"Tenía que ir a 80 km/h y voy a 190 km/h". Esta fue la llamada que el maquinista Francisco José Garzón Amo realizó desde su celular al servicio de emergencias, poco después de que el tren que guiaba descarrilara cerca de Santiago de Compostela, a las 20.41 del miércoles, con un saldo de víctimas fatales que ayer se elevó a 80, a los que se suman 32 heridos en estado crítico. Así, se convertiría en la peor tragedia ferroviaria de España desde 1972, cuando un accidente en la sureña región de Andalucía dejó 86 muertos, según consigna el diario El País. Sin embargo, otras versiones hablan de que en ese hecho murieron 77 personas, con lo cual el choque del miércoles sería el más grave en España desde 1944.
Garzón, de 52 años, había tomado el mando del tren Alvia (que cubría la ruta Madrid-Ferrol) en la estación de Ourense. Cien kilómetros más tarde, ocurrió la tragedia. Las conversaciones de la caja negra recuperada del tren confirman que el maquinista admitió, justo después del accidente, que había ingresado a la cerrada curva de A Grandeira a 190 km/h, cuando la velocidad que se exige para tomarla es de sólo 80 km/h. También lo admitió en una conversación que mantuvo con el delegado del gobierno en Galicia, Samuel Juárez.
La compañía Talgo, que tiene controles internos de velocidad, señaló a las autoridades que el tren iba a "velocidad extrema". En tanto, la operadora ferroviaria Renfe ratificó que el tren llevaba cinco minutos de retraso, lo que podría incidir en la hipótesis del exceso de velocidad. "Lo que sabemos es que el tren no ha tenido ningún problema operativo", dijo el presidente de Renfe, Julio Gómez-Pomar.
Según reconoció Garzón, los sistemas de alerta de la vía férrea saltaron al detectar que el tren iba a exceso de velocidad al llegar a la curva de A Grandeira, en el barrio de Angrois, a sólo cuatro kilómetros de la estación de Santiago de Compostela. La alarma, según fuentes de la investigación citadas por el diario El País, se activó en el tablero de mando y el conductor intentó frenar, sin poder evitar la tragedia. Fuentes ferroviarias citadas por el diario El Mundo aseguran que a esa velocidad se necesitan casi dos kilómetros para frenar un tren de esas características. A través de la radio con la que se comunicaba con la estación, cuando aún no sabía siquiera si había fallecidos, Garzón hizo un relato de lo había pasado. El maquinista expresó que le dolían la espalda y las costillas y que no podía salir. "¡Somos humanos! ¡Somos humanos!", repetía. "Espero que no haya muertos, porque caerán sobre mi conciencia", agregó, según consigna El País.
A la vista de lo ocurrido, el titular del Juzgado número 3 de Santiago ordenó a la policía tomar declaración como imputado al maquinista, que resultó levemente herido en el siniestro y está custodiado por la policía judicial, aunque no detenido. Garzón dio negativo en la prueba de alcoholemia que se le realizó.
El maquinista lleva 30 años trabajando como conductor de tren, aunque sólo uno en la línea Madrid-Ferrol. Fuentes de Renfe aseguran que el conductor no registraba incidentes. Sin embargo, en su cuenta de Facebook presumía de la alta velocidad a la que conducía. "Qué gozada hacer saltar el radar a la Guardia Civil. Menuda multa para Renfe", publicó en 2012.