Hubo una época en que el mundo privado de Roberto Matta giró en torno a su hijo Ramuntcho. Era 1964, y la esposa del pintor, Malitte Pope, debía acompañar, durante los días de semana, a su hija Federica en sus estudios en París, mientras que Matta se quedaba en Boissy, su casa de campo, junto al hijo menor. Se pasaban los días jugando, paseando por el bosque y viajando en bicicleta. Un día, algo rompió la rutina. Matta lo llevó a una de las habitaciones de la casa, abrió un armario y le mostró una caja llena de cintas magnéticas. "Estas, Ramuntcho, son todas para ti", le dijo. Tenía sólo siete años y no entendió muy bien de qué se trataba el regalo.

Recién en 1975, cuando cumplió 15 años, Ramuntcho empezó a escuchar las cintas con atención. Eran entrevistas que su padre se hacía a sí mismo. Alucinado con el material, el ahora músico y artista visual decidió seguir la tarea, grabándolo en audio y luego en video por más de 20 años: Matta paseando, conversando, pintando, comiendo o durmiendo. Cincuenta horas inéditas de filmación que a principios de noviembre serán, en parte, reveladas a través del documental Intimatta, que transmitirá TVN.

El canal público, junto a la agencia Gfilms, de Rodrigo Jorquiera, son los coproductores del filme, dirigido por el propio Ramuntcho y que en junio pasado recibió $ 250 millones del Consejo Nacional de Televisión para su realización. "Mi madre (la galerista Ana María Stagno), que trabaja con Ramuntcho, me contó que él tenía ganas de hacer un filme sobre su papá. No dudé y lo llamé para proponerle que trabajáramos juntos. Al mismo tiempo, el CNTV lanzó el concurso del centenario Matta, que ganamos. En agosto, ya estábamos grabando las primeras escenas en Francia y España", cuenta Jorquiera.

Las grabaciones parten en París, registrando los lugares que Matta recorrió en vida, sus casas y los museos que poseen algunas de sus obras. Hay imágenes dentro del Centro Pompidou y del depósito que posee Ramuntcho donde están los cuadros que heredó. También viajan al País Vasco, donde este año se realizó una gran muestra de Matta, en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Sin embargo, el corazón del filme será el conjunto de cintas que Ramuntcho grabó cuando el pintor estaba vivo. "No es una biografía, quiero mostrar al Matta más auténtico. La idea es estar una hora con él, verlo en todas sus facetas y recrear su sistema de pensamiento", dice el músico. "¿Cuál es mi idea de Matta? Cada hijo tiene una idea distinta de su padre. Matta cambia según el interlocutor. El filme retrata a un padre que entabla una relación con su hijo. Que sea artista, jardinero u oficinista no es importante para ninguno de los dos".

Honrar al padre

Aunque fue el hijo varón más cercano, para Ramuntcho no siempre fue fácil convivir con la figura imponente y creativa de Matta. "Me autocensuré durante años, dedicándome más a la música que a las artes visuales. Fue un peso, antes de volverse un sentimiento de responsabilidad muy fértil", dice. Contra todo cliché, el artista se resistió a "matar al padre" y, por el contrario, decidió seguir sus consejos y honrar sus creaciones.

Así queda plasmado en Intimatta. En 2001, Ramuntcho crea un programa computacional para convertir los cuadros de Matta en melodías. Cuando le muestra el resultado, el pintor abre los ojos maravillado y sonríe. "Esto justifica toda mi obra", exclama. Luego se sienta a elegir dibujos para que Ramuntcho los transforme en dibujos animados: casi al final vemos a un anciano Matta, dibujando en una tabla digital para computador. "El sabía perfectamente que todo esto iba a convertirse en película. Muchas veces le dice a Ramuntcho, 'esto tienes que grabarlo', 'esto se tiene que decir'. Sabía que había logrado un nivel de conciencia y deseaba entregar esa sabiduría a todos", dice Danielle Fillios, montajista del filme.

En una escena, Matta camina por su campo en Tarquinia, Italia, y se detiene a jugar con las hojas de una higuera, luego se sienta frente a la lente y reflexiona sobre las diferencias entre la imagen que vemos a través de los ojos y la que proporciona la cámara. En otra escena conversa con su nieta Oona, quien le enseña a taparse la boca para toser. Matta ríe divertido. Más tarde inicia una reflexión sobre el arte, la conciencia y la esencia del ser en la Tierra (temas centrales de su obra), para segundos después dormirse en el sillón. Despierta al rato y reinicia la conversación. "Hay un nivel cotidiano y otro muy profundo, porque Matta era así. Su gran preocupación era que el hombre se involucrara con el mundo de manera consciente y no dirigido por el dinero. Que nada manipulara al hombre", dice Fillios.

En el filme, Matta no habla de política, tampoco de religión y muy poco sobre Chile. "Veía el gobierno de Allende como un éxito para el planeta. Yo, en cambio, conocí Chile tarde y creía que todos eran como mi papá, o como sus amigos. Pensaba que Chile era un mundo de poesía", dice Ramuntcho. "Lo importante para Matta era lograr hacer de tu vida algo positivo para el mundo, cómo ser más honesto, más verdadero. Hablamos mucho de eso. Yo seguía sus consejos con gran piedad filial, porque era consciente de que el talento es resultado de mucho trabajo".

Con su hijo, Matta se explaya sobre su mundo artístico. Se para frente a un lienzo y le explica cómo elabora las construcciones que plasma en las telas. Luego rememora la primera vez que vio el lienzo de Marcel Duchamp El pasaje de la virgen a novia (1912), el cual le reveló que era posible pintar el tiempo, y que su propia formación de arquitecto le ayudaría a hacerlo. "Matta era un tipo que pintaba dos horas al día y que el resto del tiempo lo ocupaba para lograr entrar en ese estado de inspiración que le permitía pintar. La maravilla de este documental es que nos da el privilegio de presenciar esos momentos, justo cuando se queda maravillado con algo, descubre una idea nueva o hace un juego de palabras. Es ahí cuando le brillan los ojos y está listo para volver a crear", remata Jorquiera.