Estar dentro de los cinco operadores de turismo antártico más importantes del mundo en los próximos tres años es una de las principales metas de Antarctic Shipping. La compañía -ligada a las familias Kreutzberger, Schiess, Peter Hiller y el norteamericano Richard Huber- es la única empresa de Latinoamérica que realiza una ruta en barco hacia la Antártica, compitiendo principalmente con firmas como National Geographic.

Este año, pese a que la ocupación de su crucero Antarctic Dream disminuyó por la crisis financiera -opera entre el 60% y 65% de su capacidad versus el 80% de la temporada pasada-, la compañía no ha frenado sus planes. "Sabemos que llegar a ser un operador relevante a nivel mundial requiere ciertos pasos previos", asegura el director ejecutivo Mauricio Retamales. Agrega que "el principal desafío pasa por aumentar la capacidad".

Hoy la compañía tiene sólo un crucero, que posee una capacidad para 80 pasajeros. Con ese barco, la firma hace dos rutas: la Antártica clásica de noviembre a marzo (con partida y regreso desde Ushuaia, la capital de Tierra del Fuego, pasando por las Islas Shetland del Sur y la Península Antártica) y el Artico de julio a septiembre (Noruega, Groenlandia e Islandia, hasta la isla Spitsbergen, al interior del Círculo Polar Artico). La idea ahora es incorporar un nuevo barco. Para eso están evaluando dos opciones: hacer otro barco -cuyo valor es de US$ 30 millones aproximadamente- o arrendar embarcaciones por 100 días, que cuestan US$ 2 millones.

Esta decisión la deberían tomar entre 2009 y 2010, puesto que "si la idea es elaborar un nuevo barco, esto demora alrededor de dos años", asegura.

Incorporar nuevos servicios también está dentro de los planes de crecimiento. "Para la temporada 2010-2011 queremos ser un Tour operador, lo que implica, por ejemplo, tomar a los pasajeros en Buenos Aires, pasearlos, arrendar un avión y llevarlos al barco", destaca Retamales. Hoy todos los clientes se juntan directamente en Ushuaia. Lo anterior iría aparejado con otro proyecto: tomar cuatro destinos chilenos de reconocimiento mundial -San Pedro, Isla de Pascua, Torres del Paine y Antártica- y comercializarlos como un paquete.

De hecho, Retamales no descarta la posibilidad de incorporar los negocios de los socios en esto, por ejemplo, el Hotel Hangaroa, en Isla de Pascua, de Cristoph Schiess.

El Artico

El 2008, la compañía inauguró su ruta al Artico, siendo la primera embarcación de armadores chilenos que se incorpora a la navegación ártica. El viaje dura siete días y representa el 35% de sus ingresos.

"Esta ruta se ha ido consolidando, y tiene bastante buena ocupación porque es más barata", asegura Retamales. Cuesta US$ 4.000 por personas versus los US$ 7.000 que hay que pagar por ir a la Antártica. Esto, a juicio del ejecutivo, ocurre porque el Artico es más masivo. "Es una ruta que lleva 40 años y la abordan muchos países".

La Antártica, en tanto, lleva cinco años de desarrollo y participan sólo 16 actores.

Ahora, la compañía está empezando a promocionar las rutas entre ambos polos. Ya tienen un acuerdo con un tour operador norteamericano para comercializar un viaje de regreso por el norte, por Irlanda, Escocia e Inglaterra.