Creo que no corresponde un día de furia como el de Pedro Sabat, pero lo importante es que pidió disculpas. Yo no lo habría hecho. Parece que nunca me he salido de madre en política.
¿Mi pecado más grande? Fue meterme en política. Entré a la política sin saber ni querer. Trabajaba como director en una salmonera, era presidente de la rama de fútbol de la UC, tenía actividades bien gratas, hasta que mis amigos Andrés Allamand y Evelyn Matthei me pidieron, en 1992, que fuera candidato a alcalde por Las Condes.
Casi ni uso el iPod. Escucho más la radio. Me gustan Los Beatles, Neil Diamond, los Rollings Stones. Escucho música clásica, pero no entiendo nada, sólo me relaja.
Tengo tres hijas mujeres y mi niño que se acaba de ir de la casa, el desgraciado. Digo desgraciado porque lo echo de menos, era mi concho, tomábamos desayuno juntos y hablábamos todas las mañanas.
En la casa soy el inútil más grande, me las arreglo con un huevo revuelto y listo. El fin de semana me gusta que vaya la gente a almorzar, claro que yo no ayudo mucho.
Soy un municipalista enamorado de mi trabajo. Llevo 20 años trabajando como alcalde. Los alcaldes ganamos entre un 20 y 25% menos que otros funcionarios públicos y eso me parece terrible. Como presidente de la Asociación de Municipalidades, estoy tratando de homologarlo.
Cuando chico quería ser bombero y futbolista de la UC. Era bueno, jugué en el colegio y en la universidad. Hasta que conocí el rugby y me enamoré. Me gusta el trabajo en equipo del rugby, esforzarse, saber que uno solo no hace nada. Jugué muchos años en el Country Club, incluso hasta hace poco con el equipo de los veteranos.
Vengo de una familia bien conservadora. Como no quedé en Santiago, me fui a la Católica de Valparaíso. Mi papá me fue a matricular y a dejar a la pensión. Viví tres años con nueve amigos, en Diana 686. Nos cuidaban mucho, faltaba que nos bañaran nomás, no nos dejaban entrar con niñas. Venía siempre a Santiago a jugar rugby.
Tuve varios yesos por culpa del rugby. Mi peor accidente fue en un partido contra el Stade Francais. Llevé por primera vez a mi polola, mi actual esposa. En la primera jugada me hundieron la costilla. Me hice el valiente un rato, pero después no aguanté más y tuve que salir. El rugby es como la política, sin llorar.
Para mí Pinochet fue un dictador, al que yo no me opuse. Hizo cosas muy buenas por este país, y otras terribles.
Todos los chilenos tenemos claro el problema en educación. Ahora tenemos que resolverlo con técnicos, no con políticos. Tenemos que tomar decisiones: enseñamos inglés o chino mandarín.
He viajado por casi todo el mundo. Mis mejores viajes fueron las giras de rugby, cuando era cabro, a Uruguay, Brasil, Argentina. Ahora viajo con comodidades, hace poco tuve un viaje precioso a Japón. Otro viaje maravilloso fue en tren desde Pekín hasta la capital del Tíbet, y un crucero por Grecia con mi señora y una pareja de amigos.
Hace 11 años me corchetié la guata con mi mejor amigo. Pesaba 146 kilos, ahora peso 90. Nunca tuve problemas al corazón ni colesterol. Mi doctor me decía que me iba a dar diabetes, hipertensión, y yo le decía que una pastilla arreglaba todo. Después me dijo que iba a ser un guatón postrado en una cama. Como soy hiperquinético me asusté. Me operé dos días después.
Yo era un guatón bien pinchador, nunca tuve problemas de falta de vanidad por el sobrepeso. Ahora soy un viejo flaco fuera del mercado.
Antes, mi placer culpable era el patache, ahora me gusta la buena ropa. Una buena camisa, buena corbata. Me compro ropa en Alonso de Córdova; más aún: tengo hace ocho años un sastre que me hace los pantalones, las chaquetas, algunas camisas.
Tengo una devoción por la UC, soy cruzado caballero. Como tengo pésima memoria para las letras, la única canción que me sé de memoria es el Himno de la Católica y el Himno Nacional.
Viví toda mi vida en Darío Urzúa con Pedro de Valdivia, al frente de los papás de José Miguel Insulza. Mi mamá le pedía que me cuidara. El es mi gran amigo de la Concertación, junto con el rugbista Jorge Pizarro y el presidente de mi equipo de fútbol, Jaime Estévez.
No soy garabatero, pero digo garabatos. No me gusta que las mujeres ocupen el garabato sin fineza, como ofensa o vulgaridad. Si lo usan bien les sale maravilloso, pero que no recurran mucho. Mi garabato favorito es un buen "conchesumadre".
Me gusta mucho mi colegio porque nos enseñaron a respetar a todos. La gente que admiro salió del Saint George: Sebastián Errázuriz, Andrés Concha, Hernán Larraín, el ex ministro Aninat. Le doy gracias a Dios que mis padres hayan elegido ese colegio para mí.
El año pasado tuve cáncer a la parótida. Me sacaron toda la glándula parótida del lado derecho. Tengo un hoyo en la cara, pero no se nota. Apenas supe del cáncer, quise ganarle altiro. Después de una operación me tuvieron una semana en cama, estaba desesperado, me llegó a subir la presión. No soporté no hacer nada. Para otra, me vine a trabajar altiro. Me quedaba dormido en la oficina por las quimios. Mi familia estaba asustada, yo no. ¿Qué cambió en mí después del cáncer? Que ahora tomo vasos de agua a cada rato.S