Fundador de Cáritas Chile e impulsor de la Clínica Familia, entidad dedicada al cuidado de los enfermos de VIH. Estas son las principales obras sociales que destacan en la trayectoria de Baldo Santi, sacerdote de la Orden de la Madre de Dios, quien falleció en la madrugada de ayer, a la edad de 92 años, en compañía de los miembros de su congregación.
Santi, nacido en Italia en 1922, llegó a Chile en noviembre de 1946, seis meses después de su ordenación como sacerdote, para formar la primera comunidad de su congregación en Quinta de Tilcoco, en la VI Región.
Junto al cardenal Raúl Silva Henríquez, de quien fue colaborador directo, inició, en 1956, la pastoral social Caritas Chile, donde destacó por su labor social y liderazgo.
"Esa es la vena central de su trabajo en Chile", dijo el sacerdote Alejandro Abarca, delegado de la Orden Madre de Dios en Chile, quien recuerda a Santi como una persona "de carácter muy fuerte y liderazgo muy personalizado".
De manera paralela a su labor social en Cáritas, Santi comenzó a desarrollar un grupo de voluntariado para asistir a enfermos de sida. "Primero acogió a los pacientes en Cáritas. Cuando no había espacio se los llevaba a la casa de la congregación, en Ejército con Gorbea", recuerda María Margarita Reyes, una de las pri- meras voluntarias que trabajó con el padre Santi y directora ejecutiva de la Clínica Familia desde 1997.
En 1987 adquirió la primera casa para asistencia de enfermos de sida, en José Domingo Cañas, en Ñuñoa. "Los vecinos comenzaron a reclamar que con esto había bajado la plusvalía del sector. No nos querían ahí", recuerda Abarca.
Luego, adquirió una casa en Vergara con Gorbea. "Ahí, para una Navidad nos tiraron una bomba molotov", recuerda el sacerdote.
En 1997 y ya de manera definitiva, formó la Clínica Familia, en La Florida, para acoger a enfermos de sida y, posteriormente, de cáncer.
"El padre Santi conocía a todos los enfermos y a sus familias. Su última visita la hizo en diciembre. Andaba en silla de ruedas", recuerda María Margarita Reyes.
Debido a su edad, el sacerdote estaba afectado por una artrosis a la cadera que le impedía caminar.
"El no buscaba ninguna de las glorias humanas que de repente alguien puede tener, en relación de ser el protagonista de un cambio social. Fue más bien la caridad del Señor la que lo llevó a trabajar en todo este sentido", dijo ayer el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, luego de oficiar un responso en la capilla San Juan Leonardi, Regina Apostolorum, en donde están siendo velados sus restos.
Gracias a su labor humanitaria, en 1994 recibió la nacionalidad chilena por gracia, otorgada por el Presidente Eduardo Frei.
Mañana, a las 15.00, se realizará una misa en la iglesia San Lázaro, en Ejército 400, para luego trasladar los restos del último sacerdote italiano de esta orden en Chile al Cementerio Católico, en Recoleta.