La jerga

La universidad tiene su propio vocabulario que incluye palabras que parecen viejas conocidas, pero no lo son. Malla, por ejemplo, no tiene nada que ver con la danza, sino con el plan de estudio de la carrera. "La malla curricular" tiene ramos mínimos obligatorios que hay que aprobar (o pasar) para graduarse. Las carreras también ofrecen cursos complementarios. En general, la posibilidad de vitrinear en el primer semestre es limitada, pero a medida que se avanza en la carrera, aumenta la posibilidad de elegir cursos. Los créditos, por otra parte, son una forma de medir la exigencia de un curso y equivalen a horas de trabajo. Por lo tanto, un ramo con 10 créditos demanda un total de 10 horas de trabajo semanal. Por eso, más que un número determinado de cursos por semestre, las carreras imponen un máximo de créditos a inscribir y un mínimo a aprobar. También aparece el concepto de ventana, que designa los espacios de tiempo que quedan libres entre una clase y otra. Se espera que los alumnos las aprovechen, pero muchas ventanas se terminan pasando en el boliche de la esquina.

El contrato social

El programa es un documento que fija, entre otras cosas, los contenidos y objetivos de un ramo, la forma en que van a ser evaluados, las fechas y porcentajes de los controles, la bibliografía utilizada y los requisitos para aprobar. Es una suerte de contrato entre profesor y alumno y tiene que estar disponible desde la primera clase. Se recomienda revisarlo al comienzo y no al final del semestre, porque, al igual que la ley, se presume conocido.

No lo salva la campana

Las universidades no tienen ni timbres ni campanas que avisen el inicio o fin de la clase. Eso lo ve el profesor. Uno que se precie de serio llega a la hora fijada. Cuando se atrasa, la convención dice que hay que esperarlo 15 minutos y firmar una lista de asistencia. Algunos ponen en esa lista a personalidades ajenas al curso (actores, cantantes, etc.) para despistar a los profesores. Ojo: el chiste funciona sólo al principio. Si el alumno es el atrasado se recomienda no entrar a la sala después de los 15 minutos.

Ir o no ir

¿Se puede/debe obligar a los alumnos a ir a clases? El control de la asistencia puede llegar a ser materia de debate entre profesores y unidades académicas. Algunos piensan que poner exigencias en ese sentido viola la autonomía de los estudiantes que ya son mayores de edad. Otros consideran que, como el objetivo es que aprendan, hay que usar todos los caminos para que lo hagan, incluida la coacción. En muchos casos eso lo decide cada profesor, pero hay unidades académicas que han puesto reglas generales al respecto y exigen cumplir con un porcentaje de asistencia mínima (que ronda el 75%) para aprobar el curso. El mechón, más allá de su posición en este debate, hará bien en averiguar si hay requisitos de asistencia y, de ser así, asumir las consecuencias.

Sin enredarse

El uso y abuso de las redes sociales da para un manual por sí solo, pero algunas recomendaciones básicas son, por ejemplo, no "pistolear" a los profesores en Twitter porque te van a pillar. No hacerles preguntas sobre los trabajos por esta vía, sino que a través del mail institucional. No incluirlo en Facebook, porque no es un amigo.

Mejores amigos

Los colegios suelen ser homogéneos y la universidad puede ser una instancia de apertura a gente de otros segmentos e intereses. Eso hay que cultivarlo. También hay relaciones estratégicas que cuidar: con la persona a cargo de la fotocopiadora, clave en estos años. Trátala bien y, en lo posible, no la trates de tía o tío. ¿Otra? La secretaria de escuela o facultad: saben cómo resolver todo.

El ayudante

Los profesores tienen un ayudante o un ejército de ellos. A veces son profesores jóvenes, otras alumnos más avanzados en la carrera que realizaron el curso con éxito. El profesor determina sus funciones, pero tal como su nombre lo dice, están para ayudar, no para hacer los trabajos a los estudiantes y no pueden ni deben ser contactados a cualquier hora. Los ayudantes debieran recibir el mismo trato que un profesor y ten en cuenta que, a veces, tienen el poder de hacer pasar un mal rato si te subes por el chorro.

