Desde que era un niño, Garrett McNamara tenía claro cuál era uno de los principales retos de su vida: perseguir olas gigantes.
A comienzos de los 90, el surfista estadounidense finalmente tomó la decisión de dedicarse a este deporte, y en poco tiempo se convirtió en uno de los mejores de su especialidad, lo que se vio reflejado en sus vitrinas, en donde reposan varios de los 17 trofeos que ha ganado corriendo olas.
Sin embargo, su principal interés siempre han sido las gigantescas ondas marinas. De hecho, desde 2011 que se ha abocado principalmente en la búsqueda de ellas. Y mal no le ha ido, pues en la playa de Nazaré, Portugal, logró su primer gran récord, tras correr un tubo de 78 pies (23,7 metros).
Pese a esto, hubo una fuerte discusión con respecto de esta marca, ya que, en un principio, se había establecido que esta había sido de 90 pies (27,4 metros). Finalmente, el libro de Record Guinness se inclinó por la primera cifra, la que, en todo caso, igual superaba el récord que ostentaba su compatriota Mike Parsons (23,4).
Pese a esto, el norteamericano de 45 años no se quedó tranquilo y se preparó para volver al mismo lugar en donde había hecho historia. Luego de varios meses de preparación y estudios climáticos, McNamara se decidió nuevamente a buscar una ola que lo mantuviera en lo más alto del surf mundial.
Así, en compañía del fotógrafo Tó Mané, uno de los mejores en el ambiente, encontró la ola en el mismo lugar donde había establecido su anterior marca, y la surfeó sin ningún problema.
En un principio, se estima que la ola era de 100 pies, es decir, 30,4 metros, aunque aún se espera la confirmación oficial.
"Me siento un privilegiado. Logramos todo lo que queríamos. Supuso un gran desafío personal, por lo que hubo que estar concentrado", dijo el surfista, quien, además, destacó que la experiencia fue "totalmente avasalladora... Si hubiésemos chocado contra las rocas, no sabíamos si hubiésemos regresado".