogo Angel Cabeza y el periodista Andrés Gutiérrez acaban de publicar el libro El patrimonio del Cajón del Maipo.
La ruta G-25 o Camino El Volcán no sólo equivale a restaurantes, salones de té y campings. En sus alrededores también existen riquezas patrimoniales que pueden visitar. Como, por ejemplo, la centenaria Aduana Portillo del Maipo, ubicada a 37 kilómetros de Santiago (ver infografía) y que antiguamente controlaba a los ganaderos que llegaban con sus animales desde Argentina. Pese a que por ahí pasaron también visitas ilustres como Charles Darwin en 1835 (según lo documentó en sus escritos), el edificio de un celeste desgastado pasa inadvertido al costado norte de la vía. Hace 40 años que ya no funciona, pero puede ser visitado.
Pocos metros más allá está la capilla del ex Fundo El Manzano, que pese a haber sido construida a mediados del siglo XIX y manejada por los misioneros que llegaban al valle, aún sigue celebrando misas. Unos kilómetros más allá, todavía subsiste otro edificio religioso: la capilla Las Mercedes (1903), que está en el Melocotón Alto. Aunque deteriorada, aún guarda parte de su arquitectura para ser visitada.
A pasos de la plaza de San José de Maipo existía en 1834 un hotel llamado Gran Hotel Francia. Recibía a los capitalinos que en esa época buscaban salir de la ciudad a respirar "otros aires", pero con el tiempo empezaron a recibir a aquellas personas que necesitaban mejorarse de sus enfermedades respiratorias. Así, este reducto se convirtió en uno de los primeros sanatorios pensionados del país y pasó a llamarse Sanatorio Laennec, en honor al inventor del estetoscopio.
El pueblo fue ganando su reputación como balneario de reposo, y en 1919 se construyó en el cerro Divisadero una hermosa casona neoclásica, la Casa de Salud de Mujeres "Carolina Doursther", que aún recibe a pacientes con enfermedades respiratorias. "Si bien ambos lugares hoy mantienen a un número menor de pacientes, es posible ir a ver su arquitectura, previo aviso", comenta el encargado del área patrimonial del Servicio de Salud Suroriente, Alejandro Vial.
Hay otro cajón dentro del cajón. Es el del río Olivares, en el sector de El Alfalfal. Es un sendero de montaña de 27 kms que puede recorrerse en cuatro días. Hasta acá se llega a caballo o en 4x4 y el objetivo final es un gran salto de agua. Cuenta la historia que a través de este valle traían mercancías de contrabando y esclavos afroamericanos en tiempos de La Colonia. Hoy, la ruta está protegida por el Ministerio de Bienes Nacionales y puede visitarse, previa inscripción en sus oficinas.
Mención especial merece El Volcán, un pueblo casi fantasma que a principios del siglo XX albergó a miles de explotadores de yeso, sus casas, una escuela, un cine y canchas de fútbol, y hoy sólo tiene una veintena de habitantes. Aún ahí se puede ver la línea del tren que llevaba pasajeros provenientes desde Santiago.