LUCRO Y USURA se han mencionado tanto en el debate sobre educación como en el análisis de otros rubros. Así, hay que conocer su origen y razones de uso como concepto negativo. Previo conviene aclarar que si en una actividad el lucro está prohibido, entonces ello debe respetarse.

Lucrar, según la RAE, es sacar provecho de un negocio o encargo. Usura, desde la antigüedad, es el precio del uso de una cosa; equivale al interés del capital en un préstamo. Cobrar una tasa de interés fue inaceptable desde Aristóteles, porque el dinero no podría generar valor y la usura tomó un significado de vicio. En España medieval era común acusar a un enriquecido de serlo por los negocios y granjerías, que se asociaban a la minoría judía o conversa.

Para algunos escolásticos del Siglo de Oro español, usura era el precio cobrado en cualquier préstamo, ya que entendían que el dinero no era productivo. La Escuela de Salamanca profundiza el estudio de los problemas de la economía. Distingue entre usura, lucro y préstamos con interés; condena la usura, limita el lucro y permite el préstamo con interés.

En el norte de Europa, la Reforma, con el protestantismo y calvinismo, se convierte en la ideología de la nueva clase social, por su defensa del lucro honesto. El Papa Benedicto XIV, en 1745, tras ratificar como pecado la usura, admite que “mediante contratos de naturaleza muy diversa del mutuo, cada cual pueda colocar e invertir su propio dinero, ya para obtener rentas anuales, ya también para ejercer el comercio o negocios lícitos y obtener de ello un honesto lucro”. Esa conceptualización ha influido en las definiciones sobre el carácter no sólo ilegal, sino pecaminoso, de la usura, junto a la connotación peyorativa del lucro deshonesto.

Pero, si las ganancias son legítimas, como justa recompensa al esfuerzo y riesgo, podemos usar lucro como “ganancia honesta”. El punto es si prevalece en las relaciones económicas entre privados, o si hay asimetrías de información, mercados concentrados, acuerdos de precios, manipulaciones. Si se considera que el “lucro honesto” casi no existe, cualquier ganancia será sospechosa.

En el debate queda la impresión de que lucro no es la ganancia que se obtiene por un servicio o trabajo, sino la ganancia a partir de resquicios legales, abusos, evasiones, explotación, injusticias. Muchas veces los resultados de las relaciones económicas son inequitativos, con desigualdades inaceptables. Para corregir esos resultados, y las asimetrías de poder e información, está el Estado. La alternativa es un sistema ineficiente, ineficaz para resolver los problemas, que causa injusticias y falta de libertad.

Prefiero mejores regulaciones, con mayor gasto público, para evitar efectos injustos, desigualdades y diferencias de oportunidades. El ejercicio de una economía de mercado requiere de un Estado orientador y regulador de las ineficiencias de los mercados, que promueva la competencia y equidad. Eso no anula la participación de emprendedores; por el contrario, una sociedad que desea progresar los necesita como factor vital del desarrollo social y económico.

Hugo Lavados
Rector Universidad San Sebastián