Las escenas de decenas de edificios destruidos, gente huyendo despavorida por las calles, cadáveres bajo los escombros y gente viviendo en la calle por temor a las réplicas, seguramente causaron extrañeza y asombro entre los chilenos que veían por televisión las imágenes provenientes de Lorca, ciudad española que el miércoles fue azotada por dos sismos, de 4,5 y 5,1 grados Richter. Después de todo, se trataba de temblores menores si se los compara a los terremotos que azotaron a Chile en 2010 (8,8) y a Japón (9), pero que aún así no tuvieron clemencia con la localidad europea: casi una decena de muertos, centenares de heridos y medio millar de inmuebles con daños graves.

Lo cierto es que lo ocurrido en la ciudad española de 92.600 habitantes no es un caso aislado. Los científicos han identificado una serie de factores que pueden transformar un temblor de mediana intensidad y que en Chile pasa inadvertido, en uno capaz de generar mucha destrucción. Factores que están presentes en varias urbes, incluyendo a una de más de 8 millones de habitantes y ubicada al otro lado del Atlántico: Nueva York.

¿Por qué estos sismos bastan para generar tanta destrucción? Roger Musson, sismólogo del Servicio Geológico Británico, explicó al diario Independent que más allá del hecho de que Murcia, donde se ubica Lorca, es la zona sísmica más activa de España -por la existencia de varias fallas-, el epicentro de los temblores estuvo apenas a 4 km de la ciudad y a menos de 3,2 km de profundidad (usualmente se producen en un rango de 9,6 km y 19,3 km de profundidad, lo que dispersa su violencia).

Además, gran parte de los edificios afectados se construyeron hace más de 25 años, antes que entraran en rigor las normas antisísmicas en España. "En promedio, hay unos 1.000 sismos magnitud 5 cada año, es decir, unos tres al día. Ocurren principalmente en el mar o lugares remotos. Sólo cuando se dan en un sitio como Lorca se genera tanto daño", dijo Musson.

Amenaza latente

En noviembre de 2010, los neoyorquinos vivieron el mayor sismo en 18 años. "Mucha gente reportó cómo los candelabros de sus casas se remecieron, al igual que sus ventanas. Decían que se sintió como si un camión pasara velozmente", dijo Art Lerner-Lam, sismólogo de la U. de Columbia, a la radio WNYC. ¿La magnitud? Sólo 3,9 grados Richter, que aún así bastaron para generar temor en la ciudad y reactivar la alarma sobre lo que ocurriría con un evento de mayor intensidad.

Razones para preocuparse hay varias: un estudio realizado en 2008 por la misma U. de Columbia señala que un terremoto grado 7 o mayor ocurre en la zona cada 3.400 años, pero uno grado 5 se produce, aproximadamente, una vez cada 100 años. Y el último se produjo en 1884, destrozando chimeneas, abriendo una grieta de cuatro metros en Brooklyn y remeciendo zonas tan lejanas como Filadelfia.

"La idea de que Nueva York está a salvo de temblores de gran magnitud es simplemente falsa. Aunque corremos más riego de sufrir un huracán, la gente debería tener al menos la conciencia de este potencial y saber qué hacer en caso de un terremoto; la educación pública no hace nada por instruir a los niños", dijo Charles Merguerian, director del laboratorio de geología de la U. de Duke, al diario Am New York.

Según la escala Richter, un movimiento grado 5 libera energía equivalente a una de las pruebas atómicas que se realizaban en los atolones océanicos. "Un temblor así podría generar mucho daño en una ciudad actual, considerablemente más poblada y desarrollada. Todo depende de la fragilidad de las estructuras", agregó Merguerian. Aunque gran parte de Nueva York yace sobre lecho rocoso, en muchas zonas y justo bajo la superficie existe sedimento no compacto que responde mal a los temblores, un factor que también estuvo presente en Lorca.

Además, los científicos han identificado líneas de fallas en diferentes áreas de Manha- ttan. Por ejemplo, una de ellas pasa por el famoso Central Park y, peor aún, la reciente investigación de la U. de Columbia reveló una nueva zona sísmica que registra más de mil millones de años de actividad y que pasa a menos de 1,6 km de la planta nuclear Indian Point, 56 km al norte de Nueva York.

Los costos económicos también serían desoladores para la Gran Manzana, pues un sismo de alta magnitud causaría daños de entre US$ 39 mil millones y US$ 197 mil millones en el área metropolitana, de acuerdo al Consorcio de Mitigación de Pérdidas Sísmicas de Nueva York. En tanto, un análisis hecho para el condado Bergen, en New Jersey, estimó que un sismo grado 7 destruiría 14.000 edificios y dañaría otros 18.000 sólo en esa área.

"Considerando las condiciones de las infraestructuras de la región, incluso un sismo moderado tendría consecuencias considerables en términos de seguridad pública e impacto económico", dijo Lynn Sykes, sismólogo y coautor del reporte de la U. de Columbia, a Dailynews.com.

En Nueva York, gran parte de las tradicionales y grandes casas pareadas que suelen poblar los filmes de Hollywood fueron construidas entre 1830 y 1910, usando ladrillos entrelazados y simples vigas de madera. George Deodatis, ingeniero civil de la Universidad de Columbia, dijo a la revista New York que su simpleza es su mayor debilidad: al remecerse el terreno, su estructura no se flexiona y se triza, especialmente si su mampostería es antigua. Además, al temblar las vigas se zafan fácilmente, causando el desplome de todos los pisos.

En este escenario, ni siquiera los rascacielos se salvarían: muchos edificios en el anillo exterior de Manhattan se alzan en zonas formadas por antiguos vertederos de tierra. Y mientras algunos de ellos tienen pilares afianzados en lecho rocoso, otros no los poseen. Al remecerse, dicen los sismólogos, el relleno vive un proceso de licuefacción y adquiere una consistencia similar a la avena.

Un fenómeno de este tipo se dio en el terremoto de la bahía de Puerto Príncipe (Haití), y si ocurriera en Manhattan los edificios podrían derrumbarse de una pieza. Para los científicos, la amenaza es cierta: un estudio de 2003 determinó que si un sismo grado 6 ocurriera a las 14.00 horas, cerca de 1.170 neoyorquinos morirían de forma inmediata.

El peligro es aún más grave si se considera que en 1995, la ciudad actualizó su código de construcción para proteger casas y edificios contra un sismo moderado. ¿El problema? No es retroactiva, por lo que no obliga a que los edificios construidos antes de esa fecha sean reacondicionados. "Hay suficientes chimeneas, fachadas y edificios que caerían sobre la gente. ¿Habrá uno de estos sismos durante nuestras vidas? No lo sé. Pero este es el período más largo que hemos vivido sin experimentar uno", agregó Sykes.