Manos arriba, pies abajo y boca cerrada

Al igual que en el colegio, en las salas universitarias se sigue usando eso de levantar la mano para pedir la palabra. En general, hacer preguntas e intervenir en la clase es algo deseable y bien visto. Por otra parte, es conveniente recordar que los pies van en el suelo. No por obvio es menos cierto que se ha visto a niños y niñas de lo más distinguidos con los pies arriba de la silla en medio de la clase. Por último, las universidades tienen espacios y lugares para comer. La clase no es uno de ellos.

Padres y no apoderados

A diferencia de lo que sucede en el colegio, donde los padres son los responsables y representan a los niños, en general en las universidades se asume que los estudiantes son adultos y pueden hacerse cargo de sí mismos. Por eso, en buena parte de estas instituciones, las relaciones son con ellos, y los profesores y directores de las carreras, rara vez reciben a los padres o les dan entrevistas.

Ni cortar ni pegar

De todas las faltas académicas que hay, el plagio es una de las más graves. Plagiar es copiar o imitar un texto o idea que no le pertenece y hacerse pasar por el autor de ello. Googlear un tema y sacar una frase sin decir de dónde viene, como si la hubiera escrito uno, es plagio. Las universidades serias tienen manuales sobre este tema y establecen sanciones graves cuando se detecta. Estas pueden ir desde tener un 1 en el trabajo, hasta perder el curso. Muchas universidades extranjeras usan softwares para detectar el plagio en los trabajos de los alumnos y aquí en Chile la Universidad Adolfo Ibáñez ya cuenta con un programa de este tipo.

A todos les llega su hora

Así como los profesores fijan evaluaciones y ponen notas, a los alumnos también les llega su turno. A final de semestre, una vez terminado el curso, las universidades les piden que evalúen en forma anónima a sus profesores y los contenidos de sus ramos. Aunque hay alumnos que lo utilizan como una forma de venganza, muchos contestan seriamente y no sólo son muy útiles para los profesores, sino que además se tienen muy en cuenta en las unidades académicas.

La pasarela universitaria

Para una buena parte de los escolares salir del colegio significa el fin de la tiranía del uniforme. Aunque hay algunas carreras como Derecho o Periodismo que exigen que los estudiantes se vistan formales para algunas evaluaciones, las universidades -en general, porque a veces hay excepciones- no se meten con la ropa de sus estudiantes. Como después el mundo profesional y del trabajo no son tan flexibles con la forma de vestir, los años universitarios pueden ser un espacio único en la vida para encontrar un estilo y look personal. Aprovéchalo. Dicho eso, prodúcete con libertad y sin sobregirarte.

Del ultraje público al mech

Tradicionalmente los alumnos universitarios son recibidos por los estudiantes que están más avanzados con una especie de ritual de iniciación que se conoce como mechoneo. Este tipo de actividades generan controversia porque fácilmente se convierten en excusas para humillar a los recién llegados, sometiéndolos a situaciones asquerosas o mandándalos a pedir plata (o machetear) a la calle para recuperar sus pertenencias. Por eso, hay universidades que han comenzado a poner límites al respecto. Algunas promueven actividades solidarias para recibir a sus alumnos. Es importante tener claro que, sea cual sea la práctica de tu universidad, participar no es una obligación y se puede decir no.

Adiós a la playa

Otra actividad habitual que también está experimentando cambios es el paseo mechón que organizan los estudiantes antiguos para recibir a los nuevos. Este año ni la Universidad de Chile ni la Católica realizarán paseos a la playa como lo han hecho tradicionalmente. Los estudiantes de la primera decidieron que el monto utilizado en arriendo de buses para viajar a El Tabo se va a gastar en actividades relacionadas con la lucha por la educación gratuita y de calidad. En la Universidad Católica, en cambio, se realizará un paseo a Isla de Maipo como una manera de refrescar y cambiar el eje de esta actividad.