Señor director:

Es tanto el patrimonio arquitectónico de calidad que hemos perdido, que parece sencillo desbaratar un mobiliario urbano y sustituirlo por otro como si las partes no estuvieran concatenadas.

La calle Gertrudis Echeñique, especialmente en el tramo que va desde Renato Sánchez a Presidente Errázuriz, es el último vestigio de uno de los barrios más logrados de Santiago en materia urbana y que no ha vuelto a repetirse: el barrio El Golf. A las magníficas residencias y edificios se unen anchas veredas, bancos de plaza, la sombra frondosa de los tilos y unos faroles de fierro que rematan la armonía del conjunto. Hoy, los vecinos vemos con desazón cómo se instalan unas luminarias que no tienen nada que ver con ese conjunto, que son invasivas estéticamente y han generado, además, la necesidad de podar los árboles. Todo esto, sin que nadie lo solicitara, sin información ni consulta previa, y existiendo luminarias perfectamente operativas.

El trazado señorial de la avenida, donde todos los elementos dialogaban armónicamente, queda trunco. Parece algo nimio el cambiar faroles, pero lo que subyace es la desprotección en la que se encuentran los barrios tradicionales de Chile. Se echan de menos autoridades y vecinos tomando decisiones consensuadas, que respeten la valoración patrimonial.

Cecilia García-Huidobro

Presidenta Asociación de Propietarios de Casas Históricas y Parques de Chile