¿Está de nuevo de moda el anarquismo en Chile? Pareciera que sí, que algo  de eso hay en el aire. Desde  hace  años,  historiadores -faltos de temas de tesis “novedosos” (agotados los bandoleros, las putas, las ferias libres y demases, temas aburridísimos)- recurren a la inagotable cantera que el anarquismo ofrece. Mal que mal les viene de perillas; dicen encontrar en el anarquismo vetas alternativas -previas y más hondas- que lo que pasa por historia “oficial” de la izquierda, versión afín al PC. Pero, hay más, fuera de los historiadores tirados para la punta, están también los antisistémicos y/o violentistas que nunca faltan, gente que también se las da de “anarco” (e.g. los okupas, Pitronello y socios, el ciclista al que le estalló la mochila, y cuanto encapuchado que incendia buses). Está también Melissa, la nueva presidenta de la FECh.

¿Confuso? Claro que sí. Cuesta entender, además, qué podría haber en común entre Melissa Sepúlveda y las ideas de Godwin, Proudhon, Kropotkin, Malatesta o Bakunin. ¿Melissa y el movimiento mancomunal de fines del siglo XIX y principios del XX?: Idem. ¿Melissa y Pezoa Véliz, Gómez Rojas, Santiván, González Vera?: Paso. ¿Melissa y el zapatero remendón que habría “instruido” a Allende en los cerros de Valparaíso?: ¿...? Conforme, no hay un vínculo genealógico que haga explicable el “anarquismo” universitario de hoy; ¿qué hay, qué pasa, entonces?

Hay confusión y por eso cunden las posturas y doctrinas confusas, lo que los gringos llaman mumbo-jumbo, y, sí, el anarquismo puede ser un poco charlatán (es lo que dice Marx sobre Proudhon). Hay también mucho estudiante harto que se les confunda, como también muchos dispuestos a que se les siga confundiendo, pero que, al menos, sea “otra” la confusión. Pasó el tiempo en que el piercing de Camila y el puño en alto de Gabriel eran sexy; ahora le toca el turno al tatuaje de Melissa. Nashla Aburman, la presidenta de la FEUC, no será “anarquista”, pero piensa lo mismo: “Así como no teníamos candidata presidencial, tampoco tenemos  parlamentarios”, o dicho de otra forma, “estamos hartos de dirigentes que saltan de las federaciones al Congreso”. Es posible además que en la UCH los estudiantes estén hartos del uso politiquero que la Casa Central (llena de ex dirigentes funcionarios con que se ha rodeado la rectoría saliente de Víctor Pérez) ha hecho de ellos, todos estos años. Pasa también que la política universitaria es de por sí “metastática” y tal la bulla que esto genera que surgen variantes anárquicas que se parodian a sí mismas (e.g. el grupo RetroCEDamos, hartos del PC y la Izquierda Autónoma de Boric, elegido en la Escuela de Derecho).

No descartemos tampoco el que estas generaciones estén sobre-estimuladas, en espera de que se las “renueve” con la última “aplicación” y videojuego ofertados. ¿El anarquismo de la FECh de hace 91 años? Bien raro y retro, lo admito, pero no es la primera vez que revolucionarios juegan a ser revolucionarios (e.g. el ‘48 francés nostálgico de los jacobinos). El trasfondo lúdico revolucionario de hoy está además bien explicado en Ramón González Férriz, La Revolución Divertida (2012). Es viejo cuento. Félix Ovejero concuerda: “En las revueltas del 68 se acuñó una manera adolescente de entender la política que es aún la nuestra. Es un modelo que maltrata a quienes recuerdan las dificultades y premia a quienes prometen todo a todo el mundo”. Cuento, pues, más anárquico que anarquista en serio.