En junio del año pasado cuando el príncipe Harry estaba de visita en nuestro país, Marcelo Mena iba camino a la recepción oficial en la casa del embajador británico en el barrio El Golf, cuando quedó atascado en el taco de la rotonda Pérez Zujovic. El estricto protocolo exigía puntualidad, pues nadie podía entrar a la ceremonia después del hijo de Lady Di. Un poco nervioso, el subsecretario se bajó del auto, abrió la maleta, sacó su bicicleta portátil y partió pedaleando hacia su destino. Llegó a tiempo y mucho antes que su auto.

Cada vez que puede el subsecretario Mena se va de Vitacura hacia el centro en su bici roja. Si tiene que viajar o parte el día con una reunión lejos, su chofer lleva la bicicleta portátil y tiene cascos repartidos por todas partes. Llegó pedaleando -y un poco transpirado, reconoce- al encuentro con Piketty hace algunas semanas, y junto a su mujer, Loreto Stambuck, eligió ese medio de transporte para asistir al Te Deum de Fiestas Patrias, provocando un pequeño problema de protocolo…  nadie sabía qué hacer con las bicicletas de la pareja afuera de la Catedral.

Ingeniero civil bioquímico de la UCV y PhD en Ingeniería Ambiental de la Universidad de Iowa, hace algunos años comenzó a hacer ruido en el mundo de los ambientalistas. Era académico y director del Centro de Sustentabilidad de la UNAB, realizó estudios sobre los desafíos ambientales de los chilenos y los impuestos verdes y, en el anterior gobierno de Bachelet lo nombraron “gerente del aire” cuando el esmog era una mochila pesada para las autoridades cada invierno. Pero pese al nombre rimbombante de su cargo, tenía poco poder operativo y mucha resistencia entre algunos sectores que implementaban las medidas de descontaminación, por lo que solo duró dos meses. El 2013 participó en el comando de Andrés Velasco y en marzo de 2014 fue nombrado subsecretario del ministerio liderado por Pablo Badenier.

Uno de los pocos del equipo Velasco que llegó al gabinete…

Sí, y soy un agradecido de Andrés Velasco porque se la jugó por mí cuando nadie me conocía en el mundo político. Pero la verdad es que soy más de izquierda que él, absolutamente del equipo de la Nueva Mayoría y completamente fiel a la Presidenta.

¿Por qué entonces no fue del equipo de Bachelet?

Porque no me invitaron. No tenía contactos.

¿Y cómo enfrenta la situación actual de Andrés Velasco en el caso Penta?

Espero que se esclarezcan las cosas y lamento mucho lo que le ha pasado. Sé que no estaría en este cargo si no fuera por él y le entrego todo mi respaldo emocional… lo que ha pasado tendrá que verse en tribunales.

Con guitarra

“Me encanta este cargo. Tocar la guitarra todos los días es muy entretenido. Cuando eres subsecretario enfrentas una infinidad de problemáticas diarias, las mismas que yo abordaba cuando era académico, pero ahora tienes más peso, puedes delegar y hay un ministerio entero disponible para llevar ideas a cabo y ejecutarlas”, dice.

¿Es más fácil o más difícil de lo que pensaba?

Era menos difícil de lo que pensaba. Lo que me pasó en mi anterior paso por el Gobierno fue que estaba en un cargo más bajo y la estructura estatal es muy jerárquica, y las decisiones se toman entre ministros y subsecretarios de forma mucho más limpia. Ya no hay que pedirle permiso a tanta gente…

Algo así como “soy el jefe y hago lo que quiero”…

(se ríe)… Todo se basa en sumar actores, invitar a otros ministerios a trabajar. Por ejemplo, cuando recién asumimos teníamos un problema grave con el aire en el sur, pero no contábamos con las herramientas legales para resolverlo, así que nos pusimos a trabajar con el Ministerio de Salud para ocupar el Código Sanitario y poder tomar medidas excepcionales. Trabajamos harto con ropa ajena, tenemos que ser colaborativos y eso nos obliga a tener los mejores argumentos posibles porque siempre necesitamos de otros ministerios para llevar a cabo nuestras propuestas.

¿Cómo crees que se ha tomado la comunidad ambientalista esta institucionalización?

Creo que les gusta porque nos han visto hacer cosas importantes en tiempos muy cortos. Muchos pueden decir que yo tenía ciertos rasgos de activista, pero nadie puede acusarme de hacerlo sin argumentos técnicos… fui uno de los primeros en decir que las energías renovables iban a poder competir en precios y hoy tenemos licitaciones en que son las más baratas. Siempre dije que las normativas ambientales no alteraban el desarrollo, y hay estudios OCDE que demuestran que ni un punto del PIB se ha alterado por este tipo de normas. Siempre fui técnico, sólido y fundamentado. Quizás mi pasión por dar a conocer mi trabajo podía interpretarse como activismo, pero en el fondo siempre me he movido en el fundamento técnico y eso no cambia en nada respecto de lo que estoy haciendo hoy.

