LAS MESAS de cuatro patas rara vez no cojean. La virtud de una mesa de tres patas es que nunca cojea. Sin embargo, cuando a la de tres le falla una pata, simplemente se cae. La forma más adecuada de visionar y planificar nuestras ciudades es justamente con la convergencia tripartita de autoridad, expertos y ciudadanía. Con estas tres "patas" bien puestas, la mesa no cojea, no se cae. ¿Cómo están nuestras tres "patas urbanas"?

La autoridad. ¡Qué importante es que las autoridades que gobiernan la ciudad estén conscientes de la importancia de sus decisiones para fijar los destinos de ese territorio! Sin embargo, alcaldes y concejales parecen no estar al tanto de esa relevancia, no querer enterarse, no conocer las materias, o simplemente no entenderlas. Se apuran en votar porque "llevamos muchos años en esto", sin entender que el remedio puede ser peor que la enfermedad y que remediarlo puede ser más largo o simplemente imposible. Un balance basado en la propia experiencia, y siempre con honrosas excepciones, deja un resultado preocupante donde esta pata de la "mesa" falla sistemáticamente y no está a la altura de la convocatoria.

Los expertos. La disciplina de la planificación está hoy fuertemente cuestionada. Los resultados de nuestros instrumentos de planificación ponen en duda su eficacia. El problema es que hoy asimilamos el término "regulación" urbana con "planificación" urbana. Me atrevo a decir que en nuestro país nuestros planes reguladores son 90% regulación y sólo 10% planificación. En eso los expertos no podemos hacer nada porque el quehacer y ámbito de acción está enmarcado por las leyes vigentes. Sí podemos preocuparnos de que los equipos municipales se fortalezcan, que nuestras universidades formen más y mejores profesionales en esta área, que cuando se licita un estudio de un nuevo Plan Regulador o de un Plan Maestro de Recuperación de Barrios o cualquier otra iniciativa urbana de impacto, se contrate al mejor y no al más barato. La lógica del menor costo en la contratación de estudios y expertos  para la ciudad tiene a nuestro Chile Urbano en el suelo.

La ciudadanía. Hoy no se concibe la formulación de un proyecto de impacto público ni de un plan regulador sin participación ciudadana. ¿Pero de qué participación hablamos? Habitualmente de una participación que reconoce trincheras antagónicas de escasos ciudadanos organizados, con intuiciones más que conocimientos sólidos, en desventaja de otros con más recursos y acceso a redes de poder, agendas políticas encubiertas, etc. Con más o menos de esto o de aquello, resulta una transacción poco discutida, dialogada y razonada. Sin educación urbanística es imposible pensar que la dinámica participativa en torno a proyectos y planes realmente agregue valor, construya consensos y se aleje de berrinches egoístas de agendas reivindicatorias o que sólo busca maximizar retorno económico. La construcción de esta "pata ciudadana" es en sí misma un ejercicio de equilibrio de alta complejidad y no resuelto.

El diagnóstico vale en comunas ricas y pobres, de derecha e izquierda. Nadie se salva. Eso es malo, pero también es bueno porque podemos trabajar juntos. No sirve la mesa coja… Menos la que se cae.

Julio Poblete
Arquitecto