Fue sólo un aperitivo, apenas la primera alerta de lo que ya asoma como una de las mayores visitas en la agenda de conciertos para 2014: tras tocar el domingo 8 en la Antártica para un puñado de fans latinoamericanos, incluyendo chilenos, Metallica, una de las bandas de heavy metal más populares en el país, anunció ayer su retorno a Santiago. Según confirma la productora T4F, encargados de su venida, el concierto será el jueves 27 de marzo, a las 21 horas, en el Estadio Monumental, materializando la cuarta vez de los estadounidenses, luego de sus escalas de 1993 (Velódromo del Estadio Nacional), 1999 (Pista Atlética) y 2010 (Club Hípico).

Eso sí, para esta vez habrá un matiz de diferencia. Bajo el nombre de Metallica by Request, los shows en el continente funcionarán bajo una modalidad interactiva, en la que los seguidores podrán escoger el listado de canciones de cada recital. Con un código especial que tendrán las entradas, los fanáticos podrán ingresar al sitio web de la agrupación (www.metallica.com) y elegir 17 de los 18 temas que el conjunto interpretará en cada una de sus escalas (la composición restante será un tema nuevo).

En el caso local, los boletos tendrán una preventa exclusiva para clientes Entel desde este lunes 16 hasta el mediodía del viernes 20. La venta general empezará al mediodía del día 21. Los precios (sin cargo por servicio) serán de $ 27.000 (Magallanes), $ 40.000 (Cancha), $ 50.000 (Cordillera), $ 58.000 (Océano numerado), $ 95.000 (Rapa Nui numerado y Cancha preferencial). Se pueden adquirir en los puntos de venta de Ticketek.

Antes de Santiago, los hombres de Enter Sandman pasarán por Asunción (24 de marzo), por lo que podrían aterrizar en el país uno o dos días antes del espectáculo. El resto del tour también contempla fechas en Bogotá, Quito, Lima, Sao Paulo y dos presentaciones en Buenos Aires para el cierre.

Los encargados de su visita planean juntar a 48 mil personas, en un show que trae el mismo diseño que han mostrado en sus paradas más recientes en Asia y Africa: un escenario de 25 metros de ancho, pirotecnia por casi todos sus rincones y pantallas led al centro y al costado. Aunque la espectacularidad está garantizada, la única deuda que traen los californianos apunta a su vida creativa: sus dos últimos álbumes -St. Anger (2003) y Death magnetic (2008)- obtuvieron resultados irregulares de crítica y ventas, dejando en suspenso la renovación artística de uno de los referentes más populares del thrash metal.