Ministerio cero emisión

“He tenido que andar más en auto de lo que quería. Tengo un chofer que viene todos los días a la oficina, no importa si yo vengo o no en bici. O sea, no disminuyen los viajes ni hay una ventaja ambiental por el hecho de que yo llegue pedaleando. Pero hemos llegado a un equilibrio”, explica.

¿Has importado algunas de tus costumbres no contaminantes al ministerio?

Sí, estamos licitando la compra de autos nuevos y vamos a hacer que éstos tengan estándares de emisión. Para el ministro va a ser un híbrido y yo, que viajo menos fuera de Santiago, quiero uno eléctrico, aunque sé que mi chofer va a sufrir… Quiero demostrar que podemos lograr un ahorro del 90% en gastos operativos sólo por concepto de combustible, a ver si otros ministerios se entusiasman. También queremos proponer un PMG (Programa de Mejoramiento de Gestión) que incluya bonos por sustentabilidad, para así incentivar a otras carteras a mejorar sus estándares. Lo vamos a implementar nosotros primero y después presentarlo como meta para el resto. También instalamos paneles solares en la azotea del edificio y que producen 17 kw de energía, tenemos un sistema de reciclaje interno, un bicicletero y una idea de incentivos para cuando Bike Santiago esté operativo y nuestros funcionarios lo usen, por ejemplo, para trasladarse a reuniones en el centro. ¡Ah! Y tengo una máquina donde me hago mis propias bebidas…

¿Cómo has manejado las relaciones ministeriales con las organizaciones sociales, que son muy intensas en este tema?

Tenemos una política de puertas abiertas, pero muchas veces nos enfrentamos a peticiones que son irreales o derechamente inconstitucionales. Cuando uno negocia lo hace de buena fe y eso significa que ambas partes deben estar dispuestas a ceder. Por lo demás, soy un bicho raro dentro del ambientalismo, porque no soy dogmático y ante la evidencia soy capaz de cambiar. Yo creo en los cambios reales, porque hay quienes promueven una gran revolución de sistema socioeconómico que no va a ocurrir… no me puedo dar el lujo de sentarme a esperar la gran revolución si hay cosas que puedo resolver ahora. Soy producto de una mezcla rara y distinta, porque creo que en el desarrollo sustentable y que éste puede funcionar en una economía de libre mercado. Hoy la tecnología verde compite de igual a igual y, muchas veces, está ganando.

Impuestos, leña y CO2

Es uno de los ideólogos de los famosos impuestos verdes, que hoy tienen a los compradores pagando más por los autos nuevos. Defiende la medida con el cálculo de costos y beneficios. “Hubo varias vueltas en el diseño y al final se decidió que lo mejor era cobrar a los autos nuevos por el daño ambiental que van a causar en su vida útil”, explica.

¿Cómo ha sido la recepción?

Estoy seguro de que el parque vehicular 2015 va a ser sustancialmente más eficiente y limpio que el del año anterior. Cuando lo presentamos en la OCDE encontraron que estaba muy bien diseñado y que incluso mejoraba muchas prácticas internacionales como, por ejemplo, la de París, que no contemplaba la contaminación local.

¿Qué  es la contaminación local?

Conviven dos problemas en paralelo. Con el cambio climático lo que se afecta es el CO2 y la contaminación local tiene que ver con el material particulado, el esmog. En los 90 todos creían que el diésel y la leña eran increíbles porque no afectaban el CO2, pero no consideraban sus efectos sobre una ciudad contaminada. Lo que se necesita son políticas integradas, porque si una norma ignora a la otra volvemos a quedar en nada.

Pero también hay un tema social, mal que mal la leña es la forma que tienen de calefaccionarse los más pobres…

Ahí existe un falso dilema. No tenemos que quitar la leña, de hecho no vamos a quitársela a la gente del sur. Sabemos que hay estufas que pueden disminuir un 95 por ciento su contaminación y seguir funcionando con leña. Lo que hay que reducir es la demanda energética, y para eso estamos trabajando con el Minvu en un proyecto que, de aquí a diez años, pretende modificar el revestimiento térmico de las viviendas. Además, estamos gestionando el recambio de calefactores y hemos comprobado que, por ejemplo, el 50 por ciento de los habitantes de Coyhaique han preferido el kerosene.

¿Siente que en esta relación interministerial se han validado como ministerio? ¿O todavía algunos los ven como los que vienen a “molestar” con sus temas ecologistas?

Desde el momento en que la Presidenta da su primer discurso y dice que no hay desarrollo si este no es sustentable e inclusivo, sentimos que tenemos todo el piso para movernos.