Estuve en los brazos de Fidel Castro cuando fue a Puerto Montt, en aquella larga visita a Chile de 1971. Mi padre fue el anfitrión cuando él llegó, y yo era el hijo del diputado socialista que lo estaba recibiendo. Las fotos de ese día fueron allanadas, pero están en Cuba. ¡Qué dudas pueden tener! Me llamo Fidel por él, si mi papá era muy cercano a ese régimen. El dejó también la instrucción de que, en el bautizo, mi segundo nombre fuera Ernesto, por el "Che" Guevara, pero mi mamá en un acto de osadía me colocó Fidel Edgardo.

Construí un quincho en honor a mi padre, Luis Espinoza, y la gente lo utiliza gratuitamente. Invertí recursos propios y lo ocupan los vecinos. Está al lado de mi casa y en el verano no dejan de pasar tres mil personas. Mi padre fue ejecutado político. Yo tenía tres años, en diciembre de 1973. Nunca me olvidaré que las personas cruzaban la calle porque éramos "peligrosos". Pero quedamos nosotros y el legado de mi papá.

Años después me tocó conocer a Pinochet, cuando dejó de ser senador vitalicio, en 2002. Y me manifesté en su contra. Cuando vino al Congreso, yo estaba almorzando con la bancada del Partido Socialista. Les dije: "Yo voy a levantar un cartel diciendo que él asesinó a mi padre". Levanté el letrero, tuve la valentía, y al final todos me acompañaron. Más que enrostrarle que él fue el causante de todo, era decirle: "Nos quedamos, mataste a mi padre, pero para haber eliminado ideologías debías terminar con toda la familia".

Me crié en una caleta, con todos los hijos de los pescadores. Mi vida, desde pequeño, estuvo ligada a ese mundo. Cuando me arrancaba a pescar mi mamá se indignaba, porque tenía temor de que me diera vuelta en el bote. Soy de la pesca con tarro y con lienza, lanzándola a una cantidad de profundidad dependiendo del pescado. Esa sensación, cuando el pescado te pica, es inigualable.

Pude estudiar con un trueque que hizo mi mamá con los productos del campo. Estudié en el Colegio San Javier de Puerto Montt, un colegio que era considerado cuico. Como no tenía plata, pero tenía campo, y el campo producía papas, mi mamá pagaba con eso… Cuando el resto se enteró me molestaban. Me molestaban mucho, algunos de manera muy humillante. Ella lechaba a sus vacas, ella hacía el queso.

Entré a Historia porque de chico me gustaba leer, de la Segunda Guerra Mundial, de la revolución china. En mi casa lo que más tengo, y que cuido como hueso santo, es una colección de más de 1.500 libros. Pero siempre quise ser abogado. Quería estudiar Historia y luego cambiarme a Derecho. Al final, fui el mejor alumno en Historia y al mes de egresar me contrataron como profesor.

He escuchado en los últimos días que a otros políticos ya les están gritando cosas en la calle. Pero, ¿por qué todos vamos a pagar los platos rotos? Soy el presidente de la comisión investigadora de la Cámara por el caso Penta. He visto cómo ese caso ha impactado en la opinión pública. Yo me enorgullezco de ser político y lamento que se nos meta a todos en el mismo saco, si sólo algunos reciben platas de forma irregular. Tampoco podemos decir que todos los empresarios son corruptos porque los de Penta cometieron irregularidades.

En Twitter tengo un 90 por ciento de detractores, pero me gusta expresar mis opiniones. He tenido chascarros, como con la ex ministra Cecilia Pérez. Ella criticó muy fuerte a la Presidenta cuando era candidata y yo dije que era "imbécil". Me arrepentí de inmediato. Hay que tener cuidado con Twitter.

El fútbol es mi único relajo y juego "de 9" hasta el día de hoy. Mi primer par de chuteadores los tuve a los 12 años, y no es que me los haya podido comprar, sino que me hice amigo de los jugadores de Deportes Puerto Montt, quienes me los regalaron. Juego los domingos, en Deportes Angelmó y Deportivo Solandino, que son de ligas distintas. Si no juego el domingo, la semana no es igual.

Ya pasaron esos años mozos, cuando tenía éxito conquistando a las mujeres. La clave: la trilogía de conquista… Unas hermosas flores, una salida a un hermoso lugar y ese mismo día llevarla a su casa e irse. Jamás, ninguna insinuación en la primera salida. No voy a decir cuántas veces me resultó, pero esa trilogía es clave. No hay ni que whatsappear muy seguido, porque a la mujer no le gusta. Ahora soy el más celoso con mis hijas, quienes me dicen: "Cómo te gustó ser… y ahora a nosotras nos haces sufrir".

Me gusta hacer karaoke con mis amigos, los sábados en la noche, desde que un amigo me convenció que yo cantaba bien. Compré todos los karaokes del mundo. Mi amigo es fanático de los karaokes y me empezó a fanatizar. Tengo un data, un micrófono. Después me enteré de que lo hizo sólo para que compartiéramos. Otro amigo me contó que en verdad no cantaba bien.

Viajé a Estambul con mi madre, porque estaban todos fanatizados con Onur. Me gusta viajar y conocer otros países. Pero por nada del mundo cambio el sur. Su gente, sus aguas, volcanes. Nací en el sur y probablemente me muera en mi sur.

¿Quién puede dudar de la honestidad de Bachelet? Un acto inescrupuloso de Dávalos dañó a su madre y a todo un gobierno. Encuentro tremendamente injusto que la gente culpe a la Presidenta por el caso Caval. Los hijos son los hijos y uno siempre los va a amar. Comprendo lo que ocurrió ahí. Es un tema humano y sentimental. Yo soy muy leal a la Presidenta Michelle Bachelet y al socialismo que estamos construyendo con su gobierno, aunque debo decir que Ricardo Lagos es mi mentor en política. El fue quien me descubrió. Me convenció en su minuto que tenía un carisma que me podría llevar lejos.

Cuando llegué al Congreso tenía el mandato popular de pegarle a Moreira. Durante toda mi campaña para ser diputado, en cinco de cada 10 puertas que tocaba en Frutillar, en Fresia, me decían: "Ningún problema, Fidel, votaremos por usted, pero cuando vea a Moreira tiene que pegarle un combo, con eso somos felices". Y yo llegué a la Cámara con esa idea. Tenía que tener un conflicto con Moreira. Y como lo comenté con otros, yo creo que en algún minuto llegó a sus oídos. El asunto es que él fue un pan de Dios conmigo, me iba a saludar, me preguntaba por mi historia. Hoy, aunque es de la UDI, yo rescato su consecuencia: es pinochetista y nunca ha renunciado a eso. Al final, nos hemos hecho amigos.