Aunque había diseñado un par de casas antes, la primera obra importante de Mathias Klotz (1965) fue el refugio que su madre, María Isabel Germain, le encargó levantar en Tunquén, en 1990. Fue esa casa, con forma de cubo blanco, hecha con sólo 20 mil dólares e instalada en una playa de difícil acceso, la que marcó para siempre su carrera. Desde entonces sería conocido como la punta de lanza de una generación que hizo de la simpleza de las formas, el uso de materiales nobles y la preocupación por el paisaje, su estandarte. "Al margen del reconocimiento profesional, me sirvió y me sigue sirviendo como punto de partida y punto de llegada en la medida que representa lo esencial que para mí una obra debe contener", escribe Klotz sobre el refugio de su madre, que hoy ya es un clásico de la nueva arquitectura chilena.
Por esto, también se entiende, que la Casa Klotz (1991) sea el punto de partida del libro que el decano de la Facultad de Arquitectura de la U. Diego Portales lanza el miércoles en la Biblioteca Nicanor Parra (también diseñada por él), donde a través de sus últimos proyectos recorre sus 20 años de carrera.
Lo que empezó con algunas casas por encargo en distintos balnearios de Chile se amplió a trabajos de distinta índole como el Colegio Altamira (2000), la Facultad de Economía de la UDP (2005) en Santiago Poniente o las oficinas Hunter Douglas (2007). Suyos también son la remodelación del Castillo de Parque Forestal (2013) y una torre de agua en Rancagua (2012). Para el arquitecto y teórico español Miquel Adriá, la obra de Klotz responde a un clasicismo atemporal que logra "máximos resultados con gestos mínimos".
Hoy el profesional tiene proyectos fuera del país: en estos momentos trabaja en dos casas en Uruguay, una en Argentina y dos torres de oficinas, de más de 160 mil metros cuadrados, en China. Todos los realiza en paralelo a obras locales, como un condominio de casas para Socovesa en Santiago.
"Todos mis proyectos son importantes, desde los más chicos y comerciales hasta los de gran escala como el de China. No tengo prejuicios con los proyectos comerciales, si existe espacio para desarrollar algo que sea razonable y armónico, me interesa", dice Klotz.
¿Siente que tiene menos libertad con un proyecto comercial?
Creo que hay mucho más desafío en hacer un mall que una casita en medio de la nada. Somos muy criticones de las inmobiliarias y el reglamento, pero hacer algo comercial de calidad y que aporte a la ciudad, bajo las normas actuales, es complejo. Sin mencionar que esos proyecto tienen una influencia infinitamente mayor en la vida de las personas.
¿Por qué usted ha optado por la arquitectura por encargo?
Hay dos líneas: los arquitectos "concurseros", que han hecho su carrera en base a los concursos públicos, y ahí tienes a Teodoro Fernández, uno de los mejores arquitectos del país, que con sus parques dejará un gran legado; y también están los arquitectos que hacen encargos como yo, que empecé así y me he mantenido ocupado en eso. No es algo que me moleste, el problema no está en los encargos, sino en cómo se desarrollan. La deuda con la ciudad no es de los arquitectos, es de la clase política, que ha dejado en manos de la especulación sin barreras, de la mano de la falta de planificación integrada, el desarrollo de las ciudades.
Junto a 28 personas, entre ellos la arquitecta Antonia Lehmann, el ministro de Vivienda Rodrigo Pérez y el presidente de la Cámara de Construcción, Daniel Hurtado, el arquitecto viñamarino fue parte de la comisión asesora para la nueva Política Nacional de Desarrollo Urbano (PNDU), que el Presidente Piñera promulgó en octubre pasado. En ella, se propone densificar más las ciudades y promover estrategias de sustentabilidad ambiental. "Es una hoja de ruta de lo que debe ser la ciudad y a la luz de ella se debe legislar. Ojalá veamos sus pasos. Michelle Bachelet fue la única candidata en incluir su implementación en el gobierno", dice Klotz.
¿Cuáles son las medidas más urgentes a tomar en las ciudades?
Frenar la expansión y apostar por la renovación urbana. Existen áreas gigantes, donde se mantienen los barrios de un piso, cuando se podría reurbanizar con edificios de hasta cuatro pisos, manteniendo una escala humana. Aquí hay dos caminos, un modelo de ciudad como suburbio, anodino y donde está todo por hacerse, y el otro es ir mejorando nuestras ciudades con buenos criterios. Es importante además hacer ciudades más integradas y no seguir tirando a los pobres a la periferia, sino que hacer nuevos barrios que tengan un mix social, donde todos los estratos sociales convivan y se beneficien.