Afuera llueve, pero Miguel Bosé (56) viste relajado, con la gala que merece el lanzamiento de su último trabajo. Zapatos tipo Oxford como de gángster antiguo, traje holgado color gris, camisa floreada y dos collares con piezas de nácar, coloridas y coronadas por un corazón de oro. Instalado en el piso 18 de un hotel en Buenos Aires -hasta donde La Tercera llegó por invitación del sello Warner Music-, el cantante conversa sobre Papitwo (2012): su último disco, secuela de Papito (2007), donde revisita su catálogo a dos voces.
La nueva entrega reúne a Juan Luis Guerra, Ximena Sariñana, Joaquín Sabina, Juanes, Alejandro Sanz y otros amigos del español para recrear canciones que viajan en el tiempo desde 1977, como Linda. Es un ejercicio probado y Bosé lo sabe. Desde agosto está girando con este nuevo espectáculo y el próximo año será el turno de Chile. El cantante se presentará en el Festival de Viña del Mar el 26 de febrero, en Suractivo de Concepción el 28 de ese mes y el 2 de marzo en Movistar Arena.
Antes lanzará el segundo single, Decirnos adiós, junto a la actriz Penélope Cruz, grabará un especial de Navidad en la televisión española y se instalará en México por siete semanas para ejercer de juez en el programa La Voz. "Me voy con mi familia", cuenta, a propósito de sus dos hijos, a quienes adoptó en marzo de 2011. Es la primera gira mundial que prepara desde que creció su hogar. Según él, la entrega será la misma.
La gira que acompañó a Papito se extendió por más de dos años. ¿Los conciertos que llegarán a Chile compiten con ese hito?
Eso está superado con creces. Ya lo veréis. Quieras o no, es la banda sonora de tres generaciones. La mayor entrega al público ocurre durante una sección acústica, la mejor manera de presentar canciones de 30 años que melódicamente son muy reconocibles. Al desnudarlas, se convierten en clásicos. Lo que va de Bandido (1984) hasta hoy conforma el 80 por ciento del espectáculo. Ahí es cuando la escenografía entra en juego a lo bestia, tanto el techo de motores como las nueve cámaras, los diseños y la informática que hemos fabricado para ilustrar los temas. Todo es muy poderoso y ahí está el Bosé de siempre.
¿Cómo encaja Viña del Mar dentro de esa fórmula?
Por favor, no preguntes cuántas veces he ido, que ya ni me acuerdo (la que viene será la novena). Es que Viña es importantísimo. Hay tanto de mí en la Quinta. Tantísimo. Lo he hecho muchísimas veces, pero también en solitario, cuando la Quinta Vergara estaba abierta y se encendían antorchas con periódicos de verdad. Hay tanto, tanto mío allí, que cuando llego a Viña del Mar recién puedo decir que parte la gira Papitwo. Es el principio de mis giras. Además, es una fórmula que a la gente le encanta: temas de toda la vida, traídos al hoy. Tengo la sensación como si hubieran sido compuestos ayer. En concierto lo hago en solitario; invitamos a alguien si coincide por ahí. Imagínate lo imposible que sería juntarlos a todos. Por ahora, con lo que falta para Viña, no hay invitados cerrados.
Esta es una gira millonaria, que ha cruzado un país en crisis. ¿Cómo resuelve esa contradicción?
España está en una crisis profunda, con unas dificultades económicas tremendas. Sin embargo, hemos partido con una gira soldout. En los momentos de más dificultades, este concierto es una vuelta a los buenos momentos, al buen rollo. Durante dos horas y 20 minutos, descomprimes totalmente. Te olvidas de la mierda que está afuera y te está esperando cuando acabe. Es un espectáculo: el que doy y también verles a ellos gozar.
Usted hizo campaña por el anterior Presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero. ¿Está decepcionado de aquello?
Desde hace un tiempo no puedo evitar gritar al viento mi decepción con la clase política en general, que considero incompetente, débil y, en muchos casos, corruptos, a nuestra costa y con nuestro dinero. Hay que borrar, reiniciar y volver a empezar. ¿Quién lo hará? Pues la generación de indignados que se mueve en todos los países y que fui a visitar a la Puerta del Sol, en Madrid. Como en algún momento se redimensionó la figura del ejército en las democracias, hay que redimensionar la figura de las finanzas en el sistema político.
Antes de este disco, apareció Cardio (2010), que era más experimental. ¿Acaso la crisis económica es responsable de este regreso a la fórmula?
No. Hay que recordar que la música ya estaba en crisis 10 años antes. Habían caído los mercados de ingresos a nivel de royalties y regalías y estábamos sobreviviendo de los conciertos. La gente empezaba a padecer males y se barruntaba que iba a haber un crack bien grande en la economía. Aun así, Papito fue muy rentable a lo largo de sus casi tres años. Fue un éxito enorme para los empresarios. Lo fue para la industria, para los duetistas, para todo el mundo. No solamente por el recuerdo de lo divertido que fue hacer todo el proceso del primer Papito y no sólo por lo rentable es que hacemos el segundo. Llega también tras la insistencia que recibí, día a día -casi un acoso- de la gente que pregunta: "¿Dónde está Don diablo?". Que, por cierto, aún no está (ríe).
¿Estará en el tercer Papito?
Hay todavía temas de sobra. Cuando saqué Papitwo, vino una avalancha de peticiones. Voy a hacer un tercero de la saga, pero por ahora estoy concentrado en lo que tengo. Papito fue enorme y este ha arrancado igual de fuerte.