Lugu es un lago de montaña que se empina sobre los 2.700 metros por sobre el nivel del mar. Se ubica entre las provincias chinas de Yunnan y Sichuan, cerca de Birmania y a poco más de dos mil kilómetros del Tíbet. Llegar no es fácil. La ciudad más cercana, Lijiang, está a 270 kilómetros por una ruta que sube y baja montañas. Aún así, los turistas nacionales y extranjeros se las arreglan para llegar a uno de los tantos albergues y hoteles que se han instalado en torno a esta sociedad en la que las mujeres llevan el orden de casi todo.

En las orillas de Lugu y contemplando un paisaje paradisíaco, hay alrededor de 40 mil personas que descienden de la tribu Mosuo, una de las últimas que todavía viven bajo el régimen de matriarcado.

Las mujeres de este grupo no se casan nunca y pueden tener muchos amantes durante su vida, desde que , a los 13 años, tienen su ceremonia de iniciación.

"El agua es clara y limpia, y los alrededores, pacíficos y hermosos, esto es perfecto", explicó Luca Locatelli, un fotógrafo que viaja por distintos lugares del mundo buscando imágenes para los reportajes que luego publica en prestigiosos medios. Para registrar la vida de esta comunidad pasó un mes viviendo con ellos y luego contó su experiencia en la edición dominical del periódico británico The Observer.

Todos son "tíos"

En la lengua de los Mosuo no existe una palabra para nombrar al padre o marido. Es que el concepto ni siquiera existe entre ellos. Los hombres se dedican a la pesca o a la crianza del ganado, viven siempre en la casa de su madre y cuando ésta ya no está, siguen apoyando en distintas labores a sus hermanas. No manejan dinero propio ni poseen tierras.

Las decisiones económicas y familiares son terreno de las mujeres. Ellas son las jefas de familia, las madres, y dominan la mayoría de los ámbitos en esta sociedad. Tienen la propiedad legítima de tierra y viviendas, y también tienen el derecho sobre sus hijos. Como no existen los "padres", los hombres cumplen un rol de tíos de todos los niños, incluyendo los de su descendencia.

Como amante de una mujer, pueden visitar su casa, pero sólo de noche, sin que el resto de la familia se entere, y debe abandonarla antes de que salga el sol, como si fuera un secreto. Si producto de estas "reuniones" la mujer se embaraza, ese hijo o hija es criado por la familia materna y nadie busca saber quién es el responsable. Practican el zuo hun, un concepto que se puede definir como un "matrimonio ambulante".

Un antiguo proverbio de esta zona dice que en el cielo el ser más importante es el águila, y en la tierra, el tío.

Sólo la esfera política está destinada a los hombres... Por algo a los Mosuo se les conoce como el "reino de las mujeres".

Locatelli, cuenta al periódico británico que se trasladó a Lige para conocer a los verdaderos Mosuo, una villa en la otra orilla del lago. "Crucé el lago a otro pueblo y los encontré viviendo en las mismas tradiciones, que lo han hecho durante 2.000 años. La gente de ahí era encantadora, amable, simple, y viven felices", dijo Locatelli.

Efectivamente, los que visitan a los Mosuo destacan el clima de paz en el que viven, casi no existen conflictos y los que pueda haber se resuelven en armonía. Tampoco convive con ellos el afán de poder o de acumular riquezas, porque aun cuando la propiedad sigue la línea materna, la jefa de grupo es siempre la mujer más anciana, madre o hermana mayor. Además, como los hijos son criados por la familia completa, no existen grandes diferencias entre los hermanos y los primos, y esa estructura se mantiene en la adultez. Todas las decisiones de la familia se conversan alrededor del fuego y la habitación de la abuela se convierte en una especie de centro de operaciones desde donde se deciden las tareas para todos día a día.

Según la experiencia de este fotógrafo, aunque mantienen la estructura ancestral, el modo de vivir de estas personas ha experimentado algunos cambios producto de la modernidad, pero, a la vez, poseen un verdadero sentido de orgullo por la forma de vida que llevan. De acuerdo a la filosofía Mosuo, los hombres y las mujeres son mucho más iguales de lo que parecen. La diferencia es que ellas son sólo un poco más responsables.