Esta mañana, probablemente Luis Gnecco va a salir al antejardín de su casa en Vitacura a recoger este diario. Detrás puede que vayan Lorenzo, su perro, y Gato, el gato de Inés Carbacho (36, socióloga), la mujer que le robó el corazón y que lo tiene convertido en un quinceañero. Pero Lucho va a recoger el diario hoy con una sensación distinta a la del sábado anterior, o la del anterior a ese. Hoy Gnecco cumple 53 años. Y los recibe, como él dice, "en el mejor momento de mi vida": tranquilo, enamoradísimo, y a punto de ser padre de Piero, el niño que llegará a su vida a fines del verano.
No es su primer hijo; están Martina (18) y Mateo (15), sus dos amores de su larga relación anterior con la sicóloga María Paz Flisfisch. Pero esta es la primera vez que Lucho Gnecco está viviendo el embarazo de su pareja, pues las otras dos veces la espera había sido por la adopción.
Gnecco no puede más. "Siento que he hecho un ejercicio de acostumbramiento a un estado de felicidad y estoy disfrutando de un círculo virtuoso que se ha dado en torno a esta relación. Todo nos resulta fácil, nos resulta amable. Puede sonar iluso, pero yo siempre pensé que se podía tener ese tipo de relaciones. Y ahora me está pasando. Y este embarazo tiene que ver con eso, cuando digo que ha sido una espera amorosa y plácida: estoy en una casa exquisita, esperando a mi hijo, con la mujer que amo, me está yendo bien y tengo proyectos por delante. Agradezco a la divinidad todos los días porque soy muy privilegiado. Si fuera católico, iría todos los días a misa a agradecer".
En la misma casa, este actor -de los más talentosos que hay en Chile- nos recibió hace una semana, a las dos de la tarde. A la primera, es cortante. Pero uno advierte rápido que es pura pose.
Cabreado
¿Estuviste grabando esta mañana?
No, lo que pasa es que me tuve que ir a hacer unos masajes porque estoy haciendo una dieta ayurvédica. Comes verduras y como que te equilibran el cuerpo a través de la alimentación. Y te dan una cosa para cagar, así es que por eso te dije que nos juntemos aquí, en mi casa... Bajas como 10 kilos en un par de meses, y quedas tiquitaca.
Ah ya. ¿Y es muy sacrificado?
No, esta es la segunda vez que lo hago. Lo que pasa es que tuve que subir a 95 kilos para hacer a Neruda. Fue una lata porque estaba flaco.
¿Cómo quedó la película (que dirige Pablo Larraín)?
Va a ser una visión bien especial de Neruda. Un guatón bonachón, vividor, creo que va a dar que hablar. Se estrena en el invierno austral, como dicen los siúticos.
Cuando te llamé para pedirte esta entrevista, estabas grabando la teleserie de Canal 13, con voz de apestado. ¿Estás cabreado de la televisión?
Sí, la verdad es que las teleseries se han transformado en algo difícil de hacer.
A mí me gusta el género, me entretiene, pero últimamente siento que las teleseries que he hecho son muy superficiales. No he grabado escenas buenas. Son guiones como para niños chicos. Ahora, creo que es parte de la crisis, y afortunadamente tengo el proyecto de hacer una serie entretenida en el canal, que es la historia de un abuelo como de 60 años, medio pasado, como el Pelao Monroy (su personaje de Soltera otra vez) cuando viejo. A mí me daría lo mismo estar en una teleserie que fuera imbécil, pero que mis escenas fueran buenas. Y en las dos últimas me han tocado puras malas. No hay desafío artístico.
¿Por qué enganchan las turcas?
No sé, porque son pésimas. Mira, lo único que sabemos es que la televisión abierta va para abajo, es un dead man walking. Y tiene que ver con que este país nivela para abajo en vez de para arriba. El porcentaje de fondos a la cultura, por ejemplo, debe ser el 0,01 por ciento.
¿Y qué te dice que la gente quiere ver cosas culturales, si ve la teleserie turca?
