Pasó de ser "la princesita" del Kremlin a desertora, tras escapar a Estados Unidos en plena Guerra Fría. Alejada de toda figuración pública, la única hija del dictador soviético Josef Stalin, Svetlana Stalina, murió el pasado 22 de noviembre, a los 85 años de edad, en el estado de Wisconsin, debido al cáncer de colon que la aquejaba, informó ayer el diario The New York Times.

Según publicó el periódico, el protagonismo de "Lana Peters", apellido que adoptó de su marido norteamericano, llegó sólo por ser la hija de Stalin, una distinción que alimentó la curiosidad del público acerca de su vida, que la hizo pasearse por el mundo durante décadas. En más de una oportunidad dijo que odiaba su pasado y se sentía como una esclava en circunstancias extraordinarias. Sin embargo, ella se basó en ese pasado, y en el nombre de su padre, para escribir libros que fueron bien recibidos por el público. Veinte cartas a un amigo, su primera obra, de 1967, donde narraba su vida con su padre en Moscú, se transformó en bestseller.

Durante su vida tuvo varios problemas con Stalin, una relación a la que describiría como "imperfecta". Su momento más duro lo vivió a los seis años, cuando su madre y segunda esposa del dictador, Nadezhda Alliluyeva, se suicidó en 1932. A Svetlana le dijeron que había muerto de apendicitis y se enteró de la verdad una década después.

En sus años de adolescente vio cómo la guerra contra Alemania consumió a su padre, que se distanció aún más. Además, se dio cuenta de su personalidad. En pleno conflicto bélico, uno de sus hermanos, Yakov, había sido capturado por el Ejército alemán. Berlín, al ver que se trataba del hijo del líder soviético, ofreció a Stalin intercambiarlo por uno de sus generales capturados. Stalin se negó y Yakov murió a manos de los alemanes.

También tuvo que lidiar con los problemas que veía su padre en sus novios. En sus memorias, contó cómo Stalin envió a su primera pareja, un cineasta de origen judío, a Siberia durante 10 años. En esa época, además, su padre la obligó a estudiar Historia, a pesar de que ella quería Literatura. En 1945 se casó con un hombre, también de origen judío, que su padre tampoco "aprobó". Tuvieron un hijo, Iosif, y se divorciaron en 1947.

Pero fue en los 60 cuando su vida cambió. Se enamoró de Brijesh Singh, un comunista indio que estaba de visita en Moscú. Las autoridades soviéticas no le permitieron casarse. Singh murió y a principios de 1967 le dieron permiso para llevar a su país sus cenizas. Una vez allí, Svetlana se presentó en la embajada de EE.UU. en Nueva Delhi en busca de asilo político.

A pesar de que el gobierno de EE.UU. quería una llegada sin parafernalia, cientos de periodistas se agolparon en el aeropuerto y en una conferencia de prensa denunció al régimen soviético. Además, en 1969 hizo una demostración pública quemando su pasaporte soviético y diciendo que nunca volvería a Moscú. Denunció a su padre como "un monstruo", llamó al sistema soviético "profundamente corrupto" y comparó la KGB a la Gestapo alemana.

En 1970 se casó con William Wesley Peters y adoptaron a una niña, a la que llamaron Olga. Después de mudarse a Londres con ella, en los 80 regresó a la Unión Soviética por un año, tras lo cual regresó a EE.UU.