Dos son las historias más arraigadas con respecto a su origen, una hace referencia a una fiesta donde asistió Pedro Montt, Presidente de Chile entre 1906 y 1910. Al retirarse del lugar, habría olvidado la pistola Colt que solía portar, y al devolverse a buscarla, los contertulios lo instaron a quedarse. "Pero se había acabado el trago, así que agregaron aguardiente a las tazas con café. El nombre Colt de Montt habría derivado en cola de mono", cuenta Claudio Soto, dueño de la Confitería Torres, cuya primera sucursal abrió en 1879. Ahí el cola de mono casero se sirve durante diciembre en una copa de pisco sour o hecho helado, en un postre con damascos gratinados y crema.

La otra historia hace referencia a la misma Confitería Torres: uno de sus garzones tenía la receta y luego de prepararla la envasaba en botellas de Anís del Mono, que se caracterizaban por tener en su etiqueta un mono de cola larga. "Le preguntamos a José Armando de Ramón, premio nacional de Historia, sobre el origen, y él nos explicó que ambas historias eran ciertas, es la verdad tras el boca en boca", señala Soto.

Por la memoria gustativa

A pesar de estas historias, el tradicional brebaje ha perdido popularidad entre los tragos criollos y cuesta encontrar restaurantes que aún lo sirvan. "El número de clientes que lo pide es contado con los dedos, se olvidan de que existe, pero siempre lo ofrecemos", dice Alfredo Gutiérrez, chef ejecutivo del Bar Liguria.

Leche condensada, clavos de olor, canela, café y agua ardiente de Chillán son los ingredientes de los 22 litros que se fabrican cada tres semanas para las tres sucursales de la cadena. "Tenemos cola de mono el año de corrido, porque es parte de nuestro patrimonio gastronómico, de lo que queremos mostrar y recobrar", agrega Gutiérrez.

Enclavado en Huérfanos 1151 desde finales de los 50, el Bar Nacional 1 es otro de los locales tradicionales del centro de Santiago donde se puede encontrar cola de mono durante todo el año. Para servir o para llevar, en botellas que cuestan $ 4.000. "Somos conscientes de que se trata de un trago que ha ido perdiendo terreno ante el terremoto y la cerveza. La mayoría de la producción, cerca de dos mil botellas, se venden para la semana del 24 y 31 de diciembre", explica Martino Canata, gerente general del Bar Nacional 1, quien si bien es reacio a contar la receta, señala que se trata de una familiar que fabrica el mismo barman hace más de 15 años.

En el pasaje de los lustrabotas, Bombero Ossa 1015, se encuentra Salvador Cocina y Café, el restorán que atiende de lunes a viernes con un menú de almuerzo que cambia a diario, basado en productos frescos de La Vega. Ahí, el cola de mono no se vende, se regala, a los comensales que quieran probarlo. "La receta la aprendí de mi abuela, quien la hacía para los camioneros de La Vega", señala don Augusto Peña Salas, maestro cocinero en Salvador Cocina y Café, quien cuenta que el secreto está en usar leche condensada, para que dure más.