Bueno, entonces a lo mejor el tipo de teleserie que quiere consumir la gente no es el que a mí me interesa estar. A lo mejor soy yo el que tiene que dar el paso al lado. Me lo he planteado. Pero, honestamente, yo hago televisión porque me pagan bien, y tengo que hacerlo para rato. Con Cristián Campos, que también fue padre como a los 50 años, conversamos harto. Y tiene razón en lo que me dijo: "Te llaman de bombero, erís bombero, de boy scout, boy scout". Por eso, para mí la televisión hoy supone un ejercicio de tolerancia y humildad. Voy, lo hago lo mejor posible y con una sonrisa de oreja a oreja.
De repente empezaste a hacer papeles de malo. Mario Moreno, de Prófugos, el Cucaracha, en Narcos, el cura Karadima, en El Bosque de Karadima.
Parece que me quedan bien. Y me gustan, obviamente son más interesantes. Mario Moreno era un malo caricaturesco: homofóbico, xenófobo, drogadicto, asesino, anticomunista… Era el chancho. Y había que hacerlo de verdad.
Y después vino el cura, que era la representación de un hijo de puta. Y voy a hacer una película en marzo, que es una coproducción con Argentina, y yo soy el malo.
¿Por qué te sale tan bien el malo?
Creo que es porque soy bastante impúdico, y he llegado a un buen nivel de impudicia como actor. Me cuesta poco mostrar ciertas esquinas, ángulos de la maldad. Y me divierte hacerlo. Es interesante la maldad, la fractura, la enfermedad, y la violencia que resulta de eso. Y esa violencia sicológica es fascinante. En El Bosque de Karadima se veía. Me gustó esa película. Y creo que Benjamín (Vicuña, quien hacía de James Hamilton) hizo un trabajo espectacular.
¿Son muy amigos ustedes?
Sí, Vicuña es un gran amigo mío. En esta pega eso pasa mucho, porque se generan cariños intensos.
¿Y se enamoran mucho entre actores?
Entiendo que sí, pero yo no he tenido grandes amores con actrices. Me aburren, las encuentro enrolladas, histéricas. Todos los elementos que hacen atractiva a una actriz, a mí sólo me dan miedo en una relación de pareja. Esa labilidad con los afectos, ese entrar y salir de las emociones, un histrionismo exacerbado…
Intenso
¿Y cómo es ser pareja tuya?
Increíble, pues. Soy el mejor de los mejores. Estoy hablando en serio. A propósito de este hijo que viene, creo que mi pareja, la Inés, me ha encontrado en el mejor período de mi vida. He aprendido un montón de relaciones anteriores, y soy un tipo dispuesto a aprender. Suena feo que uno lo diga, pero creo ser buena pareja.
¿Por qué?
Porque creo estar siendo exitoso en el ejercicio de ser empático. Me cuesta, no siempre lo logro, pero cuando empiezas a adquirir cierta habilidad en eso, tu vida se ilumina.
¿Y esa falta de empatía en tus relaciones anteriores, tendrá que ver con tu ego?
Sí, puede ser que estaba muy centrado en mí mismo, pero también creo que eso pasa cuando la persona que tienes al lado se te hace poco interesante, o la dejaste de ver.
Estuviste casado como 20 años.
Estuve en pareja como 18 años. Supongo que hay un minuto en que dejas de estar ahí, por distintas razones: porque no quieres, porque se te olvidó, porque lo que sigue es simplemente un tolerarse, alcachofazos que no te has pegado, voluntades que no has cachado. Ahora tengo la voluntad de no dejarme estar. Yo acumulé años de frustración y en un minuto dije basta. Y me liberé.
¿Cuánto tiempo llevas con Inés?
Dos años, poco. Pero te puedo asegurar que va a durar mucho, porque somos dos personas que se conocieron y supimos que íbamos a hacer algo con proyección. La conocí y al poco rato estábamos hablando de hijos.
Pero la acumulación de frustración y daños, en algún momento va a estar igual.
Sí, pero hay que estar atento. No sé, de repente siento que hay una cantidad de cosas que no podías hacer, y se te facilitan. Por eso te digo que creo que soy buena pareja, porque sé lo que es ser una mala pareja y no ponerme en el lugar del otro, y no escuchar, y ser mal portado.
¿Es verdad que una vez te cortaron toda la ropa y te la tiraron en la casa de tu mamá?
