El cuerpo humano funciona mejor a nivel del mar. La altura permite que el oxígeno sea transportado normalmente, lo que no ocurre a partir de los 2.400 metros. En ese punto, si una persona no está aclimatada, comienzan los dolores de cabeza, falta de apetito y mareos, efectos del mal agudo de montaña (Mam) o apunamiento, sin contar el frío.

A estas condiciones se someterá la rusa Olga Rumyantseva (38), que buscará hacer cumbre en los siete volcanes más altos del mundo, desafío bautizado Expedición Siete Volcanes de Kaspersky. Será la primera mujer en hacerlo sola y en menos de un año.

Esta semana logró su segundo objetivo: los 5.895 metros del Kilimanjaro, el más alto de Africa, un mes después de subir el Sidley (4.285 metros), el mayor de la Antártica. La montañista continuará recorriendo todos los continentes para finalizar en noviembre en Ojos del Salado (Chile-Argentina), el volcán más alto del mundo.

De la oficina al volcán

Rumyantseva pasó de ser consultora financiera a montañista en 2008 y ya ha estado en cuatro de estos siete volcanes como guía. Ahora deberá conseguir por sí misma todo lo que un equipo hace en este tipo de expediciones. "Hay que entrenar el cuerpo con actividades físicas intensas en un entorno con poco oxígeno, pero lo más importante es el fuerte deseo de alcanzar la cumbre. La mitad del éxito se debe al estado sicológico positivo. Yo tengo ese tipo de actitud", dice la montañista a La Tercera.

Vestuario, calzado especial, además de un notebook, teléfono satelital y GPS completan su equipo, con el que se comunica con el servicio de rescate.

El andinista Ernesto Olivares, instructor de montañismo en Vertical y miembro del equipo chileno que subió el Everest en 2012, explica que la aclimatación antes de escalar grandes alturas es tan importante como la preparación física, sobre todo en el Ojos del Salado, de casi siete mil metros. "La aclimatación promedio para alguien entrenado es una semana", dice. Dependiendo del tiempo, alcanzar la cumbre requiere entre 10 y 15 días y la última jornada es la más agotadora, casi 12 horas para ir y regresar a la cumbre.

Consumir agua -aunque se pierde la sensación de sed- es clave para evitar el mal de altura. También dormir, comer bien y estar atentos a sus síntomas que, si no son controlados, pueden provocar un edema pulmonar o cerebral.

El médico deportólogo Rafael Gutiérrez, de la clínica Meds, agrega que no es recomendable subir más de cinco cumbres de más de cinco mil metros en un año. "Al hacerlo se expone a daño a nivel orgánico, por el deterioro muscular y los problemas renales que se producen, que podrían llevarla hasta la muerte", advierte.

Esto podría mitigarse con una buena nutrición, equipamiento adecuado y medicamentos, pero sobre todo con una buena preparación y descansar seis semanas entre cada subida.

Rumyantseva conoce las dificultades y sabe que cada ascenso es más difícil que el anterior. El desafío va a paso rápido y no hay mucho tiempo para recuperarse. Pero es optimista. "Mi mente siempre está preparada para los desafíos", asegura.