El 4 de septiembre, la sede central del Partido Radical fue incendiada por manos anónimas. En las horas siguientes, circuló por Santiago el rumor de que el PR había decidido retirarse del gobierno de Allende. Sin embargo, era una versión totalmente infundada: mientras estuvieran en la dirección del PR algunos de los más fieles allendistas, como Hugo Miranda, Anselmo Sule, Aníbal Palma, Orlando Cantuarias, Edgardo Enríquez y otros, el PR nunca abandonaría al Presidente.

En cambio, sí era verdad que el PR estaba indignado con la intransigencia del "polo revolucionario". Muchos de sus dirigentes creían que ya era hora de que Allende se impusiera en el PS y que el gobierno definiera una posición clara frente al MIR, lo que venía pidiendo desde 1972. Pero, igual que otros sectores, el PR llegaba exangüe a 1973.

El partido más antiguo del país (1888), con la juventud más antigua (1917), había representado con nitidez a las clases medias -artesanos, comerciantes y profesionales- hasta pasada la mitad de siglo XX. En 1937 concurrió con el PS, el PC, el Partido Democrático y otras organizaciones a la formación del Frente Popular, y lo lideró durante tres gobiernos y toda la década del 40.

El último de sus gobernantes, Gabriel González Videla, dictó en septiembre de 1948 la Ley de Defensa de la Democracia para proscribir a uno de sus aliados, el PC. En las elecciones siguientes el PR no pudo elegir a su candidato y sólo volvió al gobierno con el conservador Jorge Alessandri, un giro a la derecha que inició la emigración de sus militantes jóvenes. En 1964 presentó como candidato a Julio Durán, encabezando la coalición de la derecha, que, sin embargo, se volcó hacia Frei ante el temor del triunfo de Allende. Durán no se retiró, pero obtuvo un magro 4,98%.

Ese abandono de su tronco de centroizquierda produjo en 1965 la rebelión de su juventud, que pasó a llamarse Radical Revolucionaria, en línea con los vientos de los tiempos. Su primera acción fue exigir la expulsión de Durán, lo que logró en una tormentosa convención donde Durán se enfrentó con Luis Bossay en un duelo retórico del que salió victorioso el segundo. En respuesta, en 1969 Durán fundó con otros líderes históricos la Democracia Radical y se alió al PN para formar el primer frente de oposición a Allende.

El PR, en tanto, se sumó a la Unidad Popular y presentó como precandidato a Bossay. Luego adhirió a la proclamación de Allende. Y en su XXV Congreso, en agosto de 1971, se declaró marxista. Era el cuarto y último partido que adoptaba esa definición, una decisión que el líder del PC Luis Corvalán consideraría "un error", puesto que alejaba al PR de su misión de allegar a la UP a las clases medias, la pequeña y la mediana burguesía. En esa misma reunión se eligió presidente al diputado Carlos Morales, se negó el voto a unos 400 delegados y en la práctica se dejó fuera del partido al sector liderado por los moderados Bossay y Alberto Baltra. ¿La consecuencia? Se formó el Partido de Izquierda Radical (PIR), que permaneció en la UP hasta el año siguiente, cuando se pasó a la oposición.

En ese momento, el PR completaba dos fraccionamientos en menos de 10 años, igual que la DC. Más paradójico era el hecho de que la dirección del PS detestaba intensamente a los radicales, a quienes consideraba autores de la mayor "traición" del siglo XX, la proscripción de los comunistas. Irónicamente, no era el partido víctima de ese acto, el PC, sino su socio, el PS, quien deseaba cobrar aquella cuenta. Los socialistas se opusieron a la presencia del PR en la UP, y sólo la tenacidad de Allende y el apoyo del PC consiguieron quebrar esa intransigencia. La razón de estos últimos era incontestable: el PR era la segunda fuerza de la UP en la Cámara, con 19 diputados, tres menos que el PC y cuatro más que el PS. Casi la mitad de ese vigor se fue con el PIR.

Para 1973, el PR estaba del lado de los partidos que defendían el programa de la UP, la vía parlamentaria y de consolidación del socialismo y al Presidente Allende. Su presidente, Anselmo Sule, y el senador Hugo Miranda empeñaron esfuerzos ingentes por detener la polarización promovida por el PS y el Mapu, lo mismo que, en el otro bando, trataba de hacer Bossay entre la DC y el PN.

Cuando ya casi no quedaba espacio, el 10 se septiembre, el senador Miranda, amigo personal de Allende desde los años 50, almorzó con su colega Orlando Cantuarias y, compartiendo preocupaciones, se dirigieron a ver a los dirigentes del PC Corvalán, Millas y Víctor Díaz. Estos les contaron que habían enviado a Allende un memorando con sus ideas sobre el plebiscito. Luego Miranda y Cantuarias partieron a La Moneda, donde Allende los recibió tocándose un bolsillo donde tenía el documento del PC: "Aquí hay un solo partido que realmente colabora", le dijo.

Miranda le ofreció escribir una minuta que podría servir de base para su discurso anunciando el plebiscito. La redactó en el mismo Palacio y se la entregó al Presidente, que se la llevó para analizarla en la que sería su última noche.