Iconoclasta y provocador, el austríaco Michael Haneke se ha caracterizado por hacer un cine perturbador, donde analiza las complejidades del comportamiento humano. Así quedó demostrado el pasado jueves, cuando su filme Das wisse band, sobre los orígenes de la violencia nazi, dejó abrumados a los espectadores del 62º Festival de Cannes, convirtiéndose en el gran favorito del certamen.
Los pronósticos se cumplieron. Haneke ganó ayer por unanimidad el mayor premio de la competencia: la Palma de Oro a la mejor película. El galardón se lo entregó Isabelle Huppert, presidenta del jurado y protagonista de La profesora de piano, con la que ganó el Gran Premio del jurado 2001.
Ambientada antes de estallar la Primera Guerra Mundial, Das wisse band -que también recibió el premio Fipresci de la crítica internacional- indaga en las raíces del nazismo: es un retrato en blanco y negro del represivo sistema en que eran educados los niños de un pueblo al norte de Alemania, donde eran castigados física y sicológicamente. "Todas las formas de violencia y terrorismo emanan de la misma fuente: la perversión de los ideales que han sido convertidos en dogmas sociales" dijo Haneke, quien en 2005 ganó el premio a mejor director en Cannes por Caché .
Al recibir la Palma de Oro, añadió: "La felicidad es un cosa rara, pero puedo decir que en este momento me siento orgulloso".
Según los cálculos previos, sólo el francés Jacques Audiard podía disputarle a Haneke el máximo galardón, con su drama sobre las prisiones Un prophète (Un profeta), pero finalmente se llevó el Gran Premio del jurado.
La ceremonia de clausura, que puso fin a 11 días de festival, tuvo algunas sorpresas. A pesar de las severas críticas que recibió Antichrist, el filme del danés Lars Von Trier que muestra una cruda escena de mutilación genital, la protagonista Charlotte Gainsbourg se llevó el premio a mejor actriz. "Algunas veces me sentí realmente mal, pero al mismo tiempo fue tan excitante e intenso. Nunca había vivido nada tan fuerte", dijo sobre su rol.
A su vez, el austríaco Christoph Waltz se convirtió en la revelación del certamen al ganar el premio a mejor actor por su papel de coronel caza judíos en la cinta de Quentin Tarantino, Inglorious basterds. Pero, probablemente, el galardón más inesperado fue el de mejor director al filipino Brillante Mendoza por Kinatay, un retrato en tiempo real del secuestro y tortura de una prostituta, que no había sido mencionada entre las favoritas del jurado.
En tanto, Spring fever, una historia de amor homosexual en China, rodada en la clandestinidad con ayuda francesa, fue ganadora del premio al mejor guión, escrito por Feng Mei y dirigido por Lou Ye. Otro asiático, el coreano Park Chanwook, recibió el premio del jurado con su cinta de vampiros Thirst, compartido, eso sí, con la británica Fish tank, de Andrea Arnold.
La noche cerró con el galardón a la trayectoria. El premio que en 2008 recayó en Clint Eastwood, esta vez honró al francés Alain Resnais, quien celebró este año el 50 aniversario de su cinta Hiroshima mon amour. Uno de los más emblemáticos directores de la Nouvelle Vague, compitió en esta versión con la comedia Les herbes folles.