Sí, pero eso fue hace mucho tiempo. Y no fue nada comparado con cosas que me han hecho. Claro, puede ser un cuento simpático, pero el nivel de no diálogo que a veces hay en las parejas es mucho más hiriente, más doloroso. Las peleas en las parejas cuando quiebran son detalles vistos con todo el dolor y la frustración que se da entremedio.
Feliz
¿Siempre te enamoras con este nivel de intensidad?
Es que no entiendo cómo uno se puede enamorar de otra manera. Habrá personas que son más mesuradas en sus afectos, más controladas. Yo no. Soy besucón, soy caliente ¿cachái? Soy celoso -en el buen sentido-, cariñoso, atento. Y no quiero dejar de serlo. He descubierto que soy así y me gusta.
El amor no te llega. Si bien yo le digo a la Inés que es un milagro haberla conocido, que es un milagro que esté embarazada, los milagros uno los provoca un poco; vas generando condiciones, y estando atento a cuando te suceden las buenas cosas. Es importante ser consciente de que la felicidad, la tranquilidad, uno la trabaja. Hay que ser humilde para decir que esto hay que cultivarlo y hacerlo crecer.
Da la impresión de que lo pasaste muy mal antes.
Siento que sí, fíjate. No sólo con una relación, sino que en mi adolescencia lo pasé mal, que soy muy sensible, y que las cosas las vivo de una manera súper intensa. Me tomó 50 años darme cuenta de que tengo todas las herramientas para ser feliz, exitoso, y mantener eso.
La guagua se va a llamar Piero. ¿Por alguna razón especial?
Porque sentimos que, de alguna manera, él eligió ese nombre. Yo buscaba un nombre italiano, pero no habíamos pensado en Piero y de repente estábamos tomando desayuno y la Inés me dice: "porque cuando Piero nazca…". "¿Por qué dijiste Piero?", le pregunté. "No sé". Obviamente algo te dice que se va a llamar Piero. Él te lo dice. Y Piero Gnecco suena fantástico.
¿Cómo ha sido la experiencia de vivir el embarazo? Tus hijos mayores son adoptados.
Es distinto, sí, pero ojo que la espera de la adopción es súper delicada, angustiosa. Sólo tiene que ver con la parte difícil: que te lo pueden quitar, que la madre se arrepienta, etc. Hay que tener cuero de chancho.
Ahora yo estoy fascinado con el cuerpo de la Inés, la encuentro cada vez más rica. Está guapísima. Y me pasa, también, que ha sido un verdadero período de espera, en que cacho que hay una relación entre la madre y el hijo, pero por la muy buena relación que tenemos, ella me invita a esa relación. Realmente es una mujer increíble, estoy baboso por ella.
¿Qué opinan tus hijos mayores de esto?
Están felices. Al menos eso es lo que parece, pero vaya a saber uno qué es lo que realmente les pasa.
¿Eres buen papá?
Yo creo. Soy amoroso, preocupado, pero siento que a veces es difícil ver dónde, de verdad, está tu hijo. Eso me cuesta. Ahí me ahuevono un poco. Pero hago el intento.
¿No te da susto ser papá viejo?
Tú me dices 53 años y primer embarazo, y yo me siento como que tuviera 18. Y que fue ayer cuando tuve a mis otros hijos. Saqué cálculos y, claro, tengo que preocuparme de mis próximos 30 años en términos físicos, sicológicos, laborales. Tengo que mantenerme activo. Creo que a los hijos de Piero no los voy a conocer, pero voy a asistir bastante a su vida. Y ojalá, con la mayor lucidez posible. Y de eso también me he preocupado: de estar lúcido. Fuera de bromas, he ido haciendo una especie de largo camino hacia una sanación. Como que en algún minuto de mi vida, no sé en cuál, me perdí. Pero recuperé el camino.
Oye, no te ha funcionado el laxante en este rato. Menos mal.
No fíjate, y me tiene bien preocupado porque después tengo una reunión y me va a hacer efecto en cualquier minuto.
Luis Gnecco: Un hombre enamorado
Este año fue intenso para el actor. Protagonizó la película El Bosque de Karadima, encarnó a Neruda en la película que Pablo Larraín está haciendo sobre el poeta, y tuvo un papel significativo en la exitosa serie Narcos de Netflix. Pero lo que lo tiene más contento es lo que le está pasando en su vida privada. Si fuera católico, iría todos los días a misa a agradecer. <br>