Estudié violín dos meses, pero lo dejé, porque la profesora me castigaba pegándome en las manos. Empecé tarde en la música. Tenías que tener un talento que te lo daban los dioses nomás. Luego, llegué a Santiago. Al contrario de lo que hacen los pendejos de provincia que miran los edificios nuevos, me encerré con una guitarra de tres cuerdas. Entré en trance, así que mandaron a arreglar la guitarra y me la regalaron. Ahí partió esta cosa con la música, que terminó en la formación de los Electrodomésticos. Partí por un camino súper exótico como para ser músico. Esa guitarra todavía la tengo y la cuido.

Cuando niño era retraído y muy tranquilo. Me sentía un poco raro en términos de los intereses y de las cosas que me gustaban. No coincidía mucho con el resto, por lo mismo, no tenía muchos amigos. Viví en Ovalle, La Serena y Santiago. En todos los lugares siempre me comporté como huasito. Recién en el último año de colegio ya estaba más despierto.

Mi padre y mi hermana menor murieron seguido. Viví en Ovalle cuando era chico con mi mamá, papá y hermanos. El murió a los 38 años, cuando yo tenía seis. Fue por una úlcera al estómago que no se dieron cuenta que tenía. Pensaron que era un malestar y, finalmente, murió de una manera muy tonta. Eso pasó en 1961, y el 63 murió mi hermana más chica, a los tres años, de un cáncer a la cabeza. Todo eso fue un bombazo, para mi madre sobre todo, que no sé cómo se bancó eso. Hoy me acuerdo de mi hermana y de mi padre. A él la gente lo quería mucho, y a los dos los lloraron por semanas. Fue bien heavy.

Estuve a cargo del control de tránsito aéreo durante nueve años. Estaba en la torre y tenía un espacio que estaba bajo mi control. Con el radio que tenía disponible, el avión coordinaba conmigo. Desde que empezaban a despegar, todo lo tenían que hacer con mi autorización. Llegué ahí buscando qué hacer para ahorrar plata y viendo qué podía coincidir con las cosas para las que tenía habilidad. De las cosas buenas de esa profesión es que te deja tiempo libre y con lo que ganaba me empecé a armar. En Pudahuel, naturalmente, empecé a mirar para afuera y pude viajar a otros países.

Nunca fui bueno para pololear, porque era muy tímido. Mi familia tampoco era grande, entonces las habilidades blandas no las tenía desarrolladas. Era bastante introvertido. El pololeo no era mi fuerte. Eventualmente conocí a la Claudia, que es la madre de mis hijos. Vivimos en Domeyko, que fue un lugar de harta actividad. Fue el primer lugar de Constantinopla, el estudio de Electrodomésticos. Con ella tuve tres hijos y mientras estuvimos juntos ambos fuimos bien trabajólicos. Creo que los hijos hablan bastante de cómo pudo haber sido uno como padre, y viéndolos, tengo la idea de que no lo he hecho mal. He desarrollado una muy buena relación de familia con ellos.

Componer es una especie de terapia. He pensado a veces que estoy perdiendo el rumbo, pero al final me doy cuenta de que siempre estoy caminando para el mismo lado. Cuando eso pasa, compongo y sigo trabajando. Se concretan las cosas y se hacen más claras las situaciones. Aunque no quiero ser un tipo nostálgico autocomplaciente que se quede en lo que hizo y que se haga un karaoke de sí mismo. Quiero estar haciendo cosas nuevas todo el rato. Hoy estoy preparando Palo Santo, que creo que estará listo en octubre y fue mezclado y masterizado por dos personas que hicieron el mismo trabajo para David Bowie. Ese trabajo me dejó muy contento.

Me gusta caminar por la ciudad. Me gustan el centro y el Parque Forestal. También andar en locomoción colectiva, el Transantiago. Me gusta no dejar eso. Hubo un tiempo en que quería llegar en auto hasta la caja del banco, pero ya pasé esa etapa. Andar de ciudadano me gusta, porque me imagino historias con las personas y me ayudan a ser más creativo. La verdad es que soy muy mirón.

Soy muy amigo de Marcelo Cicalli, por eso toco tanto en el Liguria. Nos conocimos hace como 20 años, cuando el local estaba en Apoquindo. Era un lugar pequeño. Lo conocí a través de Roberto Di Girólamo, otro amigo. Fuimos compartiendo la vida mientras él fue desarrollando este proyecto en el que se convirtió en héroe de la gastronomía nacional. Encuentro bien notable lo que él hace. Juntos nos hemos apoyado siempre en lo que podemos. De hecho, ya hemos grabado dos discos en el Liguria.

Cuando partí, no quise nunca sacar ninguna canción de nadie, porque creía que me iba a contaminar. No es menor el autobombo. Es una huevá muy desgastadora. Encuentro que hablar de uno mismo es lo más fome que puede haber. Es súper desgastante. Me pone nervioso hablar de mí, porque siento que cualquier cosa que te regalonee demasiado el ego te contamina tu trabajo.