Fui feliz como niña. Una familia bien constituida, con abuelos, tíos, primos, hermanos, papá, mamá. Mi padre me alababa mucho, me dio confianza en mí misma. Le decía que me dejaba en vergüenza, porque siempre decía que su hija era la mejor. El era oficial de Carabineros.

Mi hermana más chica tenía un problema al corazón. Era una enfermedad grave y gracias a Dios se pudo salvar. Cuando tenía 18 años aparecieron las primeras operaciones a corazón abierto. La llevamos a Estados Unidos, la operaron. Hoy tiene más energía que todas las hermanas juntas.

Siempre tuve el bichito de ayudar, lo que hoy se llama servicio público. Es algo heredado, mi abuela siempre ayudaba en las poblaciones. Mi padre también era así. Mis hijos se ríen de mí, me dicen Baywatch. Una vez estábamos en Pucón y mirábamos el lago. De repente vi una lancha parada mucho rato. Pensé que estaba sin bencina y pesqué mi lancha para ayudarlos; cuando llegué, vi que había una pareja haciendo el amor.

Soy católica, voy a misa. Trato de ir todos los domingos. Soy muy ingrata con Dios, porque rezo mucho en tiempo de aflicción. En los buenos momentos se me olvida dar gracias por lo que tengo.

Mi marido era publicista de la agencia más importante en ese tiempo, J. Walter Thompson. En el 66 se dio cuenta de que las cosas venían mal en Chile, se fue a Nueva York y dijo que quería ir a otro país: no encontró nada mejor que Japón. Mis hijos aprendieron japonés, inglés y se les olvidó un poco el castellano. Yo me demoré año y medio en disfrutar el país. Aprendí japonés, hice yoga, compré tansu, estudié ikebana.

Después nos fuimos a EE.UU., que fue más duro que Japón. Tenía que cuidar a los niños, limpiar la casa, ver los caballos, cortar el pasto con un tractor. Yo era igual a una granjera. Estuve ocho años, lo pasé muy mal. Puse a mi marido entre la espada y la pared: o nos íbamos o yo me iba.

Ando en elíptica. La uso 2 ó 3 veces por semana: 10 minutos en la mañana, 10 en noche. No me gusta la elíptica, pero me gusta hacer ejercicio, así que es un desafío esta máquina. Lo hago por disciplina, por rutina, es parte de cuidarse, para tener una vida sana cuando mayor.

Nunca me he operado. Mi mamá tiene 92 años y está mejor que yo. En realidad me operé una vez, me saqué las bolsas de los ojos hace 22 años, pero nunca nada más.

Cuando me nombraron alcaldesa de Peñalolén, yo no lo conocía (a Pinochet). Cuando lo conocí, me dijo "yo era muy amigo de su papá". Siempre fue una relación de trabajo, fui a algunos de sus cumpleaños, aunque iba mucha gente. Después tuve más cercanía cuando fui a Londres. Encontraba injusto que lo detuvieran.

Cuando entré a RN, el presidente era Onofre Jarpa. Me encantaba don Sergio, me fui a RN por eso. Pero después llegaron otros líderes, y no era lo mismo. RN se puso más liberal en lo valórico, en lo político. No me sentí tan feliz y cómoda como cuando partí. La UDI representaba lo que yo sentía desde el punto de vista político, valórico. Nunca me voy a arrepentir de haberme cambiado.

Aunque en RN me molestaban mucho, me pescaban mucho. En la UDI no me molestan, pero no me pescan.

Mi marido murió de cáncer al colon en el 97. Fue muy doloroso. Fuimos a EE.UU., se hizo el examen de colon y me dijo "no hope". Tenía otro tumor y nadie quería operarlo porque es complicado operar a alguien de colon por segunda vez. Lo operaron y nunca estuvo bien. Un hombre que pesaba entre 90 y 100 kilos, llegó a 55. Era terrible, porque yo tenía que ir a Valparaíso al Congreso. La nana me llamaba diciendo que volviera, porque mi marido estaba con morfina y alucinaba.

Mi película favorita es La vida es bella, la he visto no sé cuántas veces y siempre lloro.

Me gusta comprarme zapatos. Tengo muchos, pero uso pocos.

Lo de mi hijo Paul fue terrible, una de las peores cosas que me han pasado. Fue una encerrona, un complot contra él para impedir que hiciera un evento en Pucón. A un personaje de la zona se le ocurrió que no tenían que darle permiso, y el alcalde no se los dio. Hicieron un evento en Purrahue y llegó la gente. Entonces, le hicieron esta encerrona. Lo detuvieron. Le desarmaron el auto, no le encontraron nada. El fiscal dijo que mi hijo era narcotraficante. La jueza de garantía lo dejó en prisión preventiva.

No pongo las manos al fuego porque mis hijos no hayan probado las drogas, pero narcotraficantes no son. Esto partió por el tema del evento, pero después se enredó con que él era el hijo de la diputada Cristi. Estuvo 60 días preso. Lo fui a ver todos los días, me daba miedo que se fuera a matar. Era tan absurda la acusación. Primero dijeron que era traficante internacional, después que era micro, después que regalaba… Me sentí sola. Políticamente me sentí mal también. La única persona que me acompañó fue Evelyn Matthei. Al final salimos de esto, pero ha sido un daño moral hasta ahora.

Tengo una colección de caballitos. Cada vez que puedo me compro uno. Me encantan, porque son nobles, bonitos, ágiles. Debo tener unos 40.

Avisé que ahora no sigo como diputada. Este es mi último período. Le he dado mucho tiempo a la política y tengo que darme un tiempo para mí, estar más con mi familia. Tengo cuatro nietos grandes y uno chico. Me gustaría tener una fundación, hacer algo con los niños. Es uno de los sectores más abandonados en Chile. El Sename se desarmó en los últimos años.