África se despide del más longevo de sus dictadores. Omar Bongo, presidente de Gabón desde 1967, falleció ayer en la clínica Quirón de Barcelona a consecuencia de un infarto cardíaco, según informó en un comunicado el primer ministro de su país, Jean Eyeghe Ndong.
La confirmación llegó sólo unas horas después de que el propio Ndong negara las informaciones que daban
por muerto a Bongo. Al momento de su deceso, se encontraba acompañado del presidente de la Asamblea Nacional y varios altos representantes del gobierno, así como de diversos miembros de su familia.
"Padre de la patria"
El retiro de Fidel Castro había convertido a Omar Bongo en el presidente más longevo del planeta: sumaba 42 años en el poder, atribuía su buena salud a la capacidad procreadora y había convertido la democracia nacional en un instrumento de poder vitalicio.
De hecho, el líder de la oposición, Zacharie Myboto, es una marioneta del presidente y está casado en segundas nupcias con una de las mujeres que fueron parte del "harén" de Bongo. Tuvieron ambos una hija en común y convirtieron semejante vínculo estratégico en una forma de limitar los poderes de Myboto, para que
no se fuera a "extralimitar" en sus funciones de "opositor".
Gabón es un país concebido a la medida y al antojo del jefe del Estado. Viene a demostrarlo el modo en que la estirpe acapara los puestos de responsabilidad y los ministerios de referencia. Es la arquitectura de un país donde Bongo se desenvolvía como el "padre de la patria". Hasta el extremo de que él mismo cambió el nombre de la ciudad donde nació el 30 de diciembre de 1935. Ya no aparece en los mapas como Lewai. Ahora se denomina Bongoville.
La anécdota es una de las muchas que muestran la administración extravagante del presidente gabonés. Tan hábil y tan astuto que se convirtió al islam en 1973 para que los estados árabes subvencionaran las operaciones de explotación petrolífera en los dominios africanos.
Precisamente, Gabón, ubicado al sur de Camerún, es uno de los países más ricos del continente. El oro negro, el oro dorado, el magnesio y la madera llenaron las arcas del presidente, aunque sus súbditos, 1,5 millón en total, se manejan con un índice de alfabetización del 58% y tienen una esperanza de vida de 48 años. Nada que ver con las siete décadas que alcanzó el caudillo africano. Mérito, a su juicio, de una elocuente capacidad sexual. Es cuanto él mismo sostenía en un libro de entrevistas aparecido en Francia en 2001. "Mis aventuras (sexuales) son un signo positivo de vigor y de forma física", señalaba el presidente gabonés en alusión a los rumores que le atribuyen decenas de hijos.
La leyenda de la fertilidad cohabita con los rumores y las certezas de una fortuna gigantesca. Omar Bongo poseía distintas propiedades inmobiliarias en París y disponía en Nueva York de una cuenta de 140 millones de euros. El Presidente francés Nicolas Sarkozy lamentó ayer la muerte de Bongo, a quien calificó
como "leal amigo de Francia".