Caminar por los pasillos de la feria artesanal Santa Lucía es retroceder en el tiempo. En el recorrido por sus locales, es posible encontrar chalecos de lana de alpaca, aros de cobre y poleras de estilo hippie. Sobre todo se ve color, mucho color. Y para hacer un alto, hay unas rústicas bancas de madera. Es una imagen que puede datar de 1997 ó 2001 y que contrasta con el ajetreo que hay fuera del recinto, en la esquina de la Alameda con Carmen.
Sin embargo, en los próximos meses el recorrido será entre puestos metálicos revestidos de madera y que tendrán estándares de terminaciones superiores a los actuales. Esto, porque la feria está a punto de concretar la transformación más importante en sus 22 años de historia.
Se trata de la construcción del nuevo recinto de la feria, que contempla la renovación total de los 150 locales, los que se mantendrán la mayoría en el primer piso y algunos en el segundo. Este último espacio tendrá también dos o tres restaurantes de comida típica chilena y un bulevar con áreas verdes. Además, el subterráneo tendrá estacionamientos para su explotación comercial.
El cambio más significativo será la construcción de un hotel, que será administrado por un operador externo. Para esto, la sociedad de accionistas de la feria está en negociaciones con cuatro cadenas internacionales, cuyos nombres aún no quieren revelar para no entorpecer las tratativas.
Sin permisos
Fernando Marín, arquitecto de MAO, la oficina a cargo de la iniciativa, explica que la idea de los locatarios es mantener la feria como protagonista. "El hotel no será una masa que mire de frente al cerro Santa Lucía, ya que no estará en el borde de la curva que tiene la esquina, sino que se tomará distancia. Eso hará que en el segundo piso se genere un vacío central que mantendrá el carácter al aire libre del recinto", asegura. La superficie total del nuevo recinto será de 12.000 m2.
Con este proyecto, los artesanos de Santa Lucía buscan responder a los requerimientos del plano regulador de la comuna. En 2004 expiraron los permisos provisorios con que operaban y se declaró la inhabilidad del terreno. "Para la Municipalidad de Santiago, este es un sitio eriazo", sostiene Nancy Quezada, presidenta del directorio de la sociedad.
Desde esa fecha, los locatarios están en búsqueda de un proyecto que modernice el recinto y que regularice su situación. Quezada cuenta que en estos seis años han recibido varias propuestas, todas atraídas por la excelente ubicación de esta esquina. La que más recuerdan los artesanos es la que les presentó en 2007 la inmobiliaria Paz, que consistía en la compra del terreno, la construcción de un edificio y la ubicación de los locales en el primer piso y en el subterráneo. La oferta fue rechazada por los artesanos.
La intención de los 150 socios es mantenerse como dueños del recinto. Por eso, los $ 6 mil millones que cuesta el proyecto los están negociando con un banco. Quezada asegura que estás tratativas están avanzadas. Una vez confirmados los recursos, la sociedad realizará una junta de accionistas para ratificar la iniciativa, la que se realizaría a fines de marzo. Mientras, el anteproyecto es tramitado en la Dirección de Obras del municipio.
De ser ratificada la iniciativa, su construcción demoraría 18 meses. Durante todo ese período, la feria debiera funcionar en un lugar cercano, ubicación que los artesanos prefieren no revelar.
Esta no es la primera vez que los artesanos se sientan a negociar con la banca. En 1991 consiguieron la plata para comprar el terreno a la Inmobiliaria Paidahue, perteneciente a la familia Ergas, entonces controladores del Banco Edwards. Desde entonces, son dueños de esa apetecida esquina, a la que llegaron a fines de 1989 para participar en una feria navideña que duraría un par de meses.