Los compañeros de Francisco José Garzón, el maquinista del convoy que descarriló el miércoles en Santiago de Compostela, solían comentar en broma cuando sabían del retraso de un tren: "Ahí viene Garzón". Incluso, aseguran que "no era de los que corrieran", sino que se destacaba por ser "muy sensato". Pero la policía española no piensa lo mismo, ya que ayer lo imputó "por imprudencia" en relación con el accidente que hasta ahora ha cobrado la vida a 78 personas. Sin embargo, Garzón, quien permanece detenido en el hospital de la capital gallega y que hoy pasará a disposición judicial, se niega a prestar declaración.
Garzón, quien reconoció poco después de producirse el siniestro que iba a una velocidad de 190 km/h, cuando la velocidad límite en ese tramo era de 80 km/h, no quiso contestar al interrogatorio policial en el Hospital Clínico de Santiago de Compostela, en el que permanece internado, informó el diario La Voz de Galicia. La policía, agregó el periódico, se limitó a leerle sus derechos al imputarle "un hecho delictivo" vinculado "a la posible imprudencia y a la autoría del accidente producido". Según la Jefatura Superior de Policía de Galicia, está previsto que sea el juez el que acuda al hospital para la toma de declaración. Expertos juristas citados por Ansa estiman que Garzón se expone a una condena que va desde 12 hasta 312 años de prisión.
A la espera de lo que Garzón pueda explicar a la justicia, ayer el presidente del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias, Gonzalo Ferre, aseguró que el maquinista tenía que haber empezado a frenar "cuatro kilómetros antes del lugar donde se produce el accidente", porque "ya tiene la notificación de que tiene que empezar a reducir la velocidad... A la salida del túnel tiene que ir a 80 (kilómetros) por hora". En entrevista con EFE, Ferre aseguró que todos los sistemas de seguridad funcionaron y que, en cualquier caso, el maquinista tenía una hoja de ruta con todas las indicaciones, porque "esa es la función del maquinista dentro del tren". Es decir, "controlar la velocidad", porque "si no, sería un pasajero".
Sin embargo, Manuel Mata, un maquinista que realiza la misma ruta que el convoy siniestrado Madrid-Ferrol, explicó que en el tramo en el que se produjo el accidente se requiere un cambio "brusco" de velocidad, sin que haya un sistema que obligue o alerte del mismo. "De 200 a 80 son 120 kilómetros por hora de diferencia, creo que es un descenso muy brusco para que no esté señalizado de alguna forma que te obligue a bajar la velocidad", indicó.
En lo que todos coinciden, es en la experiencia de Garzón. "Por este punto pasan seis trenes diarios y este maquinista ha pasado 60 veces por ese punto. El conocimiento que tiene que tener de la línea es exhaustivo", dijo a Antena 3 el presidente de la operadora ferroviaria Renfe, Julio Gómez-Pomar. En tanto, al secretario de organización del sector ferroviario de la Unión General de Trabajadores (UGT) en Galicia, Angel Rodríguez, le "cuesta creer que cometiera una imprudencia" por su carácter y porque "tiene experiencia como el que más", teniendo en cuenta que trabajaba en la línea donde se produjo el accidente desde que comenzó a operar hace año y medio. Rodríguez detalló a EFE que el conductor sufrió golpes en la cabeza, se rompió varias costillas y tiene una fisura que le afecta el pulmón. Asimismo, reveló que está "medio sedado", y aunque sabe que hubo fallecidos, desconoce "el alcance exacto" de la tragedia.