Lo más malo de Los archivos del cardenal, donde hice de torturador, es que antes no fumaba y ahora fumo. Sabía que mi personaje, Mauro Pastene, fumaba mucho y no quería irme en pálida y me obligué a fumar. El personaje está basado en Andrés Valenzuela, el "Papudo", que se dio vuelta en 1983. Audicioné para varios personajes, pero yo elegí a Mauro por su dualidad, su contradicción y su lucidez de darse cuenta de su maldad. Se saca el reloj porque se olvida del tiempo, se saca el anillo porque deja de ser esposo, sus drogas son Paloma San Basilio y Perales.
Somos bien amigos con Benjamín Vicuña. Ibamos en la misma escuela de teatro (en la Universidad de Chile). En Los archivos del cardenal me toca torturarlo, y plantearse torturar a un amigo no es fácil. Ensayamos varias veces la escena de tortura del submarino. Como él tenía las manos amarradas no me podía avisar cuando se ahogaba, así que me avisaba con el pie.
Vivo en Eliecer Parada con Amapolas. Me encanta mi barrio, porque queda entre Ñuñoa y el lado más amable de Providencia. Están las ciclovías, los parques, puedo pasear con mi hija.
Mi hija y yo hacemos haikido juntos, todas las semanas. Me gusta la filosofía japonesa. Tengo un rollo con Japón. Es mi viaje pendiente. A veces pienso que soy un piloto kamikaze y me reencarné en Chile. Me gusta la cosa medieval japonesa. Mishima es mi escritor favorito. Hasta los autos japoneses me gustan.
En mi iPod no puede faltar Johnny Cash, Leonard Cohen, Nick Cave, Los Beatles y los Rolling Stones. Yo soy medio rockabilly.
Fui durante nueve años el tío Roberto de La negra Ester. Después, representé al Padre Hurtado. Era el tiempo de su canonización y yo cometí el error de hacer al santo. Entonces, el director me dijo que le pusiera un poco del tío Roberto al sacerdote, porque el Padre Hurtado también era picarón.
Andrés Pérez es mi maestro. Trabajé con él vivo cuatro años, y después de su muerte me quedé otros ocho años. Cuando murió, yo estaba en La Pampilla grabando mi primer telefilme. Viajé, le dejé un ramo de rosas y me perdí. Le debo no haber estado en su carnaval de despedida. Por eso, lo llevo a todos lados; ahora, con una amiga estamos presentando un Fondart a 10 años de su muerte.
Mi papá se murió el mismo año que Andrés. Fue muy fuerte, me quedé huérfano de mis referentes, mis ídolos. Me tuve que rearmar. Un tiempo me perdí un poquito, después he aprendido que la sabiduría hay que buscarla dentro de uno. Con la muerte de mi padre se murió todo lo negativo que tenía de él, se volvió un ser ideal, un semidiós.
Me gusta que la gente sea derecha y cumpla. Soy medio samurái: si me comprometo a algo, me comprometo para siempre.
Toco bajo, guitarra, batería, armónica y estoy aprendiendo trompeta. El único artista de mi familia. Mi papá era contador; y mi mamá, ejecutiva de un banco. Tengo una banda que se llama Jack Daniel, donde tocamos música antigua y de los años 70 y 80. Ahora estoy en la obra Amores de cantina, donde canto y toco el bajo.
Siempre me ha gustado el fuego. Una vez, cuando chico tiré unos papeles encendidos por un hoyito de la pandereta de la casa del lado, justo donde había un pajar. Mi vecino me caía mal y escuchaba cómo lo retaban pensando que había sido él el que estaba incendiando el patio. Creo que ha sido de lo más incorrecto que he hecho en la vida, al menos de niño.
En la película Ilusiones ópticas representé a un ciego que recuperaba la vista. El personaje fue una cita a mi padre. El me contaba que veía un poquito, veía siluetas. Lo imité a él. Mi papá murió de diabetes. A mí la enfermedad no me da miedo. Creo que la sanación está dentro de uno, creo en un concepto metafísico de la salud.
Soy medio ermitaño. Tengo una contradicción: me gusta la gente, pero me alejo cuando hay mucha, la rehúyo.
Un personaje que me gustaría hacer es Hugo de Payens, uno de los primeros templarios que llegó al Templo Salomón en la primera Cruzada. Me gustan los templarios, ahora estoy leyendo Los templarios y el tarot.
Vivo feliz de lo que hago, no he necesitado hacer teleseries. Sí he hecho publicidad. Soy el Drácula que promociona un helado. En la publicidad están las lucas, pero de repente da lata el ambiente, las amistades que se generan son bien falsas.
Me iría a vivir a Berlín y en algún momento a Los Angeles. Uno de mis proyectos es ir a la Ucla y conocer bien el negocio de Hollywood, conocer bien al enemigo.
Mi sueño pendiente es cantar como Frank Sinatra en una big band. Me encantaría tener la técnica y cantar bien, no sólo como aficionado.
Me encantaría morirme aislado. Ni tan viejo. Escribiendo en una casa en la montaña o en la playa. Creo que el trabajo de perfección espiritual no termina en esta vida. En este lugar nos prestan un pedazo de carne y nos dan tiempo. Como dice el mago blanco del Señor de los anillos: nosotros tenemos que decidir qué hacer con ese tiempo.