LAS 3 de la tarde, cuando el termómetro supera los 31 grados en Santiago, don Manuel López, el conductor, avisa que está por llegar. Sólo han pasado cinco minutos desde que su cliente lo llamó para que lo recogiera en su oficina. Arriba del Audi A6 se siente inmediatamente un soplo de aire fresco. La sensación es confortable: sombra, asientos de cuero y música docta a bajo volumen, que acompañarán el viaje del cliente hasta el otro extremo de la ciudad.
"¿Tiene alguna ruta preferida para llegar a su destino?", pregunta don Manuel, vestido de corbata e impecable traje oscuro. De vez en cuando, conversa algo para hacer más grato el trayecto.
Hace seis meses que en Santiago están circulando estos nuevos taxis de lujo. La idea nació en España en 2011; luego, se extendió a Ciudad de México y Lima. A la capital llegaron de la mano de los jóvenes empresarios José Ignacio Gutiérrez y Agustín Guilisasti bajo en nombre de Cabify (Cab for You, o "taxi para ti").
Hoy, según relatan sus dueños, realizan entre 35 y 40 traslados al día con su flota de 35 Audi, Mercedes Benz y SM7. Todos 2012.
Los primeros clientes llegaron por el boca a boca, y entre sus filas están el presidente de la Viña Santa Emiliana y ex presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio, Rafael Guilisasti, y la creadora del emprendimiento Cranberry Chic, Pilar Matte (hija de Eleodoro).
En los seis meses que lleva trabajando para la empresa, don Manuel dice que los clientes piden que vaya él. Por años trabajó en los radiotaxis del Club de Golf Los Leones y por lo mismo, tiene experiencia en atender a un público más exigente.
El sistema funciona así: la persona se inscribe a través de una aplicación disponible para computadores y smartphones, y luego de solicitar el servicio de taxi, ingresa el punto de partida y su destino. Así, se puede georreferenciar el trayecto, el que aparece tanto en su teléfono o su PC. También en el del conductor.
Para no extender los tiempos de espera, es el chofer que está más cerca del pedido el que redirige su ruta. "El promedio de espera tiene que ser máximo de 10 minutos (en el día). Incluso, durante los fines de semana cuando están en el peak de los requerimientos. Entre las 2 AM y las 5 AM, el tiempo máximo de espera es de 15 o 20 minutos. La tasa de órdenes que no podemos atender no supera el 5%", explica José Ignacio Gutiérrez, uno de los socios de Cabify.
Los autos de lujo operan dentro del área urbana de Santiago, pero pueden llevar a sus clientes a sectores más alejados, como Chicureo o Talagante. Sólo hay que tener en cuenta que se trata de servicios que cobran un 25% más caro que el traslado convencional en este tipo de transporte.
El servicio de los taxis de lujo no se paga con efectivo o tarjeta de débito, porque el valor se carga directamente a la tarjeta de crédito que el usuario ingresa al inscribirse en la aplicación. "Ni el público ni el conductor necesitan portar dinero. Es por un tema de seguridad y comodidad", asegura el otro de los socios, Agustín Guilisasti.
El trayecto de un kilómetro a bordo de estos vehículos cuesta $ 1.050 (la convencional puede llegar a los $ 7.500), pero tienen una tarifa mínima de $ 5.000. En la empresa explican que si el viaje es corto, el precio puede ser igual, debido a que Cabify no cobra la "bajada de bandera" de $ 1.300 que añaden los radiotaxis comunes.
Multiexport, Viña Concha y Toro y pasajeros del hotel W son otros de los clientes de este giro ideado en Madrid. Y no sólo se paga de manera individual: tanto las empresas pueden crear cuentas a sus diferentes ejecutivos, como los padres una para cada uno de sus hijos. "Esto último ha sido un hit", señala Gutiérrez. "Las mamás lo hacen así para quedarse tranquilas cada vez que los jóvenes regresen de sus carretes", dice Guilisasti.
No pocas veces estos pasajeros piden "picar el auto" para probar su potencia o poner la música a todo volumen. Pero don Manuel y sus colegas les ponen límites. "En general, se portan bien. Vienen más animados de las fiestas, pero respetan", cuenta López, quien ya tiene pensado comprar un modelo 2013 de estas marcas.
"Además de eso, este año quiero estudiar inglés, porque lo necesito para mis clientes", confiesa cuando termina el viaje y atiende la siguiente llamada. El nuevo destino es Nueva Las